Urge aprovechar mejor oportunidades en el gran mercado chino
Juan Temístocles Montás
La transformación ocurrida en la economía mundial en las últimas décadas ha traído consigo importantes y profundos cambios, con serias implicaciones geopolíticas que hoy son evidentes.
Por su tamaño, en 1980, China era la 11ª economía mundial, por debajo inclusive de la India. En diez años, en 1990, la economía china pasó a ser la quinta más grande, superando a Francia y Reino Unido. Esa dinámica se aceleró; y, para el 2000, el gigante asiático se convirtió en la segunda economía más grande del planeta, después de la de Estados Unidos. En 2016, según el FMI, la economía china superó a la estadounidense en términos de poder adquisitivo (poder de paridad de compra). Se proyecta que durante la década de 2030 supere también a la de EEUU en valor nominal.
En cosa de unas cuantas décadas la economía china se ha transformado, convirtiéndole en la principal exportadora del mundo, y la segunda importadora.
América Latina y el Caribe han sido una de las regiones que mayores beneficios han logrado de esa transformación. Las estadísticas de Naciones Unidas indican que, entre 2003 y 2022, el comercio de China y Latinoamérica creció 18 veces, desde US$26.6 mil a US$483.2 mil millones. Esta expansión ha convertido a China en el principal socio comercial de Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Argentina, desplazando a la Unión Europea como el socio más importante de América del Sur, y el segundo socio comercial más grande de toda la región.
La vinculación comercial de China con los países de la región se explica por la gran demanda de materias primas por parte de China. Esto generó un auge exportador de un grueso de economías latinoamericanas en las últimas dos décadas, principalmente de productos agropecuarios y minerales como soya, carne, cobre, etc., que necesitaba con urgencia el país asiático para impulsar su desarrollo. Con el pasar de los años, si bien las materias primas continúan siendo importantes en el comercio de China con Latinoamérica, nuevos sectores se han desarrollado rápidamente.
En el caso de República Dominicana, los cambios en las relaciones comerciales con China son más que evidentes. Hoy, RD es el principal socio comercial de China en la región del Caribe, desplazando del primer lugar a Cuba.
En 2002, el comercio bilateral entre China y RD representaba apenas el 1.86% del total. El grueso del comercio, 61.4%, se desarrollaba con los Estados Unidos, seguido por la Unión Europea con un 6.77%. En cambio, para 2022, el comercio con China representaba el 13.75% del total de RD, solo superado por Estados Unidos, que vieron reducida su participación a un 44.9%.
En las dos décadas referidas, el comercio de RD con China creció 18 veces, mientras que el comercio con Estados Unidos y la Unión Europea lo hizo 1.78 y 4.05 veces, respectivamente.
Sin embargo, el comercio con China ha sido ampliamente deficitario para la RD. En dos décadas, el déficit se multiplicó por 19 veces, pasando de US$231.4 millones (2003) a US$4,488 millones en 2022. Durante esos años, el déficit acumulado fue de US$38,516 millones.
China exporta a RD productos con mucho valor agregado, como máquinas, aparatos y materiales eléctricos, maquinarias y artefactos mecánicos, plásticos y sus manufacturas, productos farmacéuticos, automóviles, etc. La matriz exportadora de China hacia RD se ha transformado en consonancia con los grandes cambios que se han producido en ese país.
En cambio, alrededor del 95% de las exportaciones de RD a China son ferroaleaciones, mineral de cobre, chatarras de metales comunes, equipos médicos, pastas y desperdicios de papel. También exportamos café, cacao, ron y tabaco, entre otros renglones.
Preocupante resulta que, a lo largo de los últimos 20 años, han sido limitados los cambios que se han producido en la capacidad y diversificación del tejido productivo nacional (no incluye Zonas Francas), lo que explica en gran medida las dificultades para aumentar las exportaciones hacia China. Por consiguiente, esas limitaciones han impedido sacar mayor ventaja en el intercambio comercial con el enorme mercado del gran país asiático.
El desarrollo productivo es el precursor del éxito comercial.