Al amigo que conocía pero que tenía que volver a conocer (Una carta especulada que Orlando nunca escribirá)

Por Lina Paulino

Periodista y psicóloga clínica.

No me di cuenta que ya no era el mismo, había cambiado ante mis ojos y me negué a verlo,  prefería  amar al que conocí, que temer  al intimo desconocido. Como si tuviera durmiendo con el enemigo me aferre a la idea, de que era imposible que el ser humano con el cual reí, llore, me enoje y quizás compartí algunas cosas vergonzosa , se haya convertido en una criatura extraña, canibalesca, e instintivamente  irracional.

Pero ya no era él, o quizás siempre lo fue, porque muchos dicen que la gente no cambia, quizás solo fue lo que no era, y no pude darme cuenta, o tal vez sí; y me negué a creer lo que veía, porque era parte de mí, de lo que fui  y en lo que me convertí, porque siempre estuvo, nunca se marchó, hasta que, con sus propias manos decidió apartarme de su vida y arrancarme la mía propia.

No me reconoció,  no se dio cuenta que era yo, su amigo, su hermano,  el que también siempre estuvo ahí, en los  cumple años,  en la graduación, en las fotos  de los eventos inesperados, en la comedia y en el drama de la vida, tratando de mantener la esencia  del lazo que nos unía por encima del tiempo y del espacio.

Habrá muchas cosas que decir y puede ser que nunca se comprenda,  porque el enigma humano es más complejo de lo que podemos especular,  pero me voy con la tranquilad de haber sido yo, hasta el final, sin remiendos, ni promesas,  con equivocaciones, pero ante ese  mi amigo desconocido,  siempre fui el mismo y en el cual una vez  en la inocencia de la niñez confié hasta la muerte.

Es verdad, un día tenía que partir, pero él,  mi fiel verdugo, me robo la oportunidad de despedirme, esa oportunidad que hasta Jesucristo con sus miles de Judas alrededor pudo tener. Pero mi sangre tendrá mucho que decir entre las almas sedientas de verdad, de amor y de unidad.

Solo espero que esta partida, no sea un, ‘ya no hay nada que hacer’,  sino que, como el  reza el eslogan que alguien uso algunas vez, podamos entender, que ahora es que falta mucho por hacer, para devolveré la esperanza a aquellos que ahora temen de quien come en su mesa.

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