Tras ver su popularidad caer, Netanyahu se aferra al poder y busca mejorar posición durante guerra
TEL AVIV, Israel, 3 enero— Después del brutal asalto de Hamás del 7 de octubre, los días del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en el cargo parecían estar contados.
Pese a su reputación de superviviente político por excelencia, la devastación del atentado y las fallas de seguridad que permitieron que ocurriera bajo su supervisión parecían ser demasiado para que pudiera superarlo.
Pero casi tres meses después de que inició la guerra tras el asalto, Netanyahu sigue al mando y está dando pelea. Ha utilizado cada vez más su posición de líder en tiempos de guerra para ensayar eslóganes de campaña, apaciguar a sus socios de coalición y eludir la responsabilidad de la calamidad, todo ello, según sus críticos, con la vista puesta en ganar tiempo y aumentar sus menguantes cifras en las encuestas.
“En todo momento de su vida ha sido un político”, afirmó Mazal Mualem, biógrafo de Netanyahu. “Bibi siempre piensa que tiene una oportunidad”.
Netanyahu —que lleva más tiempo que ningún otro dirigente israelí, tras 17 años en el poder— ha encontrado la fórmula del éxito. Apela a su base nacionalista, elabora un mensaje político pegadizo y enfrenta a sus rivales y oponentes.
Ha mantenido ese instinto de supervivencia política incluso durante el atentado más mortífero de la historia del país y mientras muchos israelíes le consideran responsable de crear las condiciones para la violencia.
Los críticos dicen que su aspiración a la redención política está nublando su toma de decisiones en tiempos de guerra y dividiendo a una nación que lucha por la unidad.
“Netanyahu ya no piensa en el bien del país, sino en su propia salvación política y legal”, escribió el comentarista militar Amos Harel, en el diario liberal Haaretz.
Otros críticos han afirmado que Netanyahu tiene interés en alargar la guerra para recuperar el apoyo de la opinión pública mediante logros militares, como el aparente ataque israelí del martes contra el segundo al mando de Hamás en Beirut, o con la esperanza de que el tiempo juegue a su favor mientras la nación aún se tambalea por la embestida de Hamás.
Sus partidarios dicen que ha sido injustamente demonizado y que es inevitable hacer política incluso en medio de la guerra.
Netanyahu lleva mucho tiempo polarizando. En el período previo a la guerra, los israelíes habían soportado años de agitación política, enfrentándose a cinco elecciones en cuatro años, cada una de ellas un referéndum sobre la aptitud de Netanyahu para servir mientras estaba siendo juzgado por corrupción. Netanyahu ha utilizado su cargo para luchar contra las acusaciones que podrían enviarle a prisión, convirtiéndolo en un púlpito para reunir a sus partidarios y arremeter contra fiscales y jueces.