1997, el año del ‘Big Bang’ de la moda contemporánea
París, 5 mar (EFE).- Alexander McQueen, Gianni Versace, John Galliano, Diana de Gales… El año 1997 estuvo lleno de acontecimientos que transformaron por completo la industria de la moda, tanto es así que ahora el Palais Galliera, museo de la moda de París, le dedica una exposición.
La cabecera de moda Vogue habló en su editorial de «Big Bang» en 1997, en referencia a la explosión de creatividad y nuevas energías que se estaban dando.
«Es un año extraordinario, con respecto a la década y dentro de la historia reciente de la moda contemporánea. Hubo una explosión de talento y creatividad, y dentro de la industria del lujo hay un determinado desarrollo que termina en eso que conocemos hoy como la moda contemporánea», dice la directora del Palais Galliera, Miren Arzalluz.
Aquel año dejó colecciones que, por su innovación y el cuestionamiento que de los cánones de belleza hasta entonces, entraron en los libros de Historia de la Moda, entre ellas la «Body Meets Dress, Dress Meets Body» de Comme des Garçons, con la que Rei Kawakubo distorsionó por completo las formas femeninas, al estirar el tejido, y ponere bultos y protuberancias.
Martin Margiela presentó su célebre colección Stockman, convirtiendo forros y patrones en ropa de Costura; Tom Ford marcó el inicio de una moda hipersexualizada con su tanga «G-String» unisex.
Jean-Paul Gaultier y Thierry Mugler se estrenaron en la Alta Costura; dos británicos irreverentes, John Galliano y Alexander McQueen, trastocaron el París de la moda al ser nombrados a las riendas de las marcas Christian Dior y Givenchy, respectivamente, con unas creaciones que la crítica de la época llamaba «disfraces».
CAMBIOS TRAS CRISIS GLOBALES
Fueron doce meses cargados de propuestas que rompían con el ciclo anterior, en un período de crisis económica y social, y cuando parecía que París había agotado su protagonismo como cuna de la moda mundial.
Un trastorno similar al que se produjo en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Dior creó el ‘New Look’ que se convirtió en la silueta imperante hasta bien entrados los años 60.
«Dior ofreció una manera de escapar del drama de la guerra y de volver a lo que se entendía como la belleza y la costura. El contexto es muy diferente, pero la moda de 1997 también surge de una crisis, no tanto humana como de la industria», explica Arzalluz, comisaria de la exposición junto a Alexandre Simon.
A finales de los 90, el fenómeno de la globalización se aceleró y jóvenes directores como Hedi Slimane, Stella McCartney, Nicolas Ghesquière u Olivier Theyskens aparecieron en el escenario al ser convocados para dirigir marcas históricas como Yves Saint Laurent, Chloé o Balenciaga que moldearon por completo al tiempo que, cada uno por su lado, se hizo un nombre propio.
La exposición parece en realidad una sucesión de anécdotas, ilustradas con sus respectivos vestidos, películas y fotografías, que van revelando cronológicamente el avance de un año extraordinario.
Entre ellas destaca, por ejemplo, el boceto del último vestido que Giorgio Armani confeccionó para Diana Spencer, Lady Di, revelado semanas después de su trágica muerte, en agosto de 1997. Ella era, en palabras del italiano, «el icono de moda y estilo más poderoso de su tiempo».
Un mes antes, Spencer había acudido al funeral de Gianni Versace, asesinado en Miami días después de presentar su colección de Alta Costura, una ruptura también con la espectacularidad y el fenómeno de las supermodelos que había marcado la década de 1980.
EL FIN DE UN SISTEMA
En 1997 se vio, entre otras cosas, la primera y última colección de casullas concebida por un diseñador de moda para el Papa y toda la cúpula de la Iglesia Católica; así como el nacimiento del primer bolso «It», el modelo Baguette de Fendi, convertido en un éxito en el mercado.
Los comisarios del Palais Galliera lanzan de esa forma una reflexión, de difícil respuesta, sobre el nacimiento de un sistema cuestionado hoy social, cultural, ecológica y económicamente.
El feminismo, la falta de representatividad, la diversidad étnica y el desarrollo sostenible, acelerados en 2020 con la pandemia de coronavirus, han abierto nuevos planteamientos en la industria, donde cada vez más el interrogante es hasta qué punto se puede mantener este ritmo de producción, ostentación y consumo.
«Durante la pandemia se cuestionó todo esto, se dijo que era momento de repensar las cosas, pero la verdad es que duró poco y estamos de nuevo en la misma dinámica», constata Arzalluz, que se pregunta también sobre el ritmo actual: «¿Hasta dónde puede llegar?».
por María D. Valderrama.