Una riada humana liderada por indígenas reclama en Glasgow justicia climática (Video)
Glasgow (R.Unido), 6 nov (EFE).- Decenas de miles de personas, con líderes indígenas a la cabeza, reclamaron este sábado justicia climática y social a orillas de la COP26 de Glasgow, en vísperas de que la cumbre de la ONU entre en su recta final en busca de un pacto que evite que las temperaturas suban más de 1,5 ºC a final de siglo.
«Aquí estamos todos marchando no sólo por nosotros: por los animales, por el mundo vegetal, por todo lo espiritual. Las estrellas acompañan hoy este camino (…). No hay fronteras, no hay religiones, no hay colores. Somos todos una gran familia, la familia humana», declaró el mapuche chileno Calfín Lafkenche al inicio de la marcha.
Bajo una intensa lluvia con golpes de viento que fue amaninando durante el día, hasta 100.000 personas, según los colectivos convocantes del Día Global de la Justicia Climática, cifra no confirmada por la policía, participaron en la marcha.
La protesta arrancó en Kelvingrove Park a las 12.00 hora local (misma ahora GMT), en las proximidades del recinto donde se celebra la COP26, y atravesó Glasgow para terminar en el parque de Glasgow Green.
En paralelo, el activismo climático había convocado este mismo sábado réplicas de la protesta en 200 puntos del mundo, desde Seul a Río de Janeiro, pasando por Manila, México DF, Lisboa, Los Ángeles o Nairobi.
Entre gaitas, trompetas y batucadas, pero también paraguas y mascarillas sanitarias, la gran marcha del clima se desarrolló en un ambiente festivo y familiar con aroma altermundista y mensajes contra el capitalismo, el consumo de carne, la energía nuclear o a favor de los refugiados políticos.
Los organizadores quisieron ceder el protagonismo a los «pueblos originarios», como símbolo global del activismo climático.
«El indigenismo es el clima. Los pueblos indígenas son la naturaleza, son los espacios, los que protegemos que todo el mundo respire. No hay otra alternativa. Somos naturaleza. Estamos teniendo un pequeño reconocimiento pero falta aún mucho camino por recorrer», declaró a Efe Calfín.
A pocos metros, la diputada federal brasileña del Partido Socialismo e Liberdade Vivi Reis comentó a Efe que se sumó a la marcha para protestar por la política «contra el medio ambiente» del presidente de su país, Jair Bolsonaro y reivindicar que la acción climática parta de «una consulta a los pueblos originarios».
«Seguro que los dinosaurios también pensaban que les quedaba tiempo», «Basta de excusas», «No podemos beber dinero», «No hay planeta B» o «Salvemos nuestro futuro» son algunos de los eslóganes que pudieron verse en la gran movilización social de la COP26 entre banderas escocesas, tibetanas o palestinas donde los mensajes trascendían al ecologismo y revindicaban desde equidad social hasta la paz en Sudán.
La marcha tuvo lugar un día después de que unos 25.000 jóvenes, con la activista sueca Greta Thumberg y la ugandesa Vanessa Nakate a la cabeza -también presentes hoy-, recorrieran las calles de la ciudad escocesa que hace de sede de la cumbre de Naciones Unidas para exigir a los líderes políticos que acaben con el «bla, bla, bla» de la COP26 y aporten soluciones inmediatas a la crisis climática.
Ambas movilizaciones pretenden convertirse en una llamada de atención que impulse las negociaciones de la COP26, que concluye el próximo viernes sin que, por ahora, se hayan producido avances que sugieran que se va a cumplir el Acuerdo de París de 2015 para evitar que las temperaturas avancen más de 2 ºC respecto a los niveles anteriores a la Revolución industrial, con el objetivo de limitar el avance a 1,5 grados.
Según el último informe de Naciones Unidas actualizado con los nuevos compromisos de 14 países, las emisiones globales de CO2 van camino de crecer un 13,7 % para 2030 respecto a 2010 en lugar de caer un 50 % como deberían si se quiere mantener el objetivo de 1º,5 ºC.
Esta misma semana, la organización científica Global Carbon Budget señaló que las emisiones de dióxido de carbono repuntarán en 2021 cerca de los niveles previos a la pandemia de coronavirus, tras experimentar un descenso del 5,4% en 2020.
Por Javier Albisu