Colombia ante la toma de posesión de la nueva Presidencia: Felipe González, Lula y… ¿Petro?
Por Igor Galo
Director de Comunicación de Latam IE University / IE Business School
Felipe González llegó a la presidencia de España en 1982 con mayoría absoluta en el parlamento. Era la primera vez que un gobierno de izquierdas llegaba al poder en España desde el Golpe de Estado de 1939 después de una campaña en la que el Partido Socialista Obrero Español abogada por medidas sociales y económicas en política interna y por salir de la OTAN, la alianza militar liderada por el EE.UU. en política externa. El terrorismo de ETA golpeaba duramente a una sociedad española cuya economía también sufría con un alto desempleo.
España había votado por el cambio y por dejar atrás las reminiscencias del franquismo que aun pervivían. Y el PSOE, liderado por Felipe González, representaba la esperanza para millones de votantes. Había prometido más libertades y un Estado más social. La patronal, liderada en España por la organización CEOE, veía muy peligroso este cambio.
«Los objetivos más importantes y duraderos del programa del PSOE coinciden en apoderarse de una serie de estructuras básicas, con lo cual, a pesar del fracaso de su política económica, su permanencia en el poder se hará más irreversible… Se trata de un auténtico objetivo de cambio, pero de cambio en aspectos esenciales de nuestro modelo de sociedad, que lo aproximaría en gran medida a los modelos marxistas de la Europa del Este”. Esta afirmación se recogía en un documento de la patronal y lo reproducía el periodista Joaquín de Estefanía en el Diario EL PAÍS poco antes de las elecciones. Repasar las hemerotecas de esos años de cualquier periódico español mostraba este tipo de nerviosismo en gran parte de empresarios y las empresas españolas de la época.
Ya en el poder, el partido socialista afrontó una dura reconversión económica que implicó el cierre de cientos de empresas que ya no eran competitivas, comenzó la liberalización de la economía para acercarse en Europa con el objetivo de ser aceptada en la Comunidad Económica Europea y subió el IVA general en 1985 del 10% al 15% así como otros impuestos. Al mismo tiempo que reformaba el sistema de pensiones haciéndolo más redistributivo, una ley de 1985 promulgó la universalidad del acceso a la sanidad. En ámbito de política externa el PSOE pasó de pedir la salida de la NATO a plantear un referéndum en el que gran parte del partido apoyaba mantenerse en la alianza, mientras que en el plano social se aprobaron la ley que permitía el aborto y las universidades comenzaron a recibir estudiantes de todos los estratos sociales.
El gobierno socialista estaba dividido en dos almas, una más liberal y modernizadora en lo económico que buscaba hacer la economía más competitiva y otra más izquierdista que buscaba cambios sociales para ampliar derechos sociales y económicos. Tras unos años de duras reformas la economía volvió a crecer, pero con una estructura diferente. Más abierta al exterior y con un tejido social más moderno. Los empresarios tuvieron que adaptarse a un entorno más competitivo y mayores impuestos, pero se beneficiaron, en el segundo mandato de Felipe González entre 1986 y 1990, del crecimiento que generó este nuevo modelo. Los miedos originales de la patronal española nunca se cumplieron. Las expectativas de muchos votantes del ala más izquierdista tampoco. Pero España caminó hacia una rápida modernización económica y social, y a su integración en Europa y en el mundo.
Veinte años más tarde otro partido de izquierda, el PT – Partido dos Trabalhadores de Brasil encabezado por Luiz Inácio Lula da Silva, ganó las elecciones en Brasil de forma rotunda. De nuevo, antes y después de las elecciones muchos sectores empresariales brasileños mostraban su gran preocupación por las futuras políticas del gobierno del Partido de los Trabajadores. El valor del real brasileño cayó empicando, un 50%, pasando la cotización de 2 a 4 reales por dólar en el periodo entre las elecciones y la toma de posesión. Seis años más tarde bastaban 1,5 reales para comprar un billete verde. La divisa brasileña había recuperado todo su valor.
Por el camino, Lula sorprendió con una gestión macro prudencial combinada con una política social que mejoró de forma importante el bienestar de las capas más bajas de la sociedad, creó una nueva clase social que alimentó la demanda interna, y muchas grandes empresas brasileñas aprovecharon la situación para crecer e internacionalizarse aprovechando la fortaleza de su mercado nacional.
Ambos líderes izquierdistas optaron por evolucionar, lejos de maximalismo, en lugar de revolucionar el sistema. Esto les garantizó mantenerse en el poder durante más de una legislatura, con una aprobación del 50% en el caso de Felipe González y, especialmente, generar unos cambios relevantes y positivos en sus sociedades. Para ello, se rodearon al mismo tiempo de ministros de economía y hacienda prudentes mientras que los titulares de las carteras como sanidad, justicia o seguridad recayeron en perfiles más progresistas que consolidaron un estadio más social e igualitario y que a medio plazo generó mayor igual, con un descenso del índice Gini tanto en España como en Brasil.
También es cierto que ambos partidos fueron derrotados por una combinación de corrupción y crisis económica. Una característica que, por otra parte, en el mundo hispano y americano parece no ser exclusiva de ninguna tendencia política específica.
La situación en las vísperas del cambio político a la izquierda de España en 1982 y #brasil en 2002 no difiere mucho a la de #Colombia en la actualidad. Incertidumbre de empresarios e inversores internacionales, devaluación de moneda, grandes expectativas de cambio y brotes de violencia.
¿Optará Gustavo Petro por seguir la línea de centroizquierda de Felipe González y Lula Da Silva cuarenta años después del primero y veinte después del segundo? ¿Será capaz de tirar de la cuerda lo suficiente, pero sin romperla, para encaminar a Colombia hacia un modelo #socialdemócrata de libertades y bienestar social? La triste ventaja del presidente de #Colombia es contar con otro modelo en su vecindario, como el venezolano, cuyos resultados son el caso más claro de país en vías de subdesarrollo económico, pero también social, en lo que vamos del siglo XXI.
Publicado en EL TIEMPO Casa Editorial https://www.eltiempo.com/mundo/felipe-gonzalez-lula-y-petro-columna-de-igor-galo-692187