Balaguer con Fidel en Caracas

 Miguel Reyes Sánchez

En las elecciones venezolanas de 1988 fue escogido Carlos Andrés Pérez como presidente, con un 54% de los votos.

Pérez invitó a su toma de posesión expresando su deseo de que estuviera presente el presidente dominicano en esa ceremonia, el cual decidió asistir a tan magno evento.

El 2 de febrero de 1989 se celebró en Caracas la “coronación”, como llamó el pueblo venezolano a la segunda toma de posesión de Carlos Andrés Pérez.

La Constitución permitía una reelección presidencial siempre que no fuera inmediata.

El evento se realizó en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, y era la primera vez que se celebraba fuera de la sede del Congreso Nacional, ya que para esa ocasión resultaba muy pequeña.

La delegación dominicana estuvo conformada por el presidente Joaquín Balaguer, el general Luis María Pérez Bello, Rafael Bello Andino, Aníbal Páez, Guaroa Liranzo, Juan José Arteaga, Miguel Antonio Rodríguez y un joven oficial de protocolo.

En esa toma de posesión acontecieron varias situaciones. Una de ellas fue que el Protocolo venezolano había informado que al lado del presidente Balaguer estaría sentado el presidente de Bolivia, Jaime Paz Zamora; pero cuando el líder dominicano es ubicado, a quien tenía a su derecha era al comandante Fidel Castro Ruz.

Balaguer, sin poder percatarse, saludó: “Presidente Paz, ¿cómo va Bolivia?”, pero quien le responde es Fidel Castro: “No, señor, es su amigo Fidel Castro”. Y se fueron en carcajadas.

Luego de la ceremonia, la delegación partió al hotel.

El Presidente se puso su bata y almorzó. El general Pérez Bello y Páez lo acompañaban, mientras en la sala contigua se encontraba el resto de la delegación.

A las 2:36 de la tarde tocan la puerta y cuando se abre era un señor de seis pies y dos pulgadas de estatura, vestido de verde olivo: el comandante en persona. Cuando expresa: “Buenas tardes. Yo soy Fidel Castro”, la respuesta del mozalbete que abrió la puerta fue “sí, yo sé quién es usted, pero su cita es a las 7:00 p.m.” Y él contesta: “No, es ahora. Dígale al presidente Balaguer que yo estoy aquí”.

Los delegados se quedaron impávidos de pie.

El joven de protocolo entra a la habitación para decirle al general que ahí estaba Fidel Castro, el militar se lo comunica al presidente, quien en tono disonante le responde “y qué hace aquí; su cita es a las 7:00 p, m.”; pero Fidel es que le contesta dentro de la habitación: “Pero ya estoy aquí mi querido presidente”.

Balaguer echó una carcajada y ambos se abrazaron.

Se incorporó y se quitó la bata, ya que aún tenía el traje puesto debajo, permaneciendo más de una hora en amena conversación con el líder cubano.

Entre Balaguer y Fidel, a pesar de sus antagónicas posiciones ideológicas, existía una gran amistad personal, empatía y respeto, hasta el punto que el líder cubano solía enviarle al dominicano helados Copelia en una neverita. Ese era el helado que Balaguer más disfrutaba.

Listín Diario

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