Andrea Garrote, dramaturga: «El teatro debería sacarle la lengua al poder»

Madrid, 10 mar (EFE).- La actriz y dramaturga Andrea Garrote (Buenos Aires, 1972), una de las más prestigiosas intelectuales argentinas, trae al madrileño teatro de La Abadía su multipremiado monólogo «Pundonor», una clase de filosofía sobre Michel Foucault que, lejos de intimidar por su erudición, resulta ser accesible y divertida.

Porque la directora tiene muy claro lo que busca con el teatro: «A mí me importa que el teatro comunique, que tenga humor, emocionalidad, no me interesa que sea críptico, me interesa que todo el mundo lo pueda entender y que tenga nivel».

«El teatro tiene que sacarle la lengua al poder, burlarse del presidente, del papa, del rey, y del poder más entendido, como Foucault: de todos los procesos de control social y normalización que se dan como naturales, pero que no lo son, sino que eso que uno cree que es natural, es una construcción histórica del momento. Y el teatro lo desvela», dispara la argentina, que estará en Madrid hasta el día 20 de marzo.

Estrenado en 2018, el monólogo agotó todas las localidades en cada país del mundo por el que viajó hasta que le frenó pandemia, cuando se encontraba en Chile, y tuvo que suspender giras por España e Italia. Ahora llega a La Abadía y este verano viajará a México para montar una comedia sobre Juana Inés de la Cruz escrita y dirigida por ella misma con el título «Inés Ramírez».

En «Pundonor», Garrote se convierte en la profesora de Filosofía Claudia Pérez Espinosa, doctora en Sociología, que vuelve al aula después de tomarse unos meses para superar un problema del pasado. Su clase, una introducción a la obra de Michel Foucault, se ve constantemente atravesada por su propia vida y su necesidad de explicarse, o redimirse.

La obra pone en cuestión «la gran paradoja de nuestra conciencia actual -explica Garrote-, y a la vez, disecciona la sociedad y pone en evidencia cómo todos estamos bajo el yugo de la ‘microfísica del poder'» (Título de una de las obras más admiradas de Foucault).

En su texto también está la influencia, o más bien, la intromisión en la vida de la gente de las redes sociales -«soy un tópico de interés satírico, comida para vuestras redes», dice la profesora cuando confiesa que se ha retrasado al llegar a clase porque fue al cuarto de baño y supone que sus alumnos correrán a contarlo-, y las dudas foucaultianas sobre la normalidad.

«Lo normal decide lo anormal y esto cambia mi decisión», dice la profesora, mientras la dramaturga abunda en que «todos estamos ávidos de pensamientos, de reflexiones».

«El teatro tiene una mirada piadosa, compasiva, sobre el ser humano; es como si fuera un laboratorio donde se los pudiese modificar, los devela, y así les saca la lengua y se ríe de todos los comportamientos normativos. Por eso amo el teatro, pero no solo como provocación -explica Garrote-, sino desde algo mas profundo, que debe ir acompañado del humor: Siento que lo solemne es seco y lo humorístico es húmedo, más humano», se sincera.

Nacida en Buenos Aires, el 4 de abril de 1972, la actriz, directora, docente de teatro y dramaturga, diplomada en la Escuela Municipal de Arte Dramático, empezó a escribir la obra en 2016, junto a Rafael Spregelburd.

Eligió a Foucault porque entonces «la normalidad no estaba en la agenda pública», afirma, y aunque es consciente de la dificultad de traducir la complejidad de la obra del erudito, se conforma con que se queden «un par de conceptos», y cuenta, orgullosa, que los adolescentes que vieron la obra y descubrieron al filósofo, historiador, sociólogo y psicólogo francés «dijeron querer saber más de él».

Tras la pandemia, la autora se siente «muy feliz» de «poder producir obras donde se genere comunidad presencial. «Es tristísimo -dice- tener que aclararlo, pero estos momentos de teatro son como una reserva ecológica de humanismo», resume la actriz.

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