Venezuela, más allá de la crisis electoral, crisis estructural
Nelson Espinal Báez
La actual crisis de Venezuela, no es solo electoral, es estructural, causa y consecuencia del poder y control que se ejerce sobre esa nación. Paso a explicar su realidad interna y geopolítica, así como sus consecuencias para toda la región.
Gran parte del territorio venezolano está controlado por Irán, se afirma que tienen más de 1 millón de hectáreas para proyectos secretos. Además, provee asistencia militar y estratégica a los militares venezolanos. Miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán han estado presentes en Venezuela, proporcionando asesoramiento y apoyo en seguridad interna y externa.
Rusia dirige el sistema de defensa aéreo, también es un acreedor significativo de Venezuela, con préstamos y acuerdos que incluyen tanto asistencia financiera como suministros militares. Rosneft, la gigante petrolera rusa, ha sido un actor clave en los acuerdos de deuda de Venezuela. Igualmente, ha sido uno de los principales proveedores de equipos militares a Venezuela. Esto incluye sistemas avanzados de defensa aérea como los sistemas de misiles tierra-aire S-300VM Antey-2500 y Buk-M2 y el entrenamiento correspondiente. Estos sistemas son cruciales para la defensa del espacio aéreo venezolano contra posibles amenazas externas. La relación entre Rusia y Venezuela en el ámbito de la defensa aérea es un ejemplo claro de la cooperación estratégica entre ambos países, consolidando su influencia en la región a través de esta asociación militar estratégica.
China, con su lógica comercial, es el mayor acreedor de Venezuela, habiendo otorgado préstamos por más de $60 mil millones en la última década. Estos préstamos a menudo están respaldados por envíos de petróleo, lo que significa que Venezuela paga su deuda con petróleo crudo en lugar de dinero en efectivo.
Por su parte la inteligencia cubana es determinante y está metida hasta la médula en la situación política y electoral interna de Venezuela. Proporcionando asesoramiento y entrenamiento a las fuerzas de seguridad, incluyendo la capacitación en tácticas de control social y represión, así como la instalación de sistemas de inteligencia y contrainteligencia. Esta colaboración ha sido clave para mantener por veinticinco años el régimen de Chavista en el poder, ya que permite una gestión eficaz de la información y una represión organizada de los movimientos opositores.
El modelo de partido-estado copiado del cubano lo representa el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), con más de un millón de miembros completamente armados e ideologizados, con entrenamiento paramilitar y dispuestos a entrar en acción en cualquier momento. Las Milicias Bolivarianas son un componente adicional de las fuerzas armadas creadas en 2009, compuestas por civiles armados y entrenados para defender la «revolución bolivariana» y apoyar al PSUV. Otro instrumento de control interno son los colectivos que operan como grupos progubernamentales que inciden en barrios populares, armados y organizados para defender al gobierno. Estos colectivos han sido acusados de actuar con impunidad, llevando a cabo tareas adicionales de represión y control social y electoral.
La dirección de las Fuerzas Armadas es cooptada por los petrodólares y profundamente ideologizada para defender el régimen. Oficiales militares y miembros del PSUV han sido puestos a cargo de empresas estatales y sectores estratégicos como la industria petrolera, la minería y la distribución de alimentos. Esto no solo asegura el control económico del PSUV, sino que también permite la financiación de operaciones militares y de seguridad.
Venezuela está atrapada en la «real politik» de los intereses geopolíticos y geoestratégicos que tienen el control sobre sus más importante decisiones nacionales e internacionales. Bajo un modelo político autoritario y populista híbrido de falso republicanismo tipo siglo XXI, donde las elecciones y el mercado son instrumentalizados y puestos al servicio de los intereses y el dominio del partido-estado. Teniendo el patriotismo y el nacionalismo como bandera, el bolivarismo como escudo y el petróleo como sustento.
Para ganarle se requiere una nueva hoja de ruta que no repita los errores del pasado y se fundamente en el desmonte ideológico y estratégico, simbólico, moral, político e informático estructural de este régimen en los medios de comunicación y la plaza pública. Junto al efectivo ejemplo de la comparación con el desarrollo económico, las oportunidades y la libertad de sus vecinos y de los venezolanos en el exilio.
Es hora de entender que el bloqueo económico tradicional, el aislamiento político y diplomático y la amenaza militar, lo alimenta en vez de debilitarlo, usándolo para justificarse a nombre de la seguridad y la defensa nacional.
Por esta razón debemos reconocer y destacar la valentía y el esfuerzo extraordinario de la oposición política en el torneo electoral del domingo 28 de julio, que representa una indiscutible derrota política, moral y estratégica para Maduro y su régimen.
Para ganarle se requiere una nueva hoja de ruta que no repita los errores del pasado y se fundamente en el desmonte ideológico y estratégico, simbólico, moral, político e informático estructural de este régimen en los medios de comunicación y la plaza pública. Junto al efectivo ejemplo de la comparación con el desarrollo económico, las oportunidades y la libertad de sus vecinos y de los venezolanos en el exilio.
Diario Libre