Una escultora egipcia da vida a figuras humanas con deshechos metálicos
El Cairo, 16 dic (EFE).- Aunque en una herrería del este de El Cairo ya ha pasado la sorpresa inicial de ver a una mujer trabajando en un ambiente tradicionalmente reservado a los hombres, todavía llama la atención la presencia de Omnia Helal, que convierte chatarra en piezas de arte.
«Me siento muy cómoda trabajando con la chatarra. El resultado final es muy bueno», dice a Efe esta mujer de 33 años, que reconoce que nunca había sentido la misma pasión por otros materiales como la arcilla, desde que empezó a interesarse por la escultura en su juventud.
«Cada vez que entro en un lugar donde hay chatarra siento estar rodeada de algo que amo mucho», explica.
Con su último botín, un par de largos y oxidados tornillos, un muelle, unas cuantas tuercas y una plancha metálica va dando forma a la figura de una camarera llevando un par de tazas sobre una bandeja.
Parte de su materia prima se la proporciona su propio esposo, Amr, un ingeniero mecánico que no solo la anima a seguir su pasión y la apoya en su trabajo, sino que también le lleva piezas sobrantes de la fábrica en la que trabaja.
«Desde que vio mi trabajo después de casarnos, me dijo que lograría hacer grandes cosas. Siempre me ha animado», afirma mientras él carga una mochila llena de piezas de desecho, incluidos tornillos y tuercas que acabarán siendo usadas para los brazos y los ojos de la escultura de la camarera.
Esta última creación se suma a una larga lista que incluye músicos, un yogui, una bailarina o un soldado celebrando la victoria.
«Le da vida al metal desechado», afirma Amr con orgullo mientras acompaña, como de costumbre, a Omnia a la herrería donde trabaja, cerca de la vivienda familiar.
Otros trabajadores, que al principio se sorprendieron al ver a una mujer en su taller pero que ya se han acostumbrado a su presencia, la reciben con el apelativo de «jefa» cuando llega.
Omnia, una licenciada en Lengua Hebrea que reconoce no haber estudiado nunca Bellas Artes, comprueba por segunda vez las medidas de su figura y da instrucciones a uno de los herreros del taller para ir soldando las piezas.
Puede tardar una semana en visualizar y planificar cada proyecto, pero una vez se pone manos a la obra, su elaboración dura apenas unas horas, en las que convierte el material de desecho cuyo valor es de 25 céntimos de dólar el kilo (unos 22 céntimos de euro) en esculturas que puede llegar a vender por cientos e incluso miles de dólares, asegura.
«Cuando aprendí por primera vez a hacer este tipo de esculturas, sentí que había encontrado lo que había estado buscando toda mi vida», señala Omnia mientras muestra su última creación recién acabada.
Taha Mohamed