Celac y Unión Europea , multilateralismo de papel

Por Cesar Salazar

En la reciente reunión birregional, entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) (Celac), se construyeron un adelanto de acuerdos de poca sustancia y menor compromiso.

Por un lado la UE, solida, integrada, con políticas exteriores e interiores comunes, desarrollada en lo económico, con transparencia y funcionamiento de una comunidad de derecho; cuyos problemas son la amenaza armamentista, los conflictos fronterizos y una migración necesaria, pero a la vez, ideologizada; y,  por el otro, la Celac,  fragmentada, sin políticas comunes, en bloques posiblemente en formación, sin comunidad de derecho y, por lo tanto, sin seguridad jurídica; cuyos problemas van desde la extrema pobreza, sistemas democráticos endebles, países permeados por el crimen organizado y el narcotráfico, aun en desarrollo de infraestructuras comunes. Son instancias disímiles y sin futuro: ¡un multilateralismo de papel!

Al existir inclinaciones políticas extremas, sin conciencia regional, sin consensos, sin una verdadera coordinación y alineación, con bloques superpuestos, desacuerdos diplomáticos, fragmentación institucional, polarización política entre gobiernos: los rojos, los azules, los verdes y los morados, lo religiosos y los no religiosos, los superiores y los inferiores, los desarrollados y los en desarrollo, los decentes y los menos decentes, en el que no cabe hablar de Cumbre si no llega Brasil pero si falta uno de los nuestros no importaría; nos confirma que el dialogo multilateral o birregional entre la UE y la Celac sea otro foro de alto nivel sin recaudo, en el que algunos Estados ocupan la instancia en un centro de reuniones bilaterales con simpatizantes ideológicos y a veces extremos para llegar primero o pedir primero, y para los que están en posiciones más débiles es otro malgasto del erario público.

En la Cumbre copresidida por el presidente del Consejo europeo Antonio Costa y el presidente de Colombia Gustavo Petro, pese a estar ellos mismos en una geopolítica envolvente en la que el derecho internacional deja ver su relativismo y la protección de los derechos humanos está en entredicho, Costa asegura que en un mundo multipolar se requiere de una respuesta multilateral y que la Cumbre demuestra el valor del dialogo. Además, que la relación birregional está basada en valores e intereses compartidos, sociedades resilientes, inclusivas y democráticas, promoción, protección de los derechos humanos, el estado de derecho, elecciones libres y transparentes, multilateralismo y cooperación internacional.  Nos podríamos preguntar ¿de quién está hablando? ¿de Latinoamérica o de la UE?

Las materias abordadas quizá constituyan el bastión al que se debería enfocar el esfuerzo de grupos homogéneos y con propuestas concretas, los sectores: comercio, inversión, transición ecológica y digital, cohesión social, seguridad ciudadana, justicia y lucha contra la delincuencia transnacional organizada deberían ser punta de lanza en los que se debería concretar.

En este ámbito tan amplio y disperso se reduce la capacidad de actuar de forma colectiva. Latinoamérica no es capaz de cohesionarse y los fallidos procesos de integración aún no cuentan con el apoyo total de las políticas Estado. No es de comenzar de cero, el comunitarismo ganado y por venir tiene que empezar desde la experiencia y desde lo hasta ahora logrado.

Latinoamérica y el Caribe necesitan resultados concretos, buscar la solución de problemas comunes y urgentes. Es la hora de arreglos institucionales concretos sobre bases sólidas y con seguridad jurídica.  Latinoamérica y el Caribe ya no pueden depender de los ciclos electorales o políticas de gobierno, tienen que honrar las políticas de Estado, los acuerdos firmados, procurando el desarrollo económico en protección de los recursos naturales.

Nos corresponde retomar el camino iniciado, ir hacia el comunitarismo, fortalecer las instituciones comunes, solidificar la comunidad de derecho, construir las políticas comunes interiores y exteriores, establecer competencias de sus órganos comunes de forma clara; en fin, poner en común unión las ventajas comparativas de cada Estado y desarrollarlas para el bien común.

Este esfuerzo debe ser inclusivo de la sociedad civil, las universidades, los empresarios, todos unidos como socios estratégicos, en fin, que sean ellos los que garanticen la cohesión y reclamen los derechos y garantías frente a los gobiernos de turno.

No inventemos más grupos disímiles. Gestionemos con eficacia lo existente. Converger, dar seguridad jurídica, confiemos la tarea a profesionales, a los científicos, que trabajen juntos, que unan esfuerzos, en lo regional y sin intervencionismos.

Cesar Salazar
Especialista en Derecho Comunitario Centroamericano
[email protected]

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