Los demócratas tenían la ventaja con el cierre del gobierno ¿Por qué se rindieron?

Por Ezra Klein

The New York Times

Columnista de Opinión

En septiembre, cuando preparaba un artículo sobre si los demócratas debían cerrar el gobierno, constantemente escuchaba la misma advertencia de los veteranos de anteriores luchas por los cierres: el presidente es quien controla la posición de influencia. Controla, hasta cierto punto, qué partes del gobierno permanecen abiertas y qué partes se cierran. Es muy, muy difícil que el partido de la oposición gane un cierre.

Esto hace que el hecho de que los demócratas estuvieran a la cabeza en este sea aún más notable. Las encuestas mostraban que la mayoría de los votantes culpaban a los republicanos, no a los demócratas, del actual cierre, quizá porque el presidente Donald Trump estaba demoliendo el ala este de la Casa Blanca en lugar de negociar la reapertura del gobierno. El índice de aprobación de Trump ha ido a la baja: en la encuesta de seguimiento de la CNN, descendió a alrededor de los 30 puntos por primera vez desde que asumió el cargo. Y la semana pasada, los demócratas destrozaron a los republicanos en las elecciones y Trump atribuyó parte de las pérdidas de su partido al cierre del gobierno. Los demócratas estaban en la mejor posición en la que habían estado en meses.

Entonces, durante el fin de semana, un grupo de demócratas del Senado rompió filas y negoció un acuerdo para poner fin al cierre a cambio de —si somos sinceros— muy poco.

En esencia, el acuerdo se resume así: la asistencia alimentaria —tanto el SNAP como el WIC (Programa para Mujeres, Bebés y Niños, por su sigla en inglés), según me dijeron— recibirán un poco más de fondos, y hay algunas otras concesiones modestas sobre los niveles de gasto en otras partes del gobierno. Se volverá a contratar a los trabajadores federales despedidos y se pagará de forma retroactiva a los trabajadores federales suspendidos. La mayor parte del gobierno solo tendrá fondos hasta finales de enero. (Así que prepárate: podríamos repetir esta misma situación dentro de unos meses). Lo más irritante es que el acuerdo no hace nada para prorrogar los créditos fiscales de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA, por su sigla en inglés) que están a punto de expirar y por los que en teoría los demócratas cerraron el gobierno en primer lugar. Lo único que ofrece es una promesa de los republicanos de realizar una votación sobre los créditos fiscales en el futuro. De la decena de demócratas de la Cámara de Representantes y del Senado con los que hablé en las últimas 24 horas, todos esperaban que esa votación fracasara.

Para entender por qué este cierre está terminando con un quejido, hay que comprender el extraño papel que desempeñaron en él los subsidios de la ACA. Los demócratas afirmaron que el cierre se debía a las subvenciones, pero para la mayoría de ellos no era así. Se trataba del autoritarismo de Trump. Se trataba de demostrar a su base —y a sí mismos— que podían contraatacar. Se trataba de reaccionar de forma anómala ante un momento político atípico.

Las subvenciones de la ACA fueron señaladas como la exigencia del cierre porque podían mantener a la asamblea partidaria suficientemente unida. Pusieron a los demócratas en el lado correcto de la opinión pública —incluso los votantes declarados como seguidores del movimiento MAGA querían que se ampliaran las subvenciones— y mantuvieron unida a la temblorosa coalición del Senado. Cierras el gobierno con la asamblea partidaria que tienes, no con la asamblea partidaria que quieres.

Pero el cierre se construyó sobre cimientos agrietados. Había demócratas en el Senado que no querían el cierre en absoluto. Había senadores demócratas que sí querían el cierre, pero que consideraban extraño que su exigencia fuera tan limitada: ¿Ganar la batalla por las primas médicas era realmente ganar la lucha correcta? ¿Los demócratas realmente debían votar a favor de financiar un gobierno que se encaminaba hacia el autoritarismo con tal de que se mantuvieran los subsidios a los seguros médicos?

¿Y si ganar en la lucha por la atención a la salud fuera en realidad un regalo político para Trump? Sin una solución, la prima media del seguro médico de 20 millones de estadounidenses se duplicará con creces. El impacto de las primas afectará con especial dureza a los estados rojos. Tony Fabrizio, el veterano encuestador de Trump, había publicado una encuesta sobre distritos competitivos de la Cámara de Representantes que mostraba que dejar expirar los créditos fiscales podría ser letal para los esfuerzos republicanos por mantener el control de la Cámara. ¿Por qué se esforzaban tanto los demócratas para neutralizar su mejor argumento de cara a 2026?

La lógica política de la lucha por el cierre se invirtió: si los demócratas conseguían prorrogar los créditos fiscales —si “ganaban”— estarían resolviendo un enorme problema electoral para los republicanos. Si los republicanos conseguían que expiraran los créditos fiscales —si “ganaban”— estarían dando a los demócratas un garrote con el que derrotarlos en las elecciones.

Por eso muchos demócratas consideraron que la propuesta del senador Chuck Schumer, que ofrecía reabrir el gobierno si los republicanos prorrogaban los créditos fiscales durante un año, era errónea. Moralmente, podría valer la pena sacrificar una ventaja electoral para reducir las primas de los seguros médicos. Pero una prórroga de un año resolvía el problema electoral de los republicanos sin resolver el problema de la política. ¿Por qué iban a hacer eso?

En cualquier caso, los republicanos no estaban interesados en la oferta de Schumer. El propio Trump no había mostrado ningún interés en un acuerdo. En lugar de negociar sobre gastos médicos, Trump intensificó el daño causado por el cierre. Cientos de miles de trabajadores federales fueron despedidos. El gobierno retuvo ayuda alimentaria a estadounidenses que la necesitaban desesperadamente. Como los controladores aéreos dejaron de cobrar, los aeropuertos se sumieron en el caos.

Más que ninguna otra cosa, esto es lo que llevó a algunos demócratas del Senado a llegar a un acuerdo: la disposición de Trump para perjudicar a la gente supera a la disposición de ellos para ver a la gente sufrir. Quiero reconocerles el mérito en este punto: escuchan a sus electores y ven cómo se acumulan los problemas, e intentan hacer lo que consideran responsable y moral. No creyeron que resistir llevaría a Trump a restablecer los subsidios. Temían que sus colegas republicanos, ante la creciente presión, hicieran lo que ha exigido Trump y suprimieran el filibusterismo. (Si eso sería bueno o malo, es tema para otra columna). Este es, en definitiva, el cálculo que hicieron los demócratas del Senado que desertaron: no creen que un cierre más prolongado haga ceder a Trump. Solo creen que causaría más daño.

Si yo estuviera en el Senado, no habría votado a favor de este acuerdo. Los cierres son una oportunidad para argumentar, y el país estaba empezando a prestar atención. Si Trump prefería cancelar vuelos durante el Día de Acción de Gracias a controlar los costos de la atención médica, no veo por qué los demócratas deberían impedirle dejar tan exquisitamente claras sus prioridades. Y me preocupa que los demócratas le hayan enseñado a Trump que ceden ante la presión. Ese es el tipo de lección que él recuerda.

Pero vale la pena mantener esto en perspectiva: el cierre fue una escaramuza, no la batalla real. Ambas partes luchaban por una posición, y los demócratas, si ves las encuestas, acabaron en una mejor que al inicio. Lograron potenciar su principal argumento —la atención médica— y prepararon el terreno para que los votantes relacionaran el aumento de las primas con el gobierno republicano. No es una victoria, pero dado lo mal que suelen ir los cierres para el partido de la oposición, es mejor que una derrota.

The New York Times

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