Y nosotros, en Belén con los pastores (si quedan)

César Nicolás Penson Paulus

Las noticias sobre la violencia desenfrenada en Haití son motivo de preocupación a este lado de la frontera. Cuanto acontece en ese espacio adonde se supone funciona una nación, repercute en nuestro lado. Las bandas, asociaciones de delincuentes sin control, se han repartido el territorio para ejercer su control diabólico sobre las actividades de la gente y lo hacen con violencia extrema, dando paso al primitivismo que les caracteriza. Esto ocurre en el segundo país que logró su independencia, tras la de Estados Unidos, lograda en 1776, convirtiéndose Haití en país libre desde el 1º de enero de 1804. Boisrond-Tonnerre, secretario de Jean-jacques Dessalines, héroe de esa gesta libertadora, declaró: “¡Para nuestra declaración de independencia, deberíamos tener la piel de un hombre blanco como pergamino, su cráneo como tintero, su sangre como tinta y una bayoneta como pluma”. Expresa el odio en el que se basa esa independencia, acumulado por los horrores a que fue sometido el africano forzado, extrañado de su tierra, costumbres y tradiciones para mezclarlos con otros de ese mismo continente, con los que apenas podia entenderse, por hablar dialectos completamente distintos. Los franceses lograron la colonia “más próspera” del mundo basados en una horrenda cultura esclavista en base a la animalización de esos esclavos, forzados hasta la muerte y abusados hasta la infamia. Su declaración de independencia está basada en la eliminación de la esclavitud y no en el disfrute de derechos ciudadanos y su condición republicana. Descendientes de estos, son los haitianos de hoy. Un locutor haitiano, Edmond Celadieu, que en buen español, induce a sus connacionales familiares de las víctimas, a hacer justicia por sus propias manos, al comentar la noticia del asesinato, en nuestro territorio, de 3 niños, cataloga a la mayoría de los dominicanos como “asesinos, sinvergüenzas y ladronazos”. Por otra parte, a más de la incesante lluvia de noticias de los desmanes de las bandas haitianas, la enorme cantidad de desplazados por supervivencia y los empujados a migrar hacia acá, por la incapacidad gubernamental de brindar seguridad a sus ciudadanos, el pobre desempeño de Migración y las Fuerzas de Seguridad que los auxilian, vimos a nuestros policías correr despavoridos, perseguidos por indocumentados armados con piedras, palos, botellas y machetes en un peligroso ensayo de insurrección y desafío. Las bases son violentas, el ánimo promovido y los nuestros, avergonzados de defender las leyes. Los gobiernos han lucido blandengues y permisivos, a más de aceptar imposiciones insólitas. Parecemos dispuestos a que nuestra nación se disuelva entre la insalubridad importada, la iletralidad e incultura traída de afuera y la amenaza frontal de la propia. Nos traen la práctica del vudú, sus creencias antagónicas a las nuestras y los ritos satánicos que practican. La dominicanidad amenazada y nos entretenemos en pendejadas….

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