Azúcar y salud cardiovascular

Ernesto Díaz Álvarez

Durante la semana del 8 al 12 de noviembre se realizó una jornada que tenía como títu­lo “semana de concientización sobre la azúcar”.

Las bebidas dulces esconden una amar­ga verdad. Es hora de que los gobiernos de todo el mundo digan basta y tomen medi­das para reducir su consumo, antes de que nuestra salud se vuelva agria.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado un llamado mundial pa­ra que los países impongan impuestos a las bebidas azucaradas, para contribuir a dis­minuir la actual epidemia de obesidad y diabetes que afecta a cientos de millones de personas, y muy especialmente a los jó­venes y niños.

Desde un punto de vista nutricional la gen­te no necesita azúcar en su dieta. Se reco­mienda que si las personas consumen azuca­res libres, mantengan su consumo por debajo del 10% de sus necesidades energéticas glo­bales, y, si desea obtener beneficios adiciona­les para su salud, bajar al menos al 5%.

Los azucares libres (glucosa, fructuosa o el azúcar de mesa que se añade a las bebidas y a las comidas) son de las principales causantes del incremento global de las personas que su­fren obesidad y diabetes; el consumo de gra­sas, azúcar, sal y un estilo de vida sedentaria son los factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares.

Se estima que uno de cada tres adultos en todo el mundo tiene sobrepeso, la pre­valencia de la obesidad se ha duplicado en las últimas tres décadas.

En los momentos actuales se calcula en 41 millones los niños menores de 5 años con sobrepeso u obesos en el mundo. Según la OMS, los impuestos sobre los alimentos al­tos en grasa, azúcar y sal son prometedores, ya que si aumentan los precios, se espera una disminución del consumo.

Antiguamente la humanidad se alimen­taba con cereales integrales, los cuales son una excelente fuente de carbohidra­tos complejos que tienen la ventaja de ser degradados lentamente y proporcionan una energía duradera. Por otra parte, en el azúcar procesada (refinada) se pierde gran cantidad de fibras, vitaminas y mine­rales necesarios para metabolizar los car­bohidratos; por si esto fuera poco, los quí­micos agregados con fines cosméticos en el proceso de blanqueamiento, suelen ser nocivos. Alguien dijo la siguiente verdad: “Azúcar: el veneno nuestro de cada día”. Esto se refiere, aunque algo exagerado, a sus efectos devastadores sobre el organis­mo humano.

Asesor Asociación Instituto  Dominicano de Cardiologia

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