Como París valió una misa, el país vale una cumbre
Pablo McKinney
Cuando los extremos coinciden en criticar una decisión gubernamental es hora de dejarla sin efecto. Hablo del Proyecto de “Ley integral sobre trata de personas” sometido por el Poder Ejecutivo al Congreso.
Hora es de retroceder, pero también de explicar las razones de someter tal proyecto de ley para ser aplicado en un país tan arrabalizado institucionalmente y en donde todos los gobiernos se han negado -en los hechos- a organizar la inmigración, lo que incluye eliminar las mafias de trata de personas y también las consulares.
Al retirar el proyecto, el gobierno aseguró que no aceptará “ningún acuerdo que convierta al país en receptor de ciudadanos haitianos afectados por la inestabilidad política en Haití”, pero admitió que el proyecto “responde a un compromiso asumido por el país como signatario de varias convenciones internacionales”.
¿Y entonces?
¿Qué ocurrió entre el 10 de junio de 2022 (cuando en el marco de la Cumbre de las Américas, el presidente Abinader se negó a firmar la “Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección”) y el 12 de diciembre, fecha en que extrañamente el gobierno envió al Congreso el proyecto de Ley que es hijo de la Declaración que se había negado a firmar? La visita al Palacio Nacional, el 27 de octubre, de la subsecretaria de Seguridad Ciudadana, Democracia y DD. HH. de EE. UU., Uzra Zeya, para “solicitar” al gobierno la aprobación de “una ley actualizada sobre la trata de personas, conforme a los estándares internacionales”.
El imperio contraatacó y, atrapado y sin salida, el gobierno dominicano tuvo que acceder… pues la primera función de todo ser vivo es seguir existiendo.
Fue por todo esto, y no por hablar “caballá” ni citar “plumas de burro”, que la pasada semana en este bulevar de sueños truncos uno escribió lo siguiente: “Si todo lo anterior no es suficiente para que Luis, Danilo y Leonel depongan temporalmente sus armas electorales, (la “maidelplay de sus ejércitos mediáticos con sus insultadores de oficio y sus manipuladores de profesión) y se reúnan en una cumbre urgente por el país, su paz y su democracia… pues que venga Dios y lo vea”.
Si en amores, “del cuello de la amada pende un cristo”, en cualquier lugar del país, depende la economía de un obrero haitiano. A esto hemos llegado, “ay, país, país, país”.