Cate Blanchett convence a Venecia con «Tár»: lucha y ocaso de una mujer exitosa

Venecia (Italia), 1 sep (EFE).- El ascenso al Olimpo del arte es arduo pero puede que más lo sea mantenerse en su cima o sobrevivir al descenso. Esta es la idea planteada en «Tár», la historia de una aclamada directora de orquesta interpretada por Cate Blanchett y que hoy recogió el aplauso tras su estreno en el Festival de Venecia.

«Se trata de una película en evolución, que cambió a medida que la íbamos haciendo. Mi personaje es alguien ajeno a sí mismo. Como seres humanos, todos experimentamos ese sentimiento», sostuvo en la presentación en la Mostra la actriz, también productora de la obra.

El cineasta estadounidense Todd Field compite este año por el León de Oro con «Tár», la oscura historia de una mujer imaginaria llamada a ser la primera en dirigir una prestigiosa orquesta alemana y que ha rodado 16 años después de la aclamada «Little children» (2006).

Su nombre es Lydia Tár: música apasionada, culta y fría, famosa en todo el mundo por sus conciertos y composiciones, pero que de un día para otro encara una bajada a los infiernos que hace tambalear – y puede que derrumbar – su carrera y su familia, ante la incredulidad de su esposa (Nina Hoss) y de la hija de ambas.

La suya es una parábola con aires de pesadilla sobre la humana dificultad de perpetuar el éxito y acerca del poder en las élites, acaparado históricamente por los hombres, hasta el punto de que en un momento de la cinta se menciona la habitación de Plácido Domingo.

En «Tár» resuenan los ecos del movimiento «MeToo» y la autoridad está en manos de las mujeres, casi un siglo después de las primeras pioneras en la dirección de orquestas: las estadounidenses Antonia Brico y Sarah Caldwell o la italiana Carmen Bulgarelli Campori.

Sin embargo, aunque su protagonista se sabe heredera de un mundo patriarcal, antes caminado por Mozart, Beethoven o Herbert von Karajan, comprende que la mera distinción de género no la santifica, que sus acciones y errores la pondrán delante del precipicio.

«No escribí la historia pensando en Cate Blanchett, sino para ella», afirmó el director con un tono de elogio a su protagonista, que sentada al lado respondió, con una media sonrisa: «¿Seguro que no era Kate Winslet?» (protagonista de «Little children»).

Field reconoció que su película puede que tenga visos de terror ya que recuerda al espectador, con su estilo cáustico, que no hay nada que pueda darse por descontado y mucho menos el prestigio, la fama o el amor, como el desdichado «in crescendo» de su protagonista.

«Ella está en el Olimpo, lo ha alcanzado como artista, pero como ser humano sabe que el próximo paso la hará caer. Y esa es la parte de terror de su vida», confirmó Blanchett, que ha tenido que aprender a tomar la batuta y hasta a recitar partes en alemán.

Pero quien también ha tenido que aprender ha sido la joven violonchelista londinense Sophie Kauer, elegida para debutar en el cine en el papel de una concertista que pondrá en jaque la relación entre la directora sinfónica y su esposa Sophie.

La música explicó que las únicas clases de actuación que ha recibido en su vida consistieron en un vídeo de Michael Caine en Youtube y no ocultó su entusiasmo por haber trabajado al lado de la estrella australiana.

Blanchett por otro lado no entró a valorar que su personaje sea lesbiana pues considera que «la práctica artística no es un instrumento educativo» pero sí que destacó el hecho de que gran parte del reparto y todos los papeles destacados sean mujeres.

Y es que las cosas han cambiado, tal y como subrayó esta actriz, aclamada en el mundo entero y con incontables reconocimientos, entre ellos dos Óscar por «The Aviator» (2004) y «Blue Jasmine» (2013).

«Cuando empecé a trabajar, en el principio de los tiempos, me aconsejaban que disfrutara de cada momento porque tendría cinco años de trabajo. Antes la vida de una actriz era así. Ahora es distinto», rememoró, ya apuntada como promesa para la próxima temporada de premios.

Gonzalo Sánchez

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