Un legado del populismo

Miguel Guerrero

Las exigencias políticas han impuesto la necesidad de abultar el aparato burocrático, de manera que no hay recursos para el pago de salarios adecuados al talento y a la consagración. El gobierno se incapacita de este modo para ofrecer oportunidades a jóvenes entrenados llenos de legítimas ambiciones personales.
Las circunstancias económicas en que se desenvuelve el país reducen las posibilidades para miles de ellos que encuentran dificultades para encontrar un trabajo digno. Es natural entonces mirar hacia fuera en busca de la oportunidad que el país no es capaz de ofrecerle a sus hijos.

Por un lado, se asegura que el país marcha en la dirección correcta para el logro de los objetivos de reducir los altos y denigrantes niveles de pobreza para el año 2030, mientras sabemos que el gasto y la inversión social son cada vez entre los más bajos del continente.

La brecha social en República Dominicana se agranda en la medida en que la economía crece. Es una paradoja que tiene su explicación en el hecho de que el crecimiento de la economía no viene aparejado con una mejor distribución del ingreso.

La expansión económica ha traído más pobreza a la mayoría de los dominicanos. La faz de nuestras principales ciudades, me refiero a Santo Domingo y Santiago, han cambiado. La construcción de torres modernas y la instalación de negocios y franquicias importadas de las grandes naciones industrializadas, nos dan un aspecto de modernidad que en el fondo no tenemos. Un rostro que oculta nuestra verdadera realidad social y que retrata, en los inmensos y cada vez más numerosos barrios marginados, el crítico grado de pobreza y desesperación que nos delata como una sociedad indiferente al sufrimiento y las calamidades de grandes masas de población, carentes de oportunidades y condenadas desde la cuna a vivir sin expectativas de progreso.

Comentarios
Difundelo
Permitir Notificaciones OK No gracias