Activistas latinoamericanas ven la victoria sobre el aborto en México como clave en la lucha en EEUU
CIUDAD DE MÉXICO, 9 sept — Durante décadas, las activistas por los derechos de la mujer en América Latina han mirado hacia Estados Unidos como modelo en su lucha para reducir las restricciones al aborto en países con una gran tradición religiosa.
Pero tras el histórico fallo de la Suprema Corte de Justicia de México que despenalizó el aborto a nivel federal, algunas piensan que las activistas estadounidenses deberían recurrir ahora a sus contrapartes al sur de la frontera para enfrentar la realidad tras la anulación de Roe vs Wade.
“Desde México tenemos bastante experiencia”, afirmó Rebeca Ramos, abogada y directora de GIRE, la organización que está detrás del proceso judicial en el país. “Tomando en consideración la situación actual en Estados Unidos, es algo que podemos compartir con ellas”.
LA OLA VERDE DE LATINOAMÉRICA
Latinoamérica está inmersa en lo que se ha denominado como una “ola verde” que ha llevado a países como México, Colombia y Argentina a eliminar importantes restricciones al aborto en los últimos años.
Durante décadas, el verde ha sido el color identificativo del movimiento por el derecho al aborto en América Latina, que arraigó en la década de 1980 en Argentina, un país que hasta hace poco tenía algunas de las prohibiciones más estrictas de la región. La activista argentina Susana Chiarotti explicó que propuso adoptar ese color para la causa en 2003 como una forma de cambiar la narrativa en torno al tema.
Es “el color que representa la vida, la naturaleza”, dijo esta activista que 76 años que, agregó, trataba de “rescatar que las que defendían la vida éramos nosotras”
Chiarotti contó que ella y otras activistas solían inspirarse en Estados Unidos, utilizando por ejemplo el lenguaje de Roe vs Wade, la histórica decisión judicial de 1973 que fue anulada en 2022, y tomaban prestadas las tácticas tanto del movimiento feminista del país como del contrario al aborto.
Igual que los conservadores trabajaron durante décadas reducir progresivamente el acceso al aborto y para llenar los tribunales con jueces conservadores, los grupos proaborto de Latinoamérica adoptaron un enfoque similar a largo plazo, con pequeños avances.
Mientras las organizaciones de base movilizaban a las manifestantes para tomar las calles, los líderes buscaban el apoyo de grupos internacionales de derechos humanos e iniciaban la batalla en los tribunales. Y, al mismo tiempo, compartían estrategias con las organizaciones inmersas en sus propias luchas en otros países.
“Hemos ido poco a poco debido a los enormes obstáculos que hemos tenido que superar”, apuntó Chiarotti.
LA LUCHA POR EL ABORTO EN MÉXICO
Algunos países latinoamericanos como Colombia y Ecuador han ampliado desde entonces el acceso al aborto y suavizaron sus restricciones. Otros, como Chile, han considerado medidas similares, pero aún no han dado pasos concretos. Sin embargo, en naciones como El Salvador y Guatemala, el veto es total o casi total y las perspectivas de cambio para el futuro próximo son escasas, lo que muestra el largo camino que queda aún por andar en la región.
Los grupos proaborto en México lograron su primera gran victoria hace 16 años cuando la capital, la Ciudad de México, se convirtió en la primera jurisdicción del país en despenalizar el procedimiento.
Hace apenas dos años, la Suprema Corte de Justicia determinó que el aborto no podía considerarse delito en el estado de Coahuila, en la frontera norte. Un proceso gradual, estado por estado, de despenalización culminó la semana pasada cuando Aguascalientes, en el centro del país, se convirtió en el 12mo en hacerlo.
La sentencia dictada esta semana por el alto tribunal se refiere a un caso presentado por GIRE, uno de los grupos mexicanos que colaboró con Chiarotti en los inicios.
El fallo no es tan radical ni inmediato como fue Roe vs Wade: No despenaliza automáticamente el procedimiento en los 20 estados que aún incluyen el aborto en sus códigos penales. Pero sí obliga a los proveedores federales de asistencia sanitaria, que atienden al 70% de la población, a practicar interrupciones del embarazo.
Además, supone un cambio drástico en una sociedad de mayoritariamente católica que podría impulsar a activistas en todo el país.
A pesar de la proximidad con Texas, donde la interrupción del embarazo está fuertemente restringida, pocos esperan que la sentencia se traduzca en la llegada de mujeres estadounidenses al país para abortar.
Cathy Torres, responsable de Frontera Fund, una organización de salud reproductiva próxima a la frontera, en McAllen, Texas, dijo que el lugar más cercano para las mujeres de su comunidad que quieren someterse al procedimiento es Nuevo México, a 14 horas en coche.
“Los abortos han existido siempre”, apuntó Torres. “La gente siempre ha encontrado una forma de vivir en una zona fronteriza. No van a empezar a marcharse a México de pronto”.
Pero algunas como Verónica Cruz, del grupo Las Libres, asentado en el centro de México, afirman que el cúmulo de acciones de las activistas mexicanas han ofrecido a las estadounidenses más alternativas de atención tanto en México como a distancia, que es probable que solo aumenten con el tiempo.
“La decisión del Corte (…) representa más oportunidades para las mujeres en zonas restrictivas de Estados Unidos”, aseveró.
DEL ACTIVISMO DE BASE AL CAMBIO A LARGO PLAZO
Durante 23 años, la organización de Cruz ha formado redes para prestar servicios de “teleaborto”, que significa que las mujeres se someten a abortos médicos siguiendo las indicaciones de activistas a través de una llamada. Esta era una forma de resistencia contra las leyes mexicanas, apuntó.
Algunas llamadas de ayuda llegaron también de Estados Unidos, sobre todo de Texas, y desde la anulación de Roe, la cifra se ha incrementado desde unas 10 al día a alrededor de 100. Cruz indicó que estas redes y la divulgación sobre el terreno serán cruciales para las activistas estadounidenses.
“No deberíamos abandonar las calles y (tenemos que) seguir trabajando mujer por mujer, casa por casa, familia por familia, comunidad por comunidad”, manifestó. “La institucionalización siempre es un riesgo (para que nuestro trabajo) se derribe”.
Ramos, de GIRE, considera también que la experiencia mexicana tiene lecciones que ofrecer a las activistas estadounidenses que luchan ahora por el derecho al aborto estado a estado. Según dijo, el vital conseguir apoyos poco a poco con la vista puesta en lograr cambios políticos en el largo plazo.
“Creo que algo que podemos compartir es precisamente la necesidad, en Estados Unidos, de pensar estrategias más a nivel local”, apuntó Ramos.
Los mexicanos más religiosos y conservadores siguen oponiéndose firmemente a la ampliación del acceso al aborto. En algunos casos, hay grupos estadounidenses que han expandido su activismo a México y otros puntos de Latinoamérica.
“La legalización del aborto desgasta los cimientos del estado de derecho, distorsiona el concepto y la práctica de los derechos humanos”, dijo el jueves la cúpula de la Iglesia católica mexicana.
Así, los grupos que defienden el derecho a la interrupción del embarazo no son los únicos interesados en lo que ocurre al norte de la frontera. Los activistas de la Asociación Civil por los Derechos del Concebido, por ejemplo, se inclinan una visión a largo plazo de la decisión judicial de esta semana.
“No pararemos”, dijo la directora del grupo, Irma Barrientos. “Recordemos lo que ha pasado en Estados Unidos. Tras más de 40 años la Suprema Corte revirtió la situación del aborto y no pararemos hasta que en México se vuelva a garantizar el derecho a la vida desde su momento de su concepción”.
AP