110 países participan desde hoy en la Cumbre virtual por la Democracia convocada por Biden

La actividad se extenderá entre el jueves 9 y el viernes 10 de diciembre. Se realizará de manera virtual a causa de la pandemia. e intenta contrarrestar la influencia de China y Rusia a nivel global, así como el problema de la creciente desigualdad

Se sabe, el sistema económico y político global está agotado. Necesita reformas. La concentración de riqueza en unas pocas manos y la falta de reacción de las potencias está minando la democracia. De hecho, el sistema democrático está en retroceso en todo el mundo a causa de la creciente desigualdad. El intento de insurrección en el Capitolio de Estados Unidos por parte de los seguidores de Donald Trump, fue un signo claro de esa debilidad institucional en el país paladín del sistema. Y está acompañada por el resurgimiento de partidos de ultraderecha que ya gobiernan desde Europa del Este hasta Brasil y podría llegar, incluso a Chile. Esto, sin contar con los regímenes populistas autodefinidos de izquierda como los de Venezuela o Nicaragua y las dictaduras de larga duración como las de Myanmar o Cuba. La democracia, necesita una revisión, una entrada al taller mecánico, un cambio de piezas para que vuelva a funcionar y no deje a tantos con esa rabia que nos está arrastrando al abismo.

Una encuesta global del Pew Research revela que una gran mayoría de los ciudadanos apoya la democracia, pero una media del 56% en 17 economías avanzadas afirma que su sistema político necesita cambios importantes o debe ser reformado por completo.

En este contexto, el presidente estadounidense Joe Biden lanzó la Cumbre por la Democracia, que se celebra virtualmente este 9 y 10 de diciembre. Está concebida para empezar a abordar estas preocupaciones. Con más de 100 discursos en vídeo de los líderes invitados, la cumbre da el pistoletazo de salida a lo que la administración y los activistas de la democracia esperan que sea un año de coordinación y reforma entre las democracias, para apuntalar su reputación en casa y en el mundo. Es una idea que Biden ya tenía antes de llegar a la Casa Blanca. La pandemia del coronavirus le impidió hacerla con un gran encuentro de líderes en Washington y la pompa que hubiera querido. Si bien, no hay una agenda prístina sobre lo que se busca como resultado, en el fondo lo que Estados Unidos necesita es una revitalización de lazos con las democracias occidentales que aíslen y compitan con la creciente influencia de China y Rusia. El Atlantic Council, el centro de estudios washingtoniano, adelantó que uno de los resultados buscados podría ser una Alianza de Democracias mundial, con un grupo básico de 30 a 40 países como miembros fundadores.

En Washington, muchos coinciden en que no es el mejor momento para hacer este tipo de encuentros y que al dejar afuera a importantes jugadores de la esfera global, ya nace trunca la idea del fortalecimiento democrático. La decisión de invitar a 110 gobiernos en forma discriminatoria, refuerza la posición de que se trata de un ejercicio para que Estados Unidos pueda mostrar que todavía mantiene una enorme influencia global. En un reciente artículo de opinión conjunto publicado en The National Interest, los embajadores de Rusia y China en Washington tacharon la cumbre de “producto de la mentalidad de la Guerra Fría” y advirtieron que “avivará la confrontación ideológica y la ruptura en el mundo, creando nuevas ‘líneas divisorias’”.

La corresponsal de asuntos internacionales de la revista Político, Nahal Toosi lo describió de esta manera: “Esta es la cumbre de la democracia y por las democracias. Se trata de elevar, construir y proteger este concepto de democracia. Pero está renga. Le falta equilibrio. Turquía quedó fuera, Hungría quedó fuera, Bangladesh quedó fuera, Singapur quedó fuera. Durante un tiempo, Serbia y Kosovo quedaron fuera, pero cambiaron de opinión. Algunas de las decisiones fueron geoestratégicas: ‘Si vamos a invitar a India y no invitamos a Pakistán, nos va a causar problemas’. Y no todo el mundo estaba contento con ello. Se invitó a Polonia, y creo que eso se debió en parte a que había una sensación de que hay que intentar asegurarse de que no caigan por el precipicio antidemocrático”.

Y su colega Usha Sahay, una de las editoras generales de Político, agregó en un podcast que “Esta idea de que todo el mundo quiere democracia y nadie quiere autocracia, es una visión muy binaria. Lo que la gente quiere es un gobierno competente. Así que lo que ésta administración trata de decir es que no podemos limitarnos a: ‘Bueno, tenemos elecciones, y por tanto somos mejores’. Tenemos que demostrar que la democracia puede dar resultados. La pandemia ha puesto en tela de juicio la competencia de muchos países democráticos, incluido Estados Unidos”.

Aunque en un principio la Administración Biden esperaba celebrar esta primera cumbre antes, y en persona, su elección del 9 al 10 de diciembre tiene cierto significado. El 9 de diciembre es el Día Internacional contra la Corrupción, mientras que el 10 de diciembre es el Día de los Derechos Humanos. Se espera que la administración dé a conocer nuevas sanciones contra los cleptócratas y los violadores de los derechos humanos en esos días. Temas que prevalecen entre las iniciativas que la Casa Blanca pondrá a consideración de los líderes: La defensa contra la autocracia, la lucha contra la corrupción y la promoción de los derechos humanos.

El lunes, se dio a conocer su estrategia anticorrupción, que incluye medidas para combatir el uso del mercado inmobiliario estadounidense como lugar para el blanqueo de dinero y otros actos ilícitos. El papel de la tecnología en el fomento o el debilitamiento de la democracia está llamado a ser otro tema importante. La semana pasada, la administración dijo que una de las iniciativas de la cumbre será un esfuerzo multilateral para imponer límites a la exportación de tecnología de vigilancia y de otro tipo que pueda utilizarse para atacar a los disidentes y socavar los derechos humanos. Aunque no está muy claro cómo se van a monitorear los avances o retrocesos en este sentido. Una idea que circula es la realización de otra cumbre evaluatoria el próximo año, esta vez presencial. “Es importante que Estados Unidos y las demás democracias asuman compromisos reales porque, de lo contrario, se verá como un ejercicio de relaciones públicas y aumentará el cinismo”, dijo Michael Abramowitz, presidente de la organización de vigilancia de la democracia Freedom House.

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De América Latina, quedaron sin invitación Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y El Salvador. Algo que profundiza la grieta ya existente en las decisiones continentales y pone en aprietos a algunos países en los que las inversiones chinas están teniendo un papel preponderante. “Aunque el auge de los regímenes autoritarios, como el de China, también puede desempeñar un papel en la crisis global de la democracia, dar prioridad a esta tendencia probablemente hará que los gobiernos latinoamericanos tengan más dudas sobre todo el esfuerzo de promoción de la democracia”, explica Oliver Stuenkel, de la Fundação Getulio Vargas (FGV) de San Pablo. “Si la cumbre hace demasiado hincapié en la preocupación por la creciente influencia china o rusa en todo el mundo, los escépticos de la cumbre en la región describirán rápidamente la reunión como poco más que un esfuerzo por reforzar la alianza liderada por Estados Unidos contra Pekín y Moscú. Ningún líder latinoamericano, ni siquiera el presidente de Brasil, fervientemente pro-Estados Unidos, quedarían en una posición muy cómoda, dados los fuertes lazos económicos de la región con China. En lugar de permitir que la geopolítica enmarque el debate como una lucha entre democracias y autocracias, los líderes latinoamericanos preferirían centrarse en los factores internos de la erosión democrática.”

El gran desafío de Biden en esta cumbre es el de presentar iniciativas que vayan mucho más allá de la retórica y que comprendan las raíces del malestar global con la democracia. La creciente desigualdad está erosionando todo el entramado social. Sus consecuencias, la corrupción, la cleptocracia, la falta de oportunidades para los más jóvenes, la pobreza y la miseria, hacen el resto. El viernes por la noche se sabrá si la cumbre logró ir más allá de los enunciados y abordó la democracia integral para preservarla o si la crisis sigue su curso hacia el abismo.

Infobae: Giustavo Sierra

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