Trump, Putin y Venezuela, el choque de los imperios

Angel Lockward

Al presidente Donald Trump, enemigos y amigos le creen, estén o no de acuerdo con él, todos piensan que lo que dice lo hará y eso incluye a Putin por eso este mes es el espacio temporal fijado por la historia para el primer choque de los imperios en América y en Europa con consecuencias en todo el mundo.

Nicolás Maduro se apresta a juramentarse en solitario en Caracas el diez de enero, diez días antes que Trump; hasta la fecha ningún presidente democrático hemisférico asistirá pues sólo le reconocen unos pocos dictadores y algunos socios petroleros. Edmundo González a quien casi todos le reconocen como ganador, como parte de la gira que inició el sábado en Argentina, Panamá y Estados Unidos, estará de visita en Santo Domingo el día previo a la toma de posesión en Caracas en donde asegura que estará al día siguiente para jurar el cargo, aunque hoy esa posibilidad resulta remota.

Extrañamente, Trump cosechó una avalancha de votos de inmigrantes que ahora tienen residencia legal o ciudadanía norteamericana.

En el año 2022 Maduro  jugó con Biden prometiendo algunas garantías electorales para que le liberaran fondos embargados y le autorizarán petroleras, como CHEVRON para extraer y exportar petróleo venezolano colocando a Venezuela, de nuevo el pasado año, como tercer proveedor de Estados Unidos, resucitándola de su agonía financiera; veremos si la torta se voltea cuando ascienda Trump, quien con un Canciller por primera vez hispano, de origen cubano ha anunciado que revolucionará las relaciones con sus vecinos con políticas clarísimas desde Groenlandia, que quiere adquirir, Canadá – cuyo Premier renunció este lunes – y México, a quienes quiere imponer aranceles, hasta Panamá por el costo de los peajes del canal, aunque en realidad es por la influencia China y desde luego, con el resto de los países, también habrá cambios significativos. Nada será igual a partir de febrero pues con él, estás con él o en contra.

La América latina que disfruta del comercio con China y la cooperación norteamericana con acceso preferencial a su mercado, no se las verá fácil, tampoco la que juega con Rusia en su patio trasero, tanto que Cuba recibió este año una flota rusa que incluyó un submarino nuclear, anunciado con bombos y platillos y calificado por el Pentágono como un ejercicio normal, algo que en 1962 provocó la crisis de los misiles que derribó a Nikita Jrushchov, también tuvo su visita Venezuela que adicionalmente está asociada con Irán, otra economía en crisis.

Putin cumplió este 31 de diciembre 25 años en el poder y consolidado dirige el imperio como un zar sin las molestias de la democracia; Rusia sigue siendo una nación grande con riquezas inmensas, particularmente petrolera, pero atrasada que descansa en un aparato estatal obsoleto que nunca fue eficiente, pero orgullosa, es la segunda potencia nuclear y ha sido humillada por una nación pequeña, como es Ucrania a la que le ha sido imposible derrotar a lo largo de tres años con pérdida de 800 mil soldados.

El primer choque de los tres imperios será en Europa; Trump ganó el primer round con el cierre del gasoducto que abastece a Europa central a través de Ucrania el día 1 de enero porque eso aumentará la venta de gas norteamericano, algo que como candidato había exigido. El siguiente mach será el fin de la guerra y no tengan dudas de que lo logrará porque Ucrania, para su defensa, depende de Estados Unidos y el costo para los europeos a través de la OTAN y en forma bilateral, es muy alto, en consecuencia, el acuerdo posiblemente sea sobre la base de conservar los territorios que Ucrania tenía antes de la invasión y el reconocimiento de Crimea, como territorio ruso, la renuncia a ingresar a la OTAN, será poco transcendente porque Trump puede garantizar la defensa de Ucrania. Trump sabe que debe salvar la cara a Putin aunque su economía este quebrada por la guerra.

Otro triunfo de Trump será aumentar las contribuciones de los países europeos a la OTAN para reducir el financiamiento norteamericano y, entonces vendrán las negociaciones comerciales con la Unión Europea, una esfera en que ya no tiene a su aliado incondicional, Inglaterra.

El siguiente round tendrá lugar con China un gigante que motorizó la economía mundial antes de enfermarse y que poco a poco fue comiendo del caramelo latinoamericano de donde se provee de materias primeras y, a la que vende baratijas con cuyos precios Norteamérica no puede competir, esto afectará en particular a México. En su primer mandato declaró la guerra comercial a la potencia asiática, pero ahora está en mejor condición – su economía crece con baja inflación – y su adversario está más débil.

Por primera vez, al margen de los eufemismos democráticos, se enfrentan tres imperios que en realidad están dirigidos por tres hombres – con mandatos renovados – que ostentan o controlan todos los poderes: Trump, Putin y Xi Jinpin, por primera vez occidente tiene en la mesa a un presidente que es emperador y tiene el carácter.

La Unión Europea carece de un liderazgo para participar de la contienda como protagonista, aunque por su desarrollo democrático y el tamaño de su mercado, prevalecerá sustentada por su relación histórica con la mayor parte de los países del mundo, igual aunque disminuido, el Reino Unido interlocutor para la India.

Finalmente Trump fijará sus ojos en Asia, en donde están algunos de sus socios más eficaces, encabezados por Japón, allí tiene pocos problemas y posibilidad de grandes negocios, de hecho acaba de vender USD$ 3,369 millones en cohetes a los nipones; la India, la nación más poblada y la democracia más grande del planeta, regionalmente contraria a China, que con el Primer Ministro Narendra Modi, reelegido, está buscando su espacio comercial. El resto de naciones, incluidas algunas territorialmente grandes o pobladas como Brasil, por ejemplo, por el momento somos sardinas en un estanque de tiburones.

En América quien habla el lenguaje de Trump es Milei; el continente por el momento, con democracias enfermas y dictaduras débiles, es incapaz de ponerse de acuerdo en ningún tema y menos de enfrentar al líder estadounidense, ni siquiera en el tema del canal de Panamá en donde el problema no es la tarifa, sino la creciente influencia China, tampoco en cómo devolver la democracia a Venezuela. En Europa también hay crisis de los sistemas políticos, actualmente no hay liderazgos como con Miterrand, Theacher, Merkel, Felipe González o Aznar y los gobiernos no se sostienen o para sobrevivir, se embargan, allí posiblemente Trump empatice más con Meloni, a quien ya recibió en Florida.

El choque de los imperios en un mundo económicamente lastimado que crecerá poco, tampoco tiene espacio de entendimiento porque la Organización de Naciones Unidas, un órgano creado en el marco de otra realidad histórica y de otra correlación de poderes militares, económicos y poblacionales, está controlada por el veto que en su Consejo de Seguridad tienen cinco naciones, algunas – que ya no son imperios – sin la relevancia que tuvieron en el año de 1945.

En su Consejo Europa tiene dos votos con derecho a veto, los de Inglaterra y de Francia, triunfadoras de la Segunda Guerra Mundial, el voto de una de ellas puede vetar cualquier decisión, Estados Unidos, que ha ampliado su influencia desde entonces, tiene uno y Rusia que heredó el voto de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, tiene otro, el quinto voto es de China, que ya no es la paupérrima y atrasada que fue; ni siquiera India, la nación más poblada está representada, así como tampoco las perdedoras de la guerra, que hoy tienen una importancia innegable como por ejemplo Alemania, Italia y Japón. Ahí también chocaran los trenes imperiales, pero al menos, en esa estación se neutralizan aunque con ello detengan el paso de la humanidad.

Listín Diario

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