CONTANDO LOS HECHOS

El mundo de hoy… y el de mañana

Ellis Pérez@EllisPerezSr

 El mundo de hoy ya no es el de ayer, y el de mañana se­rá distinto. El cambio no se detiene, es continuo; lo que varía es la velocidad del mismo. La historia nos enseña que ya sea vía naturaleza, en la que ésta ha variado drásticamente, en diver­sas etapas, o en los cam­bios producidos por la es­pecie humana, como son: las grandes guerras, o la acumulación de factores para producir lo que hoy llamamos el cambio cli­mático. El mundo no de­tiene su proceso de cam­bio continuado.Ahora estamos en la coyuntu­ra paradigmática que ha producido la pandemia del Covid-19. Ya está da­do un proceso de cam­bio que nos ha obligado a variar nuestros estilos de vida en diferentes for­mas. Algunas de esas va­riaciones, como la de tra­bajo en casa o asistencia a distancia usando las fa­cilidades tecnológicas de las que disponemos hoy en día, habrán de conver­tirse en nuevos rasgos de nuestro diario vivir.

En la parte negativa de estos cambios pode­mos notar algunas pér­didas de empleos que ya no se recuperarán. La falta de productividad por la no asistencia a los centros de producción y la consecuente escasez y escalada de los pre­cios. La inamovilidad momentánea de miles de contenedores que no están transportando las mercancías.

Con la aparente bo­nanza de vuelta al tra­bajo de una cantidad de empleados y el con­secuente aumento de la demanda de bienes y servicios, ahora tene­mos que pagar el petró­leo y sus derivados a un precio mayor, lo que in­cide directamente en el aumento de casi todos los bienes y servicios que dependen de algún grado de energía, lo que es prácticamente todo.

Con el inicio de la pandemia comenzó la época de las vacas fla­cas. Ahora mismo esta­mos lidiando con ella y el futuro inmediato lu­ce oneroso. Continua­rá aumentando la esca­sez y el aumento de los precios. Aun las familias más empobrecidas ha­brán de entrar en una etapa de bajo consumo. El gobierno habrá de te­ner en cuenta todos es­tos factores para buscar los remedios posibles que aligeren, en lo que se pueda, todo el nega­tivo efecto económico y social. Habrá que gober­nar, dentro de un con­tinuado ambiente de incertidumbre, práctica­mente día a día, y como he señalado ya, mante­niendo siempre los dos ojos abiertos. Por suerte, se entiende, que el pre­sidente Luis Abinader, duerme poco. Funciona­rios deberán imitarlo.

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