Árbol que crece torcido

Por MARISOL VICENS BELLO 

La situación de indefensión en la que se encuentran los afiliados al Sistema de Seguridad Social  por las amenazas del Colegio Médico de suspender servicios a algunas ARS privadas, intentando forzar una migración a la ARS pública, lo cual  no es más que un mecanismo de extorsión, ya que de conformidad con la ley, y a pesar del principio rector de esta de la libre elección, la posibilidad de cambio de ARS está restringida a una vez al año;  es una consecuencia de la decisión que tomaron las  autoridades en el año 2007 de iniciar el Seguro Familiar de Salud (SFS) sin cumplir con dos aspectos fundamentales de la Ley 87-01, el acceso a los servicios a través de un primer nivel de atención, y la conformación del comité de honorarios profesionales para decidir las tarifas de los prestadores de servicios.

Aunque esta fue la salida, supuestamente provisional, que se buscó para poder iniciar el SFS en septiembre de 2007 ante las presiones del gremio médico que estaba en contra de la atención primaria y la aprehensión del limitado porcentaje que gozaba de seguro de salud a esa fecha ante el cambio de modelo, más de quince años después seguimos sin que esta se haya implementado y las resoluciones que ha dictado el Consejo de Seguridad Social  y los estudios y recomendaciones que ha hecho la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales supuestamente en aras de impulsarla, han sido meramente papeles, a pesar de que todo indica que es insostenible mantener el sistema de salud de la forma actual.

Como suele suceder en nuestro país, lo provisional se convirtió en permanente, y penosamente el árbol del Sistema creció torcido y la más perjudicada ha sido la población, sobre todo la que menos ingresos tiene, pues contrario a lo que debería este no está enfocado en la prevención de las enfermedades, y el gasto en curación de estas sigue siendo un dolor de cabeza para los afiliados pues a pesar de tener el SFS, o incluso un plan complementario, los límites de cobertura y los copagos constituyen un grave problema, y la universalidad del Plan Básico de Salud sigue siendo una quimera mientras el supuestamente temporal Plan de Servicios de Salud no solo se ha hecho definitivo sino cada vez más repudiado, lo que también afecta al Estado que entre otras cosas debe invertir cuantiosos recursos en programas de cobertura de medicamentos de alto costo.

De los incumplimientos a la Ley de Seguridad Social la ausencia del Comité de Honorarios Profesionales quizás es el menos conocido y denunciado, pues casi nadie recuerda que la distorsión que existe de negociaciones de colegios profesionales y de asociaciones de especialidades médicas con las ARS es una consecuencia de no haber constituido nunca dicho comité, que de conformidad con la ley debía establecer las tarifas mínimas a pagar no solo a los médicos, sino a todos los prestadores de salud, y que debería funcionar similar al comité de salarios, lo que las propias ARS no han reclamado, pues se sintieron más en control con estas negociaciones directas, las cuales se han convertido en una fuente permanente conflicto, así como de inequidad, pues solo el  gremio médico con su poderoso músculo de presión de las huelgas logra aumentos, mientras otros prestadores casi nunca los reciben, y han colocado a los afiliados en víctimas de este recurrente pulseo.

Nuestro Sistema no puede seguir estando a la merced de la voluntad del gremio médico, pero tampoco de los intermediarios, y  debe ser revisado en múltiples aspectos para beneficiar más a los afiliados,  hacer más racionales los beneficios de los intermediarios, más justos los de los prestadores, así como para garantizar una mejor y mayor regulación de parte de las muchas y bien pagadas autoridades del Sistema, pero las autoridades han sido muy tímidas en impulsar esta impostergable reforma, quizás por el temor a enfrentar los intereses envueltos en esta, sin darse cuenta de que en paralelo están sucediendo reformas en otros países de la región a consecuencia de fuertes reclamos y ríspidos debates encausados por movimientos sociales, tanto en Chile nuestro modelo de pensiones, como en Colombia, modelo en el de salud, y han causado que emerjan nuevos liderazgos, lo que debería urgirlas a aprobarla con la visión y responsabilidad requerida, y a los distintos actores a comprender su imperiosa necesidad, pues de no hacerse ahora por las buenas, no solo las consecuencias serán mucho peores, sino que terminará haciéndose tarde y quizás a las malas.

Fuente El Caribe

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