Como Argentina

Guillermo Caram

Hace 5 años, Argentina alcanzó 61% de deuda pública/PBI. De ahí se desató una crisis económica expresada en 143% de inflación, 4.3% de déficit fiscal, 133% de tasa de interés en el mercado del dinero.

Esto, a pesar de una presión fiscal de 29%, dos veces la dominicana; que demuestra que el origen de toda crisis económica y de su solución, no está, como muchos plantean, en aumentar presión tributaria; sino en procurar gasto público acorde con recaudaciones, mejor calidad y más inversiones para mayor incidencia socioeconómica.

Esa crisis económica desató crisis política que, siguiendo convicciones boschistas en su libro sobre “crisis de la democracia”, pudo terminar en crisis social. Argentinos se la cobraron, en las recientes elecciones, a los partidos; viabilizando triunfo de un candidato que rompió todos los esquemas del sistema.

Como nuestra deuda pública consolidada hoy está en el fatídico 61% argentino de hace 5 años, debemos nutrirnos de aquella experiencia aleccionadora.

Sobre todo porque cifras fiscales dominicanas auguran que vamos por un camino comparable.

En los últimos 14 años, el Resultado Operativo Bruto del sector Público ha sido deficitario en RD$688 mil millones, correspondiendo 43% a los últimos 3 años, especialmente por efecto de la pandemia, elecciones y cambio de Gobierno en 2020. En 13 de estos 14 años, este resultado fue deficitario. Al 8 de diciembre del presente año, se habían gastado en partidas corrientes RD$19 mil millones por encima de las recaudaciones.

Para financiar déficits e inversiones, la Deuda Pública Consolidada como porcentaje del PBI, prácticamente se duplicó con relación al 2008. En 14 años.

Los dominicanos tendremos elecciones el próximo año. Si los resultados no permiten estructurar una administración gubernamental que frene esas tendencias, pudiéramos caer en cuadro tan fatídico como Argentina.

Y pudiera inspirar, dentro de cinco años, en las elecciones del 2028, si la incapacidad para frenar el deficitarismo de gobernantes y partidos persiste, una respuesta política apartidista y asistémica, como Argentina.

Que no tendría nada de malo si se garantiza seguir gobernados bajo democracia.

Hoy

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