Trump y Haití, un coletazo a RD

Angel Lockward

El Listín Diario trajo esta semana en portada la confirmación de una decisión del presidente Donald Trump en la cual ratifica que no hay excepciones y que la era de la cooperación al desarrollo y la protección a los políticamente vulnerables – en la que indudablemente hubo excesos y desviaciones – terminó; esta vez el foco ha sido la migración haitiana beneficiada con status temporal que asciende a unas 520 mil personas.

Estas personas que hacen parte de una diáspora que los organismos sitúan –erradamente– en unos 2 millones de haitianos envió a Haití en el 2024 según el BID unos USD$ 4,377 millones de dólares, la mayor parte (83%) desde Estados Unidos. Este ingreso, piedra angular del PIB haitiano había sido sostén de los años previos en medio de su peor crisis, por lo que en términos económicos la medida constituye un golpe devastador, puesto la decisión afecta aproximadamente a la mitad de los haitianos que se encuentran en territorio estadounidense, a un 25% de los que están dispersos por el mundo, según los organismos multilaterales que contienen una medición equivocada de los que están en República Dominicana en donde hay más de un millón: Podría representar en su peor punto unos USD$ 1,800 millones anuales menos de ingresos en remesas para Haití.

El presidente estadounidense Donald Trump habla en la Oficina Oval de la Casa Blanca mientras anuncia aranceles recíprocos, en Washington, DC. La medida está abriendo nuevos frentes en la guerra comercial.

Más allá de la cuestión económica –por la pérdida de ingresos- está el aspecto humano pues en un Estado colapsado recibir a una cantidad como esa de personas, que no se ha indicado cómo serían trasladados, si en flotas de barcos o de aviones en pocos meses, está el impacto en la vivienda, la salud y la alimentación al llegar, no creo que haya dudas de que se formará la crisis humanitaria más importante del último siglo en América.

Contrario a la narrativa vendida en el mundo a lo largo de las últimas décadas, no pienso que Francia, Estados Unidos o ninguna otra nación sean responsables de la tragedia centenaria en Haití, lo son los haitianos que han sido incapaces de gestionarse a sí mismos; pero lo que no admite discusión es que el problema existe y se debe a la hipocresía internacional que en los 7 últimos lustros ha reiterado soluciones fallidas en aras de soñar con una democracia funcional, electoral, sin instituciones políticas, ni públicas, ni privadas: Haití, dirigida, debe pasar la etapa de crear ciudadanos e instituciones republicanas, sin las cuales la democracia es imposible.

Hoy el primer problema –porque impide resolver los demás- es el de las bandas que controlan gran parte del territorio y los focos principales de las ciudades, en especial, Puerto Príncipe y, los culpables son Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos que erradamente auspiciaron disolución del Ejército, la única institución que existía desde la fundación de la república, como si esa tierra fuera Suiza o Costa Rica, desde entonces reina un caos que ha ido creciendo y no puede contener la fuerza policial de Kenia, cuyos salarios cada mes se cuestiona la capacidad de pagarlos, como acaba de admitir en Barbados, Antonio Guterres, secretario general de la ONU en la reunión de Jefes de Gobierno del Caricom. Trump dispuso que no habría más fondos para ese barril sin fondo.

Puede parecer que el abandono del multilateralismo del presidente Trump y el retorno histórico a la hegemonía de los imperios, suene muy duro, pero lo cierto es que ese sistema ideal quedó entrampado en la burocracia, la ineficacia más absoluta y, tal vez sea cierto que una corrupción más sólida que la que con frecuencia se pretende cuantificar e imputar a la clases políticas nacionales ¿Hay alguna razón para mantener a la OEA cuya Comisión de Derechos Humanos tarda más de 22 años en darle curso a una querella a la Corte Interamericana, como en el caso 13.031, sometido en el 2003?

La decisión del presidente Trump es de la mayor urgencia para nosotros y, no porque vayan a solicitarnos campamentos de refugiados como hicieron los gobiernos demócratas, posibilidad que descartó el secretario de Estado Rubio en su visita, sino porque siendo un país limítrofe, que ya perdió el 8% de su territorio, la desesperanza forzará al límite nuestro control fronterizo y, esa situación nos llega en un mal momento en las relaciones de ambos países por culpa del manejo electoral que se dio a la crisis del canal a finales del año 2023.

De las relaciones ácidas con Jean Bertrain Aristide, logramos desde mi amigo Rene Preval, construir partiendo de una invitación que le hice en el año de 1995, el trato más fluido de nuestra historia y en su marco, las relaciones comerciales y de cooperación más productivas hasta el 2023 en que, por un error de apreciación política del presidente Abinader, todo se fue al sumidero.

Se nos descontroló el problema migratorio que desde la sentencia del Tribunal Constitucional y la posterior modificación a la Ley de Migración, permitía una política de regularización más acorde con los tiempos y, desde luego, el comercio, cayendo las exportaciones en el 2023 y 2024 por debajo de los niveles del 2022 cuando alcanzaron los USD$ 1,039 millones, cuestión que llevó a la quiebra a muchos productores y comerciantes dominicanos.

El problema se ha agravado con la participación de haitianos en hechos violentos y delincuenciales, y desde luego, presionando el sistema de salud en donde el 37% de los partos, en los hospitales públicos, son de ciudadanas haitianas o en el sistema de educación, en donde el 7% de los estudiantes primarios, son de ese origen. Esa a largo plazo es una bomba en que el daño menor es el costo actual.

El presidente Trump está en posiciones de realizar deportaciones masivas pues él por su posición de poder puede pasar por alto o denunciar los tratados que las prohíben, él puede negar los servicios de salud o de educación a los ilegales, pero nosotros signatarios de pactos sobre los derechos humanos, no podemos hacerlo como propone el presidente Abinader sin correr el riesgo de ser sancionados por los inoperantes organismos internacionales controlados por los woke anti dominicanos, que incluyen a muchos pagados por entidades extranjeras, pero lo que si podemos sin alardes, sería y juiciosamente es, controlar mejor la frontera reduciendo el negocio de la trata de personas, avanzar en las repatriaciones y, cuando el momento lo permita, en forma bilateral o mediante entidades como la Cruz Roja, construir clínicas rurales – que cuestan centavos- en la franja para que los haitianos sean atendidos en su territorio, con médicos y personal de salud –que nos sobra- pagados por el Gobierno dominicano, eso nos sale más barato y a largo plazo, más saludable.

Listín Diario

Comentarios
Difundelo
Permitir Notificaciones OK No gracias