¡Crear conciencia contra el demonio de la guerra!
Tony Raful
En un hermoso poema escrito por Ai Qing, encontré en la tarde del domingo, el arpegio de una canción, en medio de la tribulación creada por los tambores de guerra, que resuenan nuevamente como designios de una voluntad cautiva de violencia y terror. El poeta consagró los dones de la palabra alada y ni siquiera la traducción castró su esencia, por aquella máxima latina que dice que traducción es traición. Venía de la Segunda Guerra Mundial, y llegaba en medio de aprestos de una conflagración de proporciones atómicas, potencialmente de peores consecuencias. El texto dice: “Te deletreo cuadro del terror/Leo tu largo desierto/Mi mañana que tiembla, y en mis mejillas/Las manchas de este cielo asesinado/Manchas de mis dos manos/Te deletreo, despierto el fuego en tu rostro/Hago gritar a las letras avaras/Beso al lince y al cuervo/Beso a los muertos/Han despenado abandonaron su hierba y resucitaron/Como hormiga o libro/Acepto lavarles/Con mi mañana o con mi ayer/Yo digno de mí/Me adelanto/E invento a los otros”.
El Cardenal Pierrot Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede en Roma, a quien tuve el honor de conocer y compartir gracias a la mediación del Embajador Víctor Grimaldi hace tres años, figura de principalía de El Vaticano, refiriéndose al conflicto de Ucrania, declaró que hay que evitar cualquier escalada para la guerra y negociar, apuntando que: “Nunca es demasiado tarde: porque la única forma razonable y constructiva de dirimir las diferencias es a través de diálogo, como El Papa Francisco no se cansa de repetir. La Santa Sede, que en lo últimos años ha seguido de manera constante discreta y con gran atención los acontecimientos de Ucrania, ofrece su disposición a facilitar el diálogo con Rusia, y está siempre dispuesta a ayudar a las partes a retomar este camino. Renuevo la urgente invitación que hizo el Santo Padre durante su visita a Embajada de Rusia ante la Santa Sede, para detener los combates y volver a las negociaciones… He visto que los hechos que precedieron y provocaron la Segunda Guerra Mundial han sido evocados en algunas declaraciones de los últimos días. Estas son referencias que hacen temblar. Debemos evitar cualquier escalada. El eventual regreso a una nueva “guerra fría” con los bloques opuestos, también es un escenario inquietante. Va en contra de esa cultura de la fraternidad que propone el Papa Francisco como único camino para construir un mundo justo, solidario y pacífico”. La alusión a las experiencias pasadas del ultimo conflicto mundial, implican una necesidad imperiosa de entendimiento. El sumario de argumentos desde los intereses regionales y económicos contrapuestos, demanda el retorno al diálogo, a las negociaciones políticas. La madurez emocional de los seres humanos tiene que predominar frente al aguijón constante a la violencia y al despojo. El poema de Ai Qing, envuelve un pensamiento que nos alerta ante las injusticias de las guerras de conquista y dominio económico de áreas de influencia, que estimulan la muerte, impulsadas por viejos y nuevas imperios de la irracionalidad. El Cardenal Parolin nos advierte de la tragedia universal que asoma. La correlación de fuerzas implica un balance horroroso de desdichas para la humanidad. Pero nadie debe darse por vencido, luchar y crear conciencia frente a los demonios de la guerra.