Alentadores avances del cambio turístico

Por JUAN LLADO 

                         El Ministro de Turismo David Collado inaugura un parque en el municipio de Bánica (Elias Piña).

Sería un craso error creer que el vigoroso repunte del flujo turístico en los últimos meses es obra solo del actual ministro de Turismo. El factor determinante ha sido la recuperación de la confianza postpandemia en el mercado turístico internacional, y más particularmente en EEUU donde ya el 65% de la población ha sido doblemente vacunada. Si bien el ministro ayudó a que localmente los protocolos de seguridad sanitaria se observaran con rigurosidad, el mayor mérito de su gestión ha sido las últimas iniciativas que favorecen el mejoramiento de nuestro producto turístico.

“Un producto es cualquier cosa que se puede ofrecer a un mercado para satisfacer un deseo o una necesidad.” En el caso de la industria turística, en términos llanos por “producto turístico” de un destino se entiende todo lo que ese destino o país ofrece al visitante para el disfrute de su estadía. Ese “todo” incluye los recursos naturales, el aire, la gente, las carreteras, el nivel de ruido, los servicios, los atractivos, las actividades, etc. Todas las intervenciones que mejoren el producto turístico aumentan la competitividad del destino y, por ende, los beneficios recibidos.

La aclaración viene al caso porque en Diario Libre se criticó hace unos días el inicio por parte del MITUR de una construcción del alcantarillado de Las Galeras. En su sección El Espía, el periódico comento lo siguiente: “Aunque se trata de una zona turística y hemos oído muchas veces los planes que se tienen en esa zona para impulsar el turismo, la construcción de alcantarillados no tiene nada que ver con la misión del MITUR, pues para eso existe una institución llamada INAPA, ¿lo habrán olvidado?” Ya en octubre pasado el ministro había iniciado en Las Galeras, junto al presidente Abinader, una intervención para la reconstrucción de la Plaza de Vendedores y para mejorar el acceso a la playa.

A esas iniciativas del MITUR se le añaden otras que han surgido hace poco y que son igualmente encomiables. Por ejemplo, el ministro Collado inauguró un parque en Bánica y la reconstrucción en Barahona de la vía de acceso a la playa de Saladilla, además de haber iniciado un proyecto de rescate de las playas Los Patos y Los Quemaitos en noviembre pasado. Hace poco se culminó tambien un proyecto de turismo comunitario sostenible en comunidades del norte, el cual originara 101 nuevos productos turísticos, entre los cuales sobresalen la Ruta del Gallo, la Ruta Histórica de Moca, Senderos de Cacao, Ruta de la Miel, Ruta de Aventura y Ruta del Casabe. Todas estas iniciativas califican como fortalecedoras del producto turístico.

Para cualquier observador parecería acertado el comentario de Diario Libre en tanto promueve el respeto por la institucionalidad. El mejor funcionamiento de la burocracia estatal exige que cada entidad gubernamental cumpla con su misión institucional y es cierto que la misión del MITUR no incluye ocuparse de las obras publicas. Pero esa conclusión tiene que ser temperada por dos contundentes realidades. La primera es la de la existencia del Comité Ejecutor de Infraestructuras de Zonas Turísticas (CEIZTUR), apéndice del MITUR creado por decreto durante la gestión del ministro Felix Jimenes (Felucho). Este apéndice del ministerio calificaría como una pequeña “Obras Publicas” porque ejecuta obras que son propias del MOPC.

Pero CEIZTUR se creó precisamente porque el MOPC nunca atendía las necesidades del sector turístico público a tiempo y el incumbente del MITUR que gestionó su creación concluyó que la única manera de atender a esas necesidades era la creación de un organismo paralelo. (Es una especie de OISOE sin el tufo de la corrupción.) Hoy en día la validez de esa decisión sigue vigente y, en consecuencia, las obras que ha emprendido el ministro Collado están plenamente justificadas. CEIZTUR no debe desaparecer hasta tanto el Gabinete Turistico –y/o el Plan Integral de Desarrollo Turistico– imponga un esquema de colaboración efectiva entre los dos ministerios.

La segunda razón es que hace tiempo ya que la gestión pública del sector ha debido girar hacia aquellas tareas y obras que responden mejor a los intereses colectivos. De ahí que las obras mencionadas están justificadas: concuerdan plenamente con lo que debe ser la prioridad de la política pública para el sector turístico. Porque ya tenemos una industria madura y pujante, la prioridad de la estrategia nacional de desarrollo turístico debe poner el énfasis en la consolidación del producto turístico nacional, aunque sin dejar de atender a las más perentorias necesidades de la planta hotelera existente. Tal giro del paradigma del liderazgo turístico del sector público es algo que quien escribe ha venido pidiendo hace mucho tiempo. Y las obras del ministro Collado están en consonancia con esa visión estratégica.

Dicha visión implica que la política pública en el sector debe favorecer aquellas iniciativas que desarrollen al producto, lo cual implica diversificación y consolidación. Es decir, el reto mayor es hacer que nuestro destino sea cada vez más atractivo y eso requiere el mejoramiento de aquellas infraestructuras, atractivos y servicios que nos hagan más competitivos. El producto turístico es todo lo que ofrece el país y su mejoramiento es lo que debe recibir prioridad. Con ello no solo impulsamos la derrama económica de la actividad turística, sino que también ganamos mayor espacio entre los destinos turísticos de clima cálido.

Ya hay otras señales de que el ministro Collado está entendiendo su rol en función de esas prioridades. Lo ha demostrado, por ejemplo, con su pulcra actuación en materia de promoción turística internacional. Tuvo la sensatez de no dejarse llevar de algunos que pedían un incremento sustancial en el gasto publicitario durante la pandemia, cuando ninguna promoción que se hiciera podía contrarrestar la desconfianza sanitaria de los potenciales viajeros. Una decisión similar del ministro fue la de renegociar los contratos de promoción de empresas que la habían manejado por años en EEUU y Espana. Luego se celebraron licitaciones internacionales para contratar las nuevas agencias encargadas en coordinación con la Organización Mundial del Turismo y la Direccion General de Compras y Contrataciones.

En ministro informó en FITUR ’22 que el ahorro en promoción internacional en el 2021 había alcanzado la suma de RD$1,400 millones. Los ahorros habrán permitido que MITUR anunciara una promoción especial para Santiago y que haya intensificado los esfuerzos promocionales en EEUU, nuestro principal mercado emisor. Por otro lado, es digno de elogio que el ministerio este cerrando gradualmente las 26 innecesarias oficinas de promoción turística (OPT) que tenía, en vista de que muchas de ellas fueron creadas solo para darle empleo a los peledeistas. El MITUR no debe tener más de seis OPT.

De cualquier modo, el monto del gasto promocional es todavía preocupante. El ministro ha informado que había llegado hasta los US$75 millones anuales. Confiamos en que siga prevaleciendo el criterio de que los agentes privados –es decir, hoteleros y turoperadores—deben ser los principales responsables de su promoción. Al gobierno le toca solo realizar una “promoción de mantenimiento de imagen” y el gasto correspondiente no debe sobrepasar los US$20 millones anuales.

La consolidación del producto turístico, por supuesto, es una inmensa tarea que requiere de muchas otras intervenciones locales. Ahí están, por ejemplo, dos importantes tareas pendientes: 1) dotar a una docena de las áreas protegidas más visitadas de las infraestructuras y servicios que mejor acojan la visitación, y 2) el rescate y puesta en valor de los múltiples sitios y ruinas del patrimonio histórico y cultural. Otros desafíos locales son los de destrabar el desarrollo de Boca Chica y Sans Souci, el centro de convenciones de Santo Domingo, el remozamiento de las playas de Najayo y Palenque y el proyecto de revitalización del Centro Histórico de Santo Domingo.

Dedicar su atención prioritaria a estos retos pendientes ampliaría y reforzaría los atractivos del producto turístico, diversificándolo y promoviendo una mayor derrama económica del turismo en el territorio. La esperanza de hoy es que el ministro Collado prosiga con sus incursiones sobre el producto turístico, ignorando el citado comentario de Diario Libre. Con ello no solo consolidaría nuestra competitividad turística, sino que también ganaría las simpatías de los votantes que pudieran apoyarlo en sus planes políticos futuros. De paso estaría también librándose del sanbenito de que está sesgado a favor de los empresarios del sector y que el mismo forma parte de la franja plutocrática del gobierno del cambio.

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