Disparate mayúsculo
Por Anibal de Castro
Hay una expresión que me encanta. De manera amena y aparente benevolencia, se refiere a los excesos. Como tales, casi siempre criticables. Pasarse de contento. Imagino se trata de un dominicanismo, revelador del ingenio que nos identifica.
Pues efectivamente, Pro-Consumidor se ha ganado el premio máximo de la contentura por la nada envidiable idea de abrir una oficina en Nueva York y Miami, adscrita al consulado dominicano, para atender las quejas que puedan tener emigrantes nuestros en pasadas visitas a su país de origen. Para indigestarse de risa. Como esa agencia pública brega con quejas, este comentario es una. Radicada aquí y con solución aquí.
Llamémosle cortésmente desinformación al acto de pasar por alto las transformaciones sufridas por los departamentos de servicio al cliente. Montados en los avances tecnológicos, se manejan por la vía digital. No tiene el cliente que desplazarse, sino que, desde cualquier punto del planeta, expone su insatisfacción o busca remedio a su inconformidad.
¿Es válido pensar que un dominicano se molestará en acudir al consulado para exponer una queja sobre un mal servicio o dificultad que experimentó en un viaje a la República Dominicana? ¿Acaso ignoran en Pro-Consumidor que cualquier gestión en la Gran Manzana o Miami consume tiempo, lo que redunda en pérdida de ingresos para bolsillos maltrechos?
Con un teléfono o una dirección de correo electrónico en Santo Domingo o cualquier punto de la geografía nacional, se puede atender perfectamente a los quejosos. Claro, quienes estén al frente de ese servicio cobrarán en pesos y vivirán en esta media isla que tanto ama y se desvive por quienes probaron suerte en otras latitudes.
Mejor que hablar de dislate, tontería, estulticia u otro calificativo apropiado, diremos que la gente de Pro-Consumidor se pasó de contenta.
Diario Libre