Corea confronta el cambio

Federico Alberto Cuello

Ocho desaparecidos, una docena de muertos, cuatro mil damnificados y US$75 millones en reclamaciones a las compañías de seguro es el saldo parcial de los aguaceros torrenciales que cayeron en Seúl del 8 al 9 de agosto 2022.

“Llovió más en un solo día que en todo un mes, o que en cualquier día de los 110 años de registros estadísticos”, dijo un oficial de meteorología citado por Bloomberg.

El presidente Yook Suk-yeol, luego de apersonarse en las zonas afectadas, dijo al Korea Times que ya no se puede “tratar a los eventos extremos como inusuales”, pues “en cualquier momento podrían repetirse nuevamente, volviendo a romper todos los récords”.

Tres de los muertos se ahogaron en su propia casa, localizada en un semisótano, similar al inmortalizado en “Parásito” –mejor película del 2020– en aquella escena en la que los protagonistas regresan a casa durante una tormenta, encontrándola totalmente inundada.

Millones viven todavía en semisótanos en Corea y en todo el continente asiático.
La mayoría de los daños se concentraron en Gangnam, el más pudiente de los barrios de Seúl, en cuya estación de metro caían cascadas de agua y por cuyas calles corrían ríos a raudales, expulsando tapas de alcantarilla –probable trampa para los ocho desaparecidos– y arrastrando los más caros coches del mercado.

El portal de negocios biz.chosun.com reporta que, al 11 de agosto, las compañías de seguro habían recibido reclamaciones por daños a 7,678 carros lujosos.

La mayoría de los damnificados, también de Gangnam, debieron buscar refugio luego de quedarse sin electricidad.
El cambio climático es una realidad. Sus efectos no discriminan entre clases sociales.
El calentamiento global eleva la temperatura del mar, aumentando la evaporación y recargando las nubes más de lo normal.

Llueve así por más tiempo, saturando desagües, provocando inundaciones y daños a viviendas, oficinas e infraestructuras. De ahí los damnificados y las muertes.

Cada muerte tiene un valor inconmensurable. Por eso, responder a los desastres siempre será más caro que prevenirlos y mitigarlos para así minimizar sus efectos.

El presidente Yoon urgió a que las autoridades competentes “tomaran medidas de impacto que protejan las vidas y las propiedades de las personas”, transfiriendo fondos y enviando personal de apoyo para agilizar la recuperación.
Dispuso además confrontar el cambio climático renovando la gestión de desastres.

La alcaldía de Seúl prohibió las autorizaciones para vivir en semisótanos.
Aumentará la capacidad de los desagües, de los tanques para almacenar agua de lluvia y de los modelos predictivos de inundaciones para mejor lidiar con sus efectos.

Esta experiencia tiene relevancia para la RD, país donde llueve anualmente durante muchos más meses, donde llegan huracanes y donde hay construcciones en lechos de ríos secos y en playas que podrían desaparecer si subiera el nivel del mar.

Por ello el índice dominicano de riesgo climático es superior al coreano.

Urge así prohibir las construcciones en zonas en riesgo de inundación, instalar canales de contención en zonas costeras y desagües en los municipios sin alcantarillado.
Confrontar el cambio climático desde la perspectiva de la prevención fortalecerá la resiliencia dominicana frente a futuros desastres.

Publicado originalmente en El Día

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