Ya es tarde para un crecimiento del PIB de 3.0%
Ramón Núñez Ramírez
Aun cuando las autoridades estimaron para fines presupuestarios una tasa de crecimiento de 3.5%, los resultados de agosto derrumban esa posibilidad y acercan el pronóstico a un rango entre 2.5% y 2.7%, siendo muy optimistas.
En julio, el Banco Central (BC) destacó un crecimiento interanual de 2.9% y un acumulado de 2.4%, la mejor cifra del año después de marzo.
Sin embargo, en agosto se produjo una contracción respecto a julio: el crecimiento anualizado cayó a 1.5% y el acumulado a 2.3%.
El BC ha desplegado todo su arsenal monetario para estimular la economía y reducir las tasas de interés, manteniendo al mismo tiempo la estabilidad cambiaria, una “trinidad imposible” de sostener, como ha quedado demostrado.
En 2023 la economía dominicana ya mostraba signos de desaceleración, afectada por factores externos y una política monetaria restrictiva.
En junio de ese año, la Junta Monetaria liberó RD$205,000 millones entre encaje legal y Fondos de Liberación Rápida. A pesar de ese estímulo, el PIB solo creció 2.2% y la Tasa Activa Promedio Ponderada se mantuvo por encima del 15%.
En noviembre de 2024, con una economía que apuntaba a crecer 5.0%, se liberaron RD$35,000 millones y no fueron redimidos RD$140,000 millones en certificados del BC. Pero, pese a esos impulsos, 2025 comenzó con una nueva desaceleración: en el primer cuatrimestre el crecimiento anualizado fue de 1.7% y la tasa activa rondaba aún el 15%.
El uso de “esteroides” monetarios y la pérdida de reservas generaron tensiones cambiarias.
En marzo, la depreciación anualizada alcanzó 7.0%. La Junta Monetaria respondió con tres resoluciones para estabilizar el mercado y, en abril, el peso se apreció 6.9%.
En junio se liberaron RD$81,000 millones —entre encaje legal y postergación de vencimientos—pero el tipo de cambio volvió a subir: de 61.19 a finales de julio a 63.87 el 10 de septiembre.
Una reunión entre el gobernador del BC, el ministro de Hacienda y el superintendente de Bancos “convenció” a los principales banqueros de colaborar para contener la presión cambiaria.
Sin embargo, las altas tasas en Norteamérica limitan las posibilidades de seguir bajando la Tasa de Política Monetaria, por el riesgo de fuga de capitales. Aun con la TPM reducida a 5.5%, la última subasta de notas del 30 de septiembre colocó RD$20,074 millones a una tasa promedio de 9.89%.
El resultado no sorprende: si tomamos el bono del Tesoro de EE. UU. a 10 años (4.12%), sumamos el Riesgo País medido por el EMBI de J. P. Morgan (1.76%), el impuesto de 10% y una devaluación estimada de 3.0%, obtenemos un rendimiento mínimo de 8.98%, muy cercano al observado en esa subasta.
En el plano fiscal, solo un optimista esperaría que se ejecute la totalidad del gasto de capital en lo que resta del año.
Al 3 de octubre se había ejecutado el 72.9% de los ingresos totales y el 72.3% del gasto corriente, pero apenas el 56.8% del gasto de capital.
Así, a una política monetaria variable de un mes a otro, se suma una política fiscal poco eficiente para aprovechar los escasos recursos de inversión. A esto se agrega la incertidumbre externa y, en el plano interno, la falta de señales claras sobre el rumbo monetario de los próximos meses. Todo ello, ahora aderezado con el “globo de ensayo” de una posible reforma fiscal en 2026.
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