¿Cómo nos iría bajo una nueva presidencia de Donald Trump?

Bernardo Vega

Estuve la semana pasada en Washington, DC y comí con un viejo amigo y experto en política norteamericana, quien opinó que los Estados Unidos sobrevivirían un nuevo gobierno de Trump, a pesar de que se debilitaría su servicio civil y la autonomía de su sistema de justicia. También las agencias dentro del Poder Ejecutivo se doblegarían más fácilmente ante la Casa Blanca, pero creía que tal vez el resto del mundo “no sobreviviría”.

Durante sus primeros cuatro años del Gobierno Trump este puso muy poca atención a América Latina visitando solamente a la región en una ocasión, cuando fue a Buenos Aires. Se concentró en política externa más bien en sus relaciones con Putin, con China y Corea del Norte. En cuanto a América Latina su único interés era cómo reducir la migración por la frontera mexicana, aunque también estableció sanciones contra Cuba y amenazó a Maduro de Venezuela.

La preocupación principal de un nuevo gobierno de Trump en cuanto a nuestro continente, además del tema migratorio, incluiría la lucha contra las drogas, sobre todo el fentanilo proveniente de México, para cuya solución hasta habla del envío de fuerzas especiales invadiendo al territorio mexicano También su preocupación por la influencia China en América Latina.

En cuanto a las relaciones bilaterales entre nuestro país y una nueva administración de Trump existen tres importantes peligros:

Trump amenaza con establecer un impuesto a las remesas para con esos recursos financiar el fortalecimiento de la frontera de Estados Unidos con México. Pero el Canal de la Mona también es parte de la frontera norteamericana y ese impuesto podría aplicarse a los envíos desde México, El Salvador Honduras y Guatemala y también desde nuestro país, lo que no solo perjudicaría a nuestra balanza de pagos, sino que reduciría los ingresos de los miles de dominicanos beneficiarios de esas remesas.

Un segundo peligro es la amenaza de Trump de imponer un impuesto de un 10% sobre todas las importaciones, esencialmente para reducir los bienes provenientes de China, promoviendo el “near shoring” dentro de los propios Estados Unidos, pero si es un impuesto generalizado afectaría dramáticamente a nuestras zonas francas. Es cierto que bajo el tratado DR-CAFTA los Estados Unidos no puede unilateralmente violarlo, como sería el caso de ese impuesto del 10%, pero también es cierto que Trump se caracteriza por no hacer mucho caso a los compromisos internacionales de su país.

El tercer peligro está representado por su declaración de que eliminaría el mecanismo de unificación familiar, bajo el cual un abuelo o padre dominicano residente en Estados Unidos puede pedir que un hijo o nieto migre para reunirse con su familia. Trump ha llegado a decir que la emigración hacia Estados Unidos “envenena nuestra sangre”, una frase casi tomada de los textos de Adolf Hitler. Por cierto, la esposa de Trump no titubeó en solicitar bajo ese mecanismo de unificación familiar que llegaran su padre y su madre a residir en Estados Unidos.

Tal vez el único aspecto positivo para nuestro país que podría representar una segunda presidencia de Trump sería su anti haitianismo. Ya sabemos que insultó públicamente a los haitianos y a ese país. Es parte de su odio hacia la emigración desde terceros países. Bajo esas circunstancias y a diferencia de demócratas y liberales, los dominicanos recibiríamos menos críticas desde Washington por la forma en que tratamos el tema de las deportaciones de haitianos y las condiciones bajo las cuales los empleamos.

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