Realidades y mitos en las deportaciones de Estados Unidos

Flavio Darío Espinal

En la campaña electoral de Estados Unidos, el entonces candidato presidencial Donald Trump prometió que llevaría a cabo una masiva deportación de inmigrantes ilegales como nunca se había visto en la historia de ese país. Se habló de la existencia de alrededor de once millones de indocumentados que serían expulsados de Estados Unidos como resultado de esta amplia y agresiva política de deportaciones. Esa promesa del hoy presidente Trump entusiasmó a diversos grupos demográficos, incluyendo a muchos latinos, especialmente hombres, que, aunque tal vez fueron indocumentados alguna vez, hoy prefieren que no entren más inmigrantes a ese país.

Independientemente de si esa es una política justa o económicamente racional, la primera cuestión que hay que plantear es si esta es viable o no, esto es, si es posible deportar en un período de cuatro años a once millones de personas o, al menos, la mitad o un tercio de esa cantidad. Con base en la experiencia histórica, la respuesta es que no, que no es posible alcanzar esas cifras de deportados, aunque ver aviones partir llenos de inmigrantes deportados excite a mucha gente y genere tanto morbo en la opinión pública.

El 2012, durante la Presidencia de Barack Obama, fue el año que más inmigrantes indocumentados se han deportado de Estados Unidos en toda su historia. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por su sigla en inglés) reportó ese año una cantidad aproximada de 409,849 deportados. El segundo año con más deportados fue el 2013, también en la Administración Obama, con una cantidad aproximada de 368,644. Esto hizo que la revista británica The Economist titulara un artículo sobre este tema como «la maquinaria de deportaciones de Obama», mientras algunos críticos lo llamaron «the «deportation in chief». El presidente Obama no hacía alardes de esas deportaciones, pero lo cierto es que nunca descuidó ese frente, pues entendió muy bien, a diferencia del presidente Joe Biden, que las migraciones descontroladas causan serios problemas políticos. A él lo criticaron por exceso y por defecto: los liberales consideraban que su política migratoria era muy draconiana, mientras que los conservadores consideraban que las deportaciones no eran suficientes.

Con la llegada de Trump al poder en enero de 2017 se esperaba que las deportaciones aumentaran considerablemente tomando en cuenta todo lo que dijo en su campaña electoral sobre los migrantes y sobre la construcción de un muro en la frontera entre México y Estados Unidos, el cual nunca llegó a construir. Las cosas resultaron muy diferentes. El año que más deportaciones hubo durante la Administración Trump fue en el 2019 con 267,258, mucho menos que el promedio anual de Obama de 375,000 durante sus ocho años de gobierno. En el período completo de Trump, según cifras del ICE, se deportaron aproximadamente 935,000 personas, lo que hace un promedio anual de 233,750 deportados, una cifra mucho menor que el promedio de Obama. No obstante, la generalidad de la gente piensa que durante el mandato de Trump se deportó más que en el de Obama, pues el primero ponía el tema migratorio en el centro de su discurso político para mantener su base electoral activa y motivada, lo que no ocurría con Obama, quien no pretendía movilizar ningún sector social o demográfico sobre la base de su política de deportaciones.

Al llegar el presidente Biden al poder en enero de 2021, este desmontó las medidas de la Administración Trump en la frontera con México, las cuales fueron tildadas de muy crueles por sectores liberales y defensores de derechos humanos, especialmente la política de separación familiar, lo que generó escenas verdaderamente desgarradoras que impactaron la opinión pública. También facilitó los trámites para quienes solicitaban admisión en condición de refugiados. Esto hizo que durante los primeros dos o tres años de Biden se produjera un incremento significativo en la entrada de inmigrantes a Estados Unidos -se habla de alrededor de dos millones de nuevos migrantes-, lo que generó gran disgusto en la población, especialmente en ciudades con autoridades democráticas donde fueron a parar esos migrantes y refugiados, entre los que se destacan los venezolanos que han estado saliendo por millones de su país. Sin embargo, durante el último año de la Administración Biden el ritmo de las deportaciones volvió a la normalidad, ya que al corte del año fiscal que terminó el 30 de septiembre de 2024 se deportaron 270,000 personas, una cifra ligeramente mayor que la que logró Trump en su mejor año. No obstante, el daño electoral ya estaba hecho, de los cual se benefició ampliamente el entonces candidato Trump, quien usó una retórica muy fuerte contra los migrantes durante su campaña presidencial.

La cuestión que se plantea en el contexto de la nueva Administración Trump es: ¿se deportarán los once millones de inmigrantes documentados como este último prometió en su campaña? O una meta más modesta: ¿podrá el presidente Trump igualar a Obama en cuanto deportaciones? El número de deportados que desde el 21 de enero de 2025 indican que, de seguir el ritmo actual, no se llegará ni cerca a ninguna de estas dos metas. Según las cifras del ICE, durante los primeros siete días del nuevo gobierno se deportaron 5,282 personas, lo que haría un aproximado de 21,128 al mes y 253,536 al año, para un total de 1,014,144 en el período completo, lo que no llega al medio millón y medio que, en promedio, deportó el Gobierno de Obama en cada uno de sus dos períodos. Si se asume el improbable escenario que las actuales autoridades podrán deportar el doble de lo que llevan en promedio hasta ahora, la cifra subiría a alrededor de dos millones de deportados durante los cuatro años de Trump, lo que está muy lejos de los once millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

El presidente de Colombia Gustavo Petro tuvo el desatino de devolver un avión con deportados que llegaba a su país desde Estados Unidos para luego cambiar de opinión y aceptar la llegada de los deportados. Lo cierto es que nunca ningún país se había negado a recibir aviones de Estados Unidos con deportados, lo que ocurre cotidianamente, pero ese hecho creó la sensación de que las cosas habían cambiado con la llegada de Trump. Lo mismo puede decirse de las medidas que ordenan el allanamiento de escuelas, iglesias y centros comunitarios. Sin embargo, la realidad es que lo que se medirá al final es el número de deportados, el cual es poco probable que llegue siquiera al 25 % de la totalidad de los inmigrantes indocumentados. Las autoridades no podrán, por falta de recursos y cansancio humano, mantener la intensidad de las acciones de estos primeros días. A su vez, los migrantes encontrarán maneras de protegerse mejor y la economía exigirá que a esas personas las dejen tranquilas haciendo las labores que los trabajadores blancos no hacen ni quieren hacer.

Diario Libre

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