Anatomía de un atentado

Por Elda Cantú

The New York Times

El expresidente Donald Trump se encontraba en un mitin político en Pensilvania la tarde del sábado cuando se registraron disparos hacia el escenario.

Trump pronto fue puesto a salvo por su equipo de seguridad; la zona fue declarada escena del crimen poco después.

Pero antes, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos alzó un puño desafiante al aire para la multitud. El gesto, captado y reproducido en fotografías desde entonces, lo mostraba con hilos de sangre en el rostro, rodeado de agentes del Servicio Secreto.

Esto es lo que sabemos del atentado hasta ahora:

El estado del expresidente. Trump fue trasladado para recibir atención médica. En su plataforma de redes sociales, Truth Social, Trump dijo que había recibido un disparo “con una bala que perforó la parte superior de mi oreja derecha”. Se informó que había pasado la noche en su campo de golf en Nueva Jersey.

Las víctimas. Corey Comperatore, de 50 años, perdió la vida cuando se lanzó a cubrir a los familiares que lo acompañaban en el evento. Dos personas más fueron heridas de gravedad durante el tiroteo. Se trata de David Dutch, trabajador de Siemens y ex infante de Marina de 57 años, y James Copenhaver, un hombre retirado de 74 años y, según documentos, un demócrata registrado.

El sospechoso. Las autoridades identificaron al presunto tirador como un varón de 20 años de Bethel Park, Pensilvania, a una hora en auto del lugar del atentado. Fue abatido a tiros poco después de empezar a disparar. Se cree que actuó solo. Esto es lo que se sabía de esa persona al cierre de este boletín.

Las imágenes. Doug Mills, fotógrafo veterano que ha cubierto a los presidentes estadounidenses desde 1983, estaba muy cerca del escenario y tomó unas fotografías que parecen mostrar la trayectoria de una bala. Además, un video grabado por un asistente al mitin que fue analizado por el Times muestra que unas personas intentaron urgentemente avisar a los agentes policiales unos dos minutos antes de que se escucharan los primeros disparos.

Cuestionamientos a la seguridad. El secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., Alejandro Mayorkas, calificó el episodio como un fallo de seguridad. Diferentes autoridades investigan por qué el edificio desde el cual disparó el sospechoso no formó parte del perímetro de seguridad. “La pregunta central, sin embargo, es si el Servicio Secreto falló en su misión más esencial: mantener a salvo a los líderes de EE. UU., entre ellos a un expresidente”, escribieron nuestros colegas desde Washington y Nueva York. Los republicanos del Congreso llamaron a audiencia a Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto.

Teorías conspirativas y desinformación. Pocos minutos después del atentado comenzó “una difusión masiva en internet de afirmaciones falsas”, según el Instituto de Diálogo Estratégico, una organización sin fines de lucro que reportó que solo en la plataforma X informaciones falsas consiguieron más de 100 millones de vistas en un lapso de 24 horas. La frase inside job, u operación interna, se mencionó 83.000 veces en 48 horas, de acuerdo a NewsGuard, organización que monitorea la desinformación en internet.

Reacciones. La campaña del presidente Joe Biden dijo que retiraría sus avisos electorales de la televisión a nivel nacional. En un mensaje a la nación, Biden calificó la violencia de “enfermiza” e hizo un llamado para que se realicen las investigaciones del caso. El fiscal general Merrick Garland calificó el atentado como “un ataque a nuestra democracia” y anunció que no se escatimarían recursos para indagar.

Repercusiones políticas. El atentado, escribió Shane Goldmacher, “sumió la contienda presidencial de 2024 en un estado de conmoción e incertidumbre”. La reacción de Trump a los sucesos, al insistir en que le dejaran ponerse los zapatos y dirigirse a la multitud antes de que lo retiraran del escenario dejó una perdurable imagen de su manejo mediático.

The New York Times

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