Una niña, una mujer y una ignominia

Pablo McKinney

La partidocracia. Nuestros partidos que han sido o son gobierno, no son de derecha ni de izquierda, son mancos. No son liberales ni conservadores sino todo lo contrario, e incluso viceversa.

A pesar de haber leído a Bakunin, a McLuham o Adam Smith, y conocer la tesis de Bauman sobre la modernidad, nuestros líderes son líquidos, y por eso sus partidos toman la forma del recipiente (del momentum político, religioso, económico) que les contiene. Por eso son tan flexibles e impredecibles y sobre todo marxistas. Pero no por don Carlos sino por Groucho Marx y su frase más lapidaria. Príncipes del capital, Presbítero Torquemada, señor Imperialismo: “Estos son mis principios…. si no les gustan tengo otros”.

Desde el lunes en LA Semanal, anda el presidente Abinader saludando orondo (y con razón) que de 2012 a 2025 en el país la pobreza haya bajado de 39% a 19%, que el salario mínimo haya pasado de RD$10,000 a RD$26,000; que en 2024 avanzamos 21 puestos en el Índice de Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ayer, la FAO (ONU) anunció que Dominicana ha reducido el nivel de subalimentación a 3.6%, cuando el índice de América Latina y el Caribe es de 7.8%. Aplausos, presidente. Pero ahora llega el Pero…

De poco valen estas buenas nuevas si, “a esta hora exactamente” en el Congreso Nacional -posiblemente- se está aprobando un Código Penal funerario, machista y medieval, que vulnera derechos fundamentales de mujeres y niñas, en especial las más pobres y por eso más vulnerables.

Como bien explica una carta pública, el proyecto en discusión “contiene una tipificación limitada del feminicidio; coloca barreras probatorias en violencia intrafamiliar. Permite que crímenes como la violación o el incesto prescriban, incluso cuando las víctimas son niñas; criminaliza absolutamente el aborto (sin causales), desconociendo realidades médicas, sociales y humanas, y exponiendo a mujeres y niñas a la muerte, la criminalización o el sufrimiento innecesario. Las consecuencias son verificables y graves”.

Si algo faltaba, el aborto inseguro es la tercera causa de muerte materna en el país. No olvidemos que, -en los hechos-, en las clínicas privadas el aborto nunca ha estado prohibido, por lo que la penalización solo afecta a las mujeres pobres).

Entonces, como Rodríguez Huertas, uno pide al presidente no permitir que una ignominia como esta se cometa contra mujeres y niñas pobres de nuestro país. Pobres, pobres, siempre pobres.

Listín Diario

Comentarios
Difundelo