4 escenarios para el desenlace de la guerra en Ucrania

Por Rajan Menon

The New York Times

Menon es profesor emérito de relaciones internacionales en la Powell School del City College de Nueva York e investigador sénior del Instituto Saltzman de Estudios sobre la Guerra y la Paz de la Universidad de Columbia.

Casi tres años después de que Vladimir Putin ordenara a los soldados rusos invadir Ucrania, la guerra está entrando en la que podría ser su fase final, y un acuerdo para ponerle fin parece más probable que nunca.

Ucrania está pasando apuros: no ha dejado de perder terreno desde el verano, su ejército se enfrenta a una escasez cada vez más grave de soldados, y Rusia ha ganado seis veces más territorio en lo que va del año que en todo 2023. Tras jurar durante mucho tiempo que no cedería ningún territorio a Rusia, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, reconoció recientemente que el ejército ucraniano carece ahora mismo de la fuerza necesaria para liberar todo el territorio que ocupa Rusia, y planteó la idea de posponer ese objetivo a cambio de entrar a la OTAN. Una encuesta reciente de Gallup reveló que alrededor del 52 por ciento de los ucranianos están a favor de un final rápido y negociado de la guerra, frente a solo el 27 por ciento el año pasado.

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Los ucranianos están cansados del conflicto, pero Rusia también tiene problemas. Ucrania y sus aliados calculan que los muertos y heridos del ejército ruso podrían rondar los 700.000, y los conteos geolocalizados han sugerido que se han destruido más de 14.000 piezas de equipo militar ruso. Las bajas —que el Ministerio de Defensa británico estimó en un promedio de unas 1500 diarias en la primera quincena de noviembre— y las pérdidas de armamento a esta escala no se pueden sostener indefinidamente.

La economía rusa también está mostrando señales de la tensión. El banco central ruso prevé que el crecimiento caiga bruscamente el próximo año, hasta un 0,5 por ciento. El banco central afirma que la inflación es del 8,54 por ciento —en octubre subió los tipos de interés a un severo 21 por ciento—, pero algunas encuestas privadas sugieren que podría ser el doble o más. A finales de noviembre, el rublo cayó a su nivel más bajo desde marzo de 2022. El costo de alimentos básicos como la mantequilla, la col y las patatas se ha disparado, y algunas tiendas han empezado a guardar los paquetes de mantequilla en armarios cerrados con llave para evitar robos.

A pesar de dedicar vastos recursos a la guerra, Putin aún no controla todas las provincias ucranianas de Donetsk, Jersón y Zaporiyia, que, junto con Luhansk, forman parte de sus objetivos declarados. Él también ha empezado a esbozar sus condiciones para un alto al fuego, incluso mientras sus tropas avanzan y antes de que haya conseguido expulsar totalmente a los soldados ucranianos de las partes de la provincia rusa de Kursk que invadieron en una audaz maniobra en agosto.

El inminente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha puesto a todos sobre aviso. Trump ha prometido poner fin a la guerra rápidamente y no le faltará influencia para hacerlo: puede detener la ayuda militar a Ucrania si este país no negocia y aumentarla si Putin se niega a sentarse en la mesa. Pero, aunque se han presentado varias propuestas para un acuerdo en privado y en público, no está claro que Trump tenga un plan viable.

Aun así, al final se llegará a un acuerdo, así que es hora de planificar la fase de posguerra. Se acuerde lo que se acuerde, Ucrania seguirá colindando con un vecino grande y poderoso que podría volver a atacar. Por lo tanto, las conversaciones han girado en torno a las garantías de seguridad si Putin desobedece los términos de un acuerdo político. Cuando Zelenski se reunió con Trump y con el presidente francés Emmanuel Macron en París este mes —la primera reunión en persona de Zelenski con Trump desde las elecciones—, al parecer aprovechó la oportunidad para insistir en la importancia de tales garantías.

He aquí cuatro posibles escenarios para la futura seguridad de Ucrania.

Zelenski quiere ingresar a la OTAN, pero es probable que esta esperanza siga sin cumplirse. Se requiere unanimidad para admitir a un nuevo miembro en la OTAN, y lo más cerca que ha estado la alianza de tener una opinión unánime sobre Ucrania fue en 2008, cuando anunció que Ucrania se uniría a sus filas en una fecha futura no especificada. Esa vaguedad dio lugar a divisiones que persisten hoy en día: según los informes, al menos siete países de la OTAN se oponen a la entrada de Ucrania o quieren aplazarla indefinidamente, incluido Estados Unidos. Los principales asesores de Trump han dicho que la membresía está descartada.

Como alternativa, una coalición de países voluntarios podría comprometerse a proteger a Ucrania. El problema es que Ucrania querrá que Estados Unidos esté entre los garantes. Considera que la OTAN es esencialmente una garantía de protección estadounidense y no considerará fiable ninguna coalición a menos que esté fortalecida por soldados y armamento estadounidenses. Es poco probable que Trump, quien pretende no solo poner fin a la guerra sin hacer ninguna promesa de proteger a Ucrania, sino también reducir los compromisos de seguridad de Estados Unidos en Europa en general, firme un acuerdo de este tipo.

Las declaraciones de Trump y las personas que ha elegido para los puestos de mayor responsabilidad en política exterior y seguridad nacional sugieren que el poder militar estadounidense se dirigirá cada vez más hacia Asia-Pacífico para contrarrestar a China. Además, por simples razones geográficas, la seguridad de Ucrania siempre importará más a los europeos que a los estadounidenses. Por lo tanto, es prudente prever un papel militar estadounidense reducido en Europa que exigirá que los europeos, como mínimo, asuman una mayor parte de la carga de su defensa, quizás incluso la responsabilidad principal de proteger a Ucrania.

¿Cómo podría ser un desenlace en el que Europa tome la iniciativa? Varias naciones europeas han debatido la posibilidad de posicionar soldados en la Ucrania de la posguerra. La semana pasada, Macron, quien ha insistido en que Europa debe hacer más por su propia defensa, se reunió con el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, para discutir el despliegue de soldados europeos en Ucrania tras un acuerdo de paz. Más tarde, Tusk dijo que su país “no planeaba ninguna acción de este tipo”, ni siquiera tras un alto el fuego. En resumen, ha habido conversaciones sobre una garantía de seguridad europea, pero ninguna decisión.

Otro posible modelo —llamémoslo neutralidad armada— será el que menos prefiera Ucrania. Exigiría que Rusia se comprometiera a no atacar a Ucrania y que Ucrania renunciara tanto a pertenecer a la OTAN como al despliegue de soldados y armamento extranjeros en su territorio. La neutralidad armada dejaría a Ucrania más vulnerable en comparación con las otras soluciones. También puede ser el resultado más alcanzable. Putin ha dicho que la neutralidad es esencial para las “relaciones de buenos vecinos”. Puede ser difícil imaginar unas relaciones de buenos vecinos en cualquier circunstancia, pero los importantes triunfos de Rusia en el campo de batalla, sobre todo en los últimos meses, le permitirán a Putin negociar desde una posición de fuerza.

Ucrania no puede confiar en una promesa rusa de no agresión y debe maximizar su seguridad si el resultado es la neutralidad armada. Puede y debe rechazar cualquier límite al tamaño de su ejército —algo en lo que Rusia insistió durante las negociaciones fallidas de 2022— o a las armas convencionales que puede adquirir o fabricar. Los países europeos, que ya están entrenando a soldados ucranianos e invirtiendo en sus industrias de defensa, pueden hacer más en ambos frentes. Ucrania ha demostrado ser un adversario formidable, y si su ejército experimentado y probado en combate puede hacerse más fuerte y equiparse mejor, Rusia tendrá que vérselas con un adversario mucho más poderoso.

Tras más de 1000 días de una guerra que ha matado a miles de personas, desplazado a millones y destruido grandes zonas de Ucrania, puede que se acerque el final. Pero para lograr una paz duradera, en lugar de una pausa que solo dure lo suficiente para que Rusia se reagrupe y vuelva a atacar, lo que cuenta es lo que viene después.

Menon es profesor emérito de relaciones internacionales en la Powell School del City College de Nueva York e investigador sénior del Instituto Saltzman de Estudios sobre la Guerra y la Paz de la Universidad de Columbia.

The New York Times

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