Soledad del Presidente

Por ANULFO MATEO PEREZ

Tras la decisión de Luis Abinader de no presentarse a una próxima contienda electoral, sus más cercanos “colaboradores” han iniciado la carrera para sustituirle, por lo que su autoridad pudiera ser afectada dadas las deslealtades y la traición de los aspirantes a la Presidencia, para estos llevar agua a su propio molino.

Para los aspirantes a la Presidencia de la República de su partido, esa meta puede convertirse en una obsesión y dedicar la mayor parte del tiempo para llegar a la jefatura del primer poder del Estado.

El que aspira al Poder le sucede lo mismo al que ha logrado alcanzarlo, por lo general y en muchos casos, pretende llenar un vacío emocional, suturar una herida psíquica o compensar un desequilibrio.

El individuo se obsesiona con lograr el Poder “contra vientos y mareas”, sin importarle a quien se lleve por delante; lo hace con desesperación, y es frecuente que se “desmorone” al no lograrlo.

Es común que ese fracaso provoque una crisis importante en el aspirante a la Presidencia de la República y va a depender del equilibrio personal del político, de su armonía interior y de sus relaciones sociales.

El estado emocional dependerá de su madurez política y del lugar que ocupaba el Poder en su psiquis, del sentimiento de soledad que deja el fracaso en su interior y de las relaciones con los demás.

Para el Presidente esas condiciones pueden agravarse y estallar en crisis cuando sus más “fieles servidores” se alejan o le traicionan, y la soledad del Poder se convierte en el trance desolador tras las deslealtades.

La soledad del Poder del Presidente se hace más ostensible, el día en que advierte que ya no puede hacer lo que desea y choca con la realidad de que sus «colaboradores”, no son tales, sino verdaderos buitres.

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