Crisis diplomática: La detención de Jorge Glas en la Embajada Mexicana en Ecuador desata repudio internacional

La reciente intervención policial en la embajada de México en Quito, destinada a detener al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, ha suscitado una oleada de críticas a nivel mundial. Organizaciones internacionales de renombre como la ONU y la OEA, así como numerosos países, han expresado su rechazo ante lo que consideran una clara violación de los principios diplomáticos.

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, manifestó su alarma a través de un portavoz, subrayando que no respetar la inviolabilidad de los recintos diplomáticos amenaza la estabilidad de las relaciones internacionales. La OEA se solidarizó con México, calificando la acción de Ecuador como «improcedente», mientras que Nicaragua extendió su apoyo a México rompiendo relaciones diplomáticas con Ecuador.

Esta controversia no solo ha generado reacciones en el ámbito internacional sino también ha polarizado opiniones en toda América Latina. Países de distintas inclinaciones políticas, desde Brasil hasta Argentina, han condenado el asalto y la subsiguiente detención de Glas, quien buscaba refugio en la embajada mexicana huyendo de cargos de corrupción en Ecuador.

El Departamento de Estado de Estados Unidos no se ha quedado al margen, condenando cualquier acción que contravenga el estatuto de Viena, esencial para la soberanía de las embajadas. Por su parte, México ha denunciado este hecho como una violación flagrante del derecho internacional y un ataque a su soberanía, mientras que la canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, acusa a México de interferir en los asuntos internos de Ecuador al otorgar asilo a Glas. Sommerfeld defiende la incursión policial argumentando el riesgo inminente de fuga del político.

La detención de Glas, quien ya había sido encarcelado previamente por su implicación en la trama de corrupción de Odebrecht y posteriormente liberado en 2022, ha llevado a su traslado a una prisión de máxima seguridad en Guayaquil. Esta crisis diplomática, que escaló rápidamente en tan solo cuatro días, comenzó con declaraciones del presidente mexicano, López Obrador, relacionando la violencia en la campaña presidencial ecuatoriana con la situación de inseguridad en México, lo que provocó la expulsión de la embajadora mexicana por parte del gobierno de Noboa y culminó con la concesión de asilo político a Glas por parte de México.

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