El karma persigue a Robert Kennedy Jr.
Por Michelle Goldberg
The New York Times
Columnista de Opinión
Al igual que la inteligencia divina del universo, la lista de razones por las que la influente en temas de bienestar Casey Means no debería ser cirujana general es enorme.
Para empezar, nunca terminó su residencia médica. Ella ha dicho que abandonó su programa tras una revelación sobre la corrupción del ámbito sanitario, pero el antiguo jefe del departamento que supervisó su formación dijo a Los Angeles Times que lo dejó por ansiedad.
Means cree que la industria médica quiere enfermar a la gente para obtener ganancias por sus tratamientos, por lo que muestra poco interés en ampliar el acceso a la asistencia sanitaria tradicional. En su exitoso libro Energía vital: la sorprendente conexión entre la glucosa, el metabolismo y la inflamación para una salud sin límites, sostiene que los trastornos metabólicos causados por estilos de vida poco saludables son la raíz de prácticamente todas las enfermedades como el cáncer, la infertilidad, las cardiopatías y la depresión. No abordar las causas fundamentales de estos males significa que “cuanto más acceso a la asistencia sanitaria y a los medicamentos proporcionamos a los pacientes, peores son los resultados”.
Obviamente, Means tiene razón al afirmar que la dieta estadounidense es un desastre, y que la mayoría de la gente se beneficiaría de dormir mejor, hacer más ejercicio y utilizar técnicas de control del estrés como la meditación. Lo insidioso de su filosofía es la idea de que las buenas elecciones y una actitud positiva pueden obviar la necesidad de los fármacos modernos. (Por desgracia, la salud nunca es ilimitada, ni siquiera con las tabletas de algas ENERGYbits que Means pregona en su sitio web). Es una escéptica de las vacunas, y en su boletín sugiere que “el actual calendario de vacunas, extremo y creciente, está provocando el deterioro de la salud de los niños vulnerables”. También critica las píldoras anticonceptivas; como dijo a Tucker Carlson el año pasado: “Hemos tratado de dominar y cerrar los ciclos de las cosas que dan vida en este mundo, que son las mujeres y la tierra”.

Casey Means cree que la industria médica quiere enfermar a la gente para obtener ganancias por sus tratamientos, por lo que muestra poco interés en ampliar el acceso a la asistencia sanitaria tradicional.Credit…Ben Curtis/Associated Press
Casey Means cree que la industria médica quiere enfermar a la gente para obtener ganancias por sus tratamientos, por lo que muestra poco interés en ampliar el acceso a la asistencia sanitaria tradicional.
Sin embargo, estas opiniones no son la razón por la que algunos de los partidarios de Donald Trump estallaron en una guerra civil virtual después de que nominara a Means para ser cirujana general la semana pasada. (Trump la eligió tras retirar su primera opción, la excolaboradora de Fox News Janette Nesheiwat, de quien se descubrió que había exagerado sus credenciales). Means es una estrecha aliada de Robert F. Kennedy Jr., actual secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés). Sin embargo, gran parte del movimiento Make America Healthy Again (MAHA, por sus siglas en inglés) de Kennedy se ha rebelado contra su nombramiento. Se trata de una división que subraya la inestabilidad de una coalición política basada en la paranoia, la desconfianza y la búsqueda tenaz de influencia en las redes sociales.
Entre las voces más ruidosas que despotrican contra Means se encuentra Laura Loomer, la teórica de la conspiración que ha tenido un papel destacado en algunas de las decisiones personales de Trump. En una publicación, en la red social X, se centró en las prácticas espirituales New Age de Means, detalladas en un artículo del boletín de Means en 2024 en el que escribió sobre cómo encontrar el amor a los 35 años. La candidata a cirujana general describió cómo trabajaba con una médium, hacía ceremonias de luna llena y “experiencias de medicina vegetal”, y pedía ayuda a los árboles. Loomer la llamó chiflada y advirtió, sin rastro de ironía: “¡Los internos dirigen el manicomio!”.
A primera vista, podría parecer que hemos caído tan al revés que Loomer ha surgido como una voz de la razón, pero eso no es del todo cierto. Los enemigos de Means, tanto en los círculos MAGA como MAHA, pueden pensar que hacer hincapié en sus creencias alternativas es la mejor manera de hundir su candidatura. Pero, en realidad, la mayoría de ellos no se oponen a Means porque esté fuera de la corriente médica dominante. Se le oponen porque no está lo suficientemente fuera, en especial en lo que se refiere a las vacunas, sobre las que ha planteado dudas, pero no las ha denunciado como agentes de asesinato masivo.
Incluso antes de su nombramiento, algunos influyentes antivacunas habían empezado a sospechar de Means y de su hermano, Calley, un empresario del bienestar que ahora trabaja en el HHS. Los consideraban como unos advenedizos de poca monta que estaban desviando la atención de su movimiento de las vacunas a los alimentos, tal vez a instancias de oscuras fuerzas externas. Después de que los hermanos Means participaron en el pódcast de Carlson el año pasado, la locutora de radio de derechas Shannon Joy dedicó un episodio entero de su programa para hacer advertencias sobre ellos.
“Los recién llegados a la libertad médica Calley y Casey Means han irrumpido en escena aparentemente de la noche a la mañana, tienen una gran plataforma y, aunque aprecio su preocupación por la alimentación y la salud crónica, me resulta un poco extraño que minimicen continuamente el impacto de las vacunas”, dijo.
Ahora que Means ha sido elegida para convertirse en cirujana general, estas sospechas han provocado una desavenencia muy pública en el mundo de Kennedy. Nicole Shanahan, su antigua compañera de fórmula, escribió en internet que alguien —no Trump— parecía estar controlando secretamente a Kennedy. “Con respecto a los hermanos, hay algo muy artificial y agresivo en ellos, casi como si hubieran sido criados y educados como activos manchurianos”, dijo. Naomi Wolf, la feminista liberal convertida en teórica de la conspiración antivacunas, escribió: “Me parece que tanto Casey Means como Calley Means nos han sido enviados por intereses más aterradores que la CIA”, describiéndolos como una punta de lanza de los poderes de Silicon Valley que esperan poder cosechar los datos biométricos de los estadounidenses. Mike Adams, que dirige Natural News, un influyente sitio web de derechas sobre salud alternativa, dijo de Means: “Es una impostora, una infiltrada”.
Kennedy ha respondido a estos ataques acusando a los detractores de Means de ser cómplices a sueldo de las grandes empresas alimentarias, lo que, como probablemente puedas imaginar, ha enfurecido aún más a algunos de ellos. Durante décadas le ha dicho a la gente que poderes totalitarios monstruosos controlan el sistema médico. En la subcultura que ha ayudado a construir, el conocimiento científico no se encuentra en artículos revisados por expertos, sino en los sitios de internet, y todas las apelaciones a la autoridad son necesariamente sospechosas. Ahora las energías oscuras que ha manifestado vuelven a perseguirlo.
“Cada vez desconfío más de las fuerzas del mundo que nos dicen que silenciemos nuestra intuición en favor del pensamiento lineal y del consejo de los ‘expertos’”, escribió Means en una ocasión. Si los tipos de MAHA intuyen que hay algo raro en ella, ¿quién puede decirles lo contrario?
Michelle Goldberg es columnista de Opinión desde 2017. Es autora de varios libros sobre política, religión y derechos de las mujeres, y formó parte de un equipo que ganó un Premio Pulitzer al servicio público en 2018 por informar sobre el acoso sexual en el lugar de trabajo.
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