Trump ya no es el estadounidense más importante

Por David French

The New York Times

Columnista de Opinión

El presidente Donald Trump ya no es el estadounidense más importante del mundo.

Sin duda es el más poderoso, al menos durante tres años más, pero el poder es solo un indicativo de la importancia. El jueves, un nativo de Chicago y egresado de la Universidad Villanova llamado Robert Prevost reemplazó a Trump. Se convirtió en el primer papa estadounidense y optó por el nombre de León XIV.

Y ocurrió exactamente en el momento adecuado.

No soy católico. Soy un evangélico del sur rural estadounidense que creció tan aislado del catolicismo que ni siquiera conocí a ningún católico hasta que fui a la Escuela de Derecho. Pero estoy profundamente influido por el catolicismo, tanto en sus formas antiguas como modernas.

Devoré las obras de Agustín y Tomás de Aquino en la universidad. Y una de mis clases favoritas era sobre teología de la liberación, un enfoque católico moderno de izquierda del Evangelio que hace hincapié en mejorar las condiciones materiales de los pobres, en parte mediante reformas políticas y económicas. Y ningún libro ha influido más en mi enfoque sobre el aborto y la vida humana que la carta encíclica del papa Juan Pablo II Evangelium Vitae.

Fue en este estudio y reflexión cuando comprendí la verdadera importancia de la corriente histórica del pensamiento cristiano. El cristianismo es una fe antigua, que ha perdurado a través de gobernantes y regímenes mucho más ignorantes y crueles que cualquier cosa a la que nos hayamos enfrentado en Estados Unidos.

Demasiados evangélicos estadounidenses están desconectados de esa historia. Pertenecemos a iglesias que miden su existencia en meses o años, no en siglos o milenios. Nuestras denominaciones más antiguas han existido tan solo durante una mínima fracción de tiempo en comparación con la Iglesia católica.

Esa falta de perspectiva acaba exagerando la importancia de la política. Vuelve más estrecho nuestro marco de referencia y eleva lo temporal por encima de lo eterno. Conduce a declaraciones absurdas, como la promesa que Trump hizo esta Pascua: hacer que Estados Unidos sea “más religioso de lo que nunca ha sido”.

Y cuando crees que el éxito de tu religión depende del éxito de cualquier político, es solo cuestión de tiempo para que la política se convierta en tu religión. Eso significa que demasiados cristianos evaluarán incluso al papa a través de una lente política partidista.

Y eso es exactamente lo que ocurrió la semana pasada, cuando la gente encontró las redes sociales del nuevo papa y empezó a leer sus antiguas publicaciones. ¿El nuevo papa es del movimiento MAGA? ¿Es woke? ¿Cómo encaja en la guerra cultural estadounidense?

El titular de un artículo de The Federalist, una publicación de MAGA, lo decía todo: “Lee las opiniones de extrema izquierda del nuevo papa sobre migración, clima, covid y relaciones raciales”.

¿Y qué tiene de extrema izquierda el nuevo papa? Resulta que se opuso a la separación familiar de los migrantes que cruzaban la frontera durante el primer mandato de Trump, y no estaba de acuerdo con la interpretación del vicepresidente JD Vance de una idea teológica llamada ordo amoris, que Vance había utilizado para argumentar que la compasión estadounidense “pertenece en primer lugar a tus conciudadanos”.

León también había expresado su pésame tras la muerte de George Floyd, compartiendo un tuit del obispo Michael Olson que decía: “Uno mi voz y mis oraciones a los de mis hermanos obispos para que nos esforcemos por acabar con el racismo en nuestros corazones y en la sociedad. Que Dios dé consuelo a la familia de #GeorgeFloyd en estos momentos de angustia”.

También publicó: “Necesitamos oír más a los líderes de la Iglesia, para rechazar el racismo y buscar la justicia”.

¿Eso es extrema izquierda? A mí me parece simplemente cristiano.

El nuevo papa también republicó un mensaje del senador demócrata Chris Murphy en apoyo del control de armas en 2017, y retuiteó un mensaje que expresaba inquietud por que Estados Unidos no cumpliera sus objetivos de emisiones de carbono, también en 2017. Expresó su apoyo a la vacuna contra la covid, republicando en 2021 un mensaje que decía: “Que Dios nos conceda la gracia de afrontar la #COVID19 con la fuerza de la fe, garantizando que las vacunas estén disponibles para todos, para que todos podamos inmunizarnos”.

De nuevo, estas posturas no son de extrema izquierda. Son todas bastante mayoritarias. Pero si tu catecismo es la plataforma del partido MAGA, entonces las posturas del papa son realmente desafiantes.

Al mismo tiempo, tampoco encaja bien con los demócratas. Es firmemente provida y defiende las enseñanzas tradicionales de la Iglesia sobre la moral sexual y la identidad de género. No esperes que León cambie las doctrinas de la Iglesia sobre el aborto o el matrimonio.

Así que no, el papa no es ni de MAGA ni es woke. Es católico, y las plataformas de los partidos son irrelevantes para la doctrina de la Iglesia.

Además, no esperes que León proporcione ayuda o consuelo a quienes, dentro y fuera de la Iglesia católica, pretenden redimir la cultura mediante el crudo ejercicio del poder cristiano. En su primera homilía, dijo que la Iglesia debe servir como “arca de salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina las noches del mundo”.

Pero, argumentó el papa, esto no lo consigue mediante la “magnificencia” (y aquí se refirió a la belleza y majestuosidad de los edificios y catedrales de la Iglesia), sino mediante “la santidad de sus miembros”.

No es el poder o la riqueza de la Iglesia, sino el testimonio de la Iglesia lo que ayuda a transformar el mundo.

En el caso de León, el testimonio de la Iglesia al mundo también forma parte del testimonio de Estados Unidos al mundo. Millones de estadounidenses se han lamentado de que el estadounidense más destacado del mundo sea una persona que encarna la crueldad y el rencor.

Muchos de nosotros (y ciertamente muchos evangélicos disidentes) también nos lamentamos de que Trump deba su victoria a la Iglesia evangélica más que a ningún otro grupo de la vida estadounidense. Ganó los votos de los evangélicos blancos por un margen de 65 puntos. Perdió al resto del electorado por 18 puntos. La elección de Trump, en otras palabras, no es solo una expresión de la voluntad política estadounidense, es también una expresión de la voluntad cristiana estadounidense.

Pero el cristianismo estadounidense no habla con una sola voz. Contiene multitudes. Y León también. Parece ser de ascendencia mestiza (al parecer, sus abuelos maternos eran criollos de Nueva Orleans), y pasó gran parte de su vida adulta en Perú. De hecho, tiene lazos tan estrechos con Perú que ese país celebró su elección y su presidenta, Dina Boluarte, declaró: “El papa es peruano”.

Ah, y es seguidor de los White Sox, así que tiene corazón para las causas imposibles.

También es la encarnación viva de una de las transformaciones más importantes y profundas de Estados Unidos: de una nación dominada por el protestantismo, a menudo profundamente intolerante con el catolicismo y los católicos, a una nación en la que personas de todas las religiones pueden practicar su fe libremente.

León forjará su propio camino, y es importante no sobreinterpretar varios tuits y publicaciones en las redes sociales. Pero si algo podemos deducir de las palabras del nuevo papa y de la forma en que ha vivido su vida, es que comparte el amor del papa Francisco por los pobres y los vulnerables. Está expresando e intentando encarnar una fe religiosa que considera que toda vida es preciosa.

“A la Iglesia”, dijo Martin Luther King Jr., “hay que recordarle una vez más que no debe ser ni el amo ni el siervo del Estado, sino la conciencia del Estado”. La Iglesia católica, sin embargo, es una Iglesia global. No es la conciencia de una nación. Es la conciencia de muchas naciones.

Mientras un estadounidense entra en la escena mundial como un hombre de malicia, otro estadounidense responde, liderando con amor y compasión. Representan dos visiones totalmente distintas del carácter estadounidense. Y, si todo va bien, León dominará la escena mundial mucho después de que Trump haya desaparecido de la vida pública.

No sé en qué clase de papa se convertirá León a la larga. Pero el jueves, sentí que el viento cultural cambiaba un poquito. Un hombre estadounidense que trasciende las categorías políticas dirige ahora la mayor iglesia del mundo. Como me envió un amigo justo después de que se anunciara la elección del papa, ese cambio “casi se siente como… esperanza”.

The New York Times

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