Argentina devalúa su moneda y recorta subsidios como parte de medidas de shock económico

BUENOS AIRES, Argentina, 12 Dic. — Argentina anunció el martes una fuerte devaluación de su moneda y recortes a los subsidios a la energía y al transporte como parte de las medidas de choque que el nuevo presidente Javier Milei dice que son necesarias para hacer frente a una “emergencia” económica.

El ministro de Economía, Luis Caputo, dijo en un mensaje televisado que el peso argentino se devaluará en un 50%, de 400 pesos por dólar a 800 por dólar estadounidense.

“Durante unos meses vamos a estar peor que antes”, dijo Milei, dos días después de que el libertario juró como presidente de la segunda economía de Sudamérica e inmediatamente advirtió sobre medidas duras.

Milei dijo que el país no tuvo tiempo de considerar otras alternativas.

Argentina sufre una inflación anual del 143%, su moneda se ha desplomado y cuatro de cada 10 argentinos están empobrecidos. La nación también tiene un enorme déficit fiscal, un déficit comercial de 43.000 millones de dólares, además de una enorme deuda de 45.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, de los cuales 10.600 millones de dólares se deben a los acreedores multilaterales y privados en abril.

Como parte de las nuevas medidas, Caputo dijo que el gobierno cancelará las licitaciones de cualquier proyecto de obras públicas y recortará algunos empleos estatales para reducir el tamaño del gobierno.

También anunció recortes a los subsidios a la energía y al transporte sin dar detalles ni decir en cuánto, y agregó que la administración de Milei está reduciendo el número de ministerios de 18 a 9.

Dijo que las medidas son necesarias para reducir el déficit fiscal que cree que es la causa de los problemas económicos del país, incluida la creciente inflación.

«Si continuamos como estamos, inevitablemente nos dirigimos hacia la hiperinflación», dijo Caputo. «Nuestra misión es evitar una catástrofe».

El FMI acogió con satisfacción las medidas y dijo que proporcionan “una buena base” para futuras discusiones con Argentina sobre su deuda con la institución.

«Estas audaces acciones iniciales tienen como objetivo mejorar significativamente las finanzas públicas de una manera que proteja a los más vulnerables de la sociedad y fortalezca el régimen cambiario», dijo la portavoz del FMI, Julie Kozack, en un comunicado. «Su implementación decisiva ayudará a estabilizar la economía y sentará las bases para un crecimiento más sostenible y liderado por el sector privado».

“No hay dinero”, ha sido un estribillo común en los discursos de Milei, usándolo para explicar por qué un enfoque gradualista de la situación no es viable. Pero ha prometido que el ajuste afectará casi por completo al Estado y no al sector privado, y que representa el primer paso hacia la recuperación de la prosperidad.

Milei, un economista de 53 años, saltó a la fama en la televisión con diatribas cargadas de malas palabras contra lo que él llamaba la casta política. Aprovechó su popularidad para conseguir un escaño en el Congreso y luego, con la misma rapidez, una candidatura presidencial. La abrumadora victoria del autoproclamado “anarcocapitalista” en las primarias de agosto provocó ondas de choque en el panorama político y trastocó la carrera.

Los argentinos desilusionados con el status quo económico se mostraron receptivos a las extravagantes ideas de un extraño para remediar sus males y transformar la nación. Ganó decisivamente la segunda vuelta de las elecciones del 19 de noviembre y despidió a la fuerza política peronista que dominó Argentina durante décadas. Aún así, es probable que encuentre una feroz oposición de los legisladores del movimiento peronista y de los sindicatos que éste controla, cuyos miembros han dicho que se niegan a perder salarios.

El domingo, Milei prestó juramento dentro del edificio del Congreso Nacional y el presidente saliente, Alberto Fernández, le colocó la banda presidencial. Algunos de los legisladores reunidos corearon “¡Libertad!”

Muchos argentinos se han preguntado qué Milei gobernará su país, si el cruzado antisistema que empuña una motosierra durante la campaña electoral o el presidente electo más moderado que surgió en las últimas semanas.

Como candidato, Milei prometió purgar la corrupción del establishment político, eliminar el Banco Central al que ha acusado de imprimir dinero y alimentar la inflación, y reemplazar el peso, que se deprecia rápidamente, por el dólar estadounidense.

Pero después de ganar, nombró a Caputo, un ex presidente del Banco Central, para que fuera su ministro de Economía y uno de sus aliados para dirigir el banco, pareciendo haber dejado en suspenso sus tan promocionados planes de dolarización.

Milei se había presentado como un guerrero dispuesto contra el avance del socialismo global, muy parecido al expresidente estadounidense Donald Trump, a quien admira abiertamente.

Sin embargo, dijo durante su discurso inaugural que no tiene intención de “perseguir a nadie ni resolver viejas venganzas” y que cualquier político o líder sindical que quiera apoyar su proyecto será “recibido con los brazos abiertos”.

Su moderación puede deberse al pragmatismo, dado el alcance del inmenso desafío que tiene por delante, su inexperiencia política y la necesidad de forjar alianzas con otros partidos para implementar su agenda en el Congreso, donde su partido ocupa un distante tercer lugar en número de escaños ocupados.

AP

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