Santiago Hirujo y Jorge Cela
Altagracia Paulino 1
Quiénes fueron estas dos figuras? Muchos de los que me leen saben quiénes fueron, pero no todos conocen por qué dedico mi entrega de hoy a ellos. Fueron dos sacerdotes, uno diocesano y otro jesuita; pero, igualmente, dos seres humanos que marcaron a toda una generación en los principales barrios marginados de la capital.
A Santiago Hirujo lo conocí en el periódico El Nuevo Diario, donde laboró como corrector de estilo. Su sonrisa casi permanente fue parte de su personalidad: era un ser alegre, muy trabajador, solidario y, como tal, entregado al servicio del sacerdocio que asumió tras consagrarse en 1961 en La Vega, el mismo día que se invistió de sacerdote el segundo Cardenal del país, Nicolás de Jesús López Rodríguez.
Una persona inteligente, inquieta, comprometida y convencida de que había que sembrar en los barrios para que los jóvenes se formaran en valores. Sus prédicas eran distintas; era de la llamada nueva iglesia, la iglesia comprometida con los pobres. Fue párroco en la Iglesia Santo Cura de Ars, en Capotillo.
Pasé mucho tiempo sin verlo hasta que un día, haciendo reporterismo por Sabana Perdida, descubrí que una iglesia se llama «Nuestra Señora de América Latina». ¡El nombre me llamó tanto la atención que pregunté por el párroco y, oh sorpresa!, era el padre Santiago Hirujo.
Nos reímos, conversamos y, muy en serio, narró la historia de la iglesia que había heredado del padre José Manuel Madruga, quien entregó al arzobispado el control de la parroquia y quedó Hirujo como vicario pastoral. Junto al teólogo Marcos Villamán, dieron un toque diferente al promover la iglesia de los pobres.
Jorge Cela, sacerdote jesuita, lo conocí a través de otro jesuita, el entrañable amigo Antonio Lluberes Navarro (padre Ton). Los jesuitas hacen votos de pobreza, no manejan dinero y lo que ganan en docencia lo donan a la Compañía de Jesús.
La opción por los pobres lo llevó a ser un habitante más de los barrios Guachapita, Domingo Savio, entre otros barrios de la periferia. Fue motivador social, cofundador de entidades como el Comité para la Defensa de los Derechos Barriales (COPADEBA), Ciudad Alternativa, Centro Bonó, Centro Montalvo, Ediciones Populares y el Foro Ciudadano.
Ambos sacerdotes se fueron de este mundo en el mes de noviembre: Hirujo el 30 de noviembre de 1994 y Jorge Cela el 29 de noviembre de 2020. Dejaron un gran legado que fue recordado con gran emoción en un homenaje realizado el 29 de octubre en el Centro Juan Montalvo. De manera póstuma, se reconocieron sus aportes. También fueron homenajeados José Ceballos (Chichi), fundador y líder de COPADEBA; la hermana Luisa Campos; Nicolás Guevara y Argentina Henríquez, defensores de los derechos barriales.
Ricardo González, de Ciudad Alternativa, me invitó al acto. Me sentí honrada con estar allí, porque como reportera fui parte de la historia de la reivindicación de los derechos barriales, cuando comenzaron los desalojos para dar paso a la Avenida Quinto Centenario a finales de los 80 y principios de los 90.
Estos curas contribuyen a cambiar no solo el rostro de la pobreza, produjeron cambio de actitud en muchas personas, sobre todo en jóvenes. Su labor debe ser evaluada y sopesada. Lo que presencié en la actividad fue conmovedor, porque Hirujo y Cela ayudaron a cambiar la vida de muchos jóvenes en los barrios tradicionales de la capital. Necesitamos más curas como ellos.
Hoy