Conversando con los viejos

Por J.C. Malone

Suelo conversar con viejos educados porque son enciclopedias vivientes, ellos trazan paralelismos, comparaciones entre el pasado y el presdente, hacen reflexiones profundas, extremadamente edificantes.  Algunos viejos bien informados tienen acceso a informaciones que nosotros ignoramos, y ni sabemos que no conocemos, tras mi último encuentro con mis amigos viejos, quedé perplejo.

      “El desorden que vivimos hoy, solo es comparable con el que vivimos después del asesinato de Trujillo”, dijo uno de ellos. “El desorden y los escándalos actuales, me dejan pegado a la pared, inseguro sobre lo que debo hacer”, agregó.

      Habla de su experiencia de vida, porque antes de la dictadura hubo muchísimo desorden, y esos desórdenes parieron al dictador. Ciertamente, nos acostumbramos al desorden progresivo y entendemos que eso es algo “normal” cuando en realidad no lo es.

Si yo fuese editor de algún medio informativo, crearía una sección que se llamaría “el escándalo de hoy”, como en mi infancia existía “el suceso de hoy”.

      “Eso tiene su explicación”, agregó otro, “porque de manera definitiva desaparecieron los grandes líderes y colapsó el sistema partidario, el país vive un tremendo vacío generalizado, innegable”. Y argumentó algo absolutamente cierto: “Ese vacío lo llenan los nuevos ricos, gente joven que no viene de familia adinerada, ni se le conoce actividad productiva, pero tienen y ostentan muchísimo dinero.

      Es cierto, ese grupo ocupa posiciones importantes en la sociedad, son el modelo que la juventd sigue, son el apoyo económico de los nuevos dirigentes politicos. Nadie puede negar que en el Congreso Nacinoal y las salas capitulares de alcaldías, abundan riferos, y narcotraficantes.

      “Como no hay estructuras políticas ni liderazgos sólidos, surgen entelequias que ocupan muchísimo espacio público, como aquella  “Antigua Orden”, que ni es orden, ni mucho menos Antigua”. Agregó, “esto nunca ocurrió antes, nadie sabe lo que vendrá, pero lo que venga, sospecho, no será nada bueno”.

      Los viejos lucían tranquilos, sin preocupaciones, como si dijeran, para sus adentros, “este es el mejor momento para ser viejo”, no enfrentarán el futuro incierto, desordenado, peligroso.

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