Crisis internacional de la energía

El suministro de electricidad en África está fuertemente dominado por los combustibles fósiles y, en menor medida, por la energía hidroeléctrica

José Manuel Suárez Robledano

La Razón

Unas breves notas referidas a la situación actual de las energías a nivel mundial nos servirán para aproximarnos a la situación actual marcada por un reciente y enorme aumento del precio de las energías de origen fósil, petróleo y gas, y por el impulso de las energías renovables. Analicemos la situación mundial reciente, sin perjuicio de adelantar que en el actual momento un invierno templado ha influido en la estabilización mundial del precio de las primeras.

El 20-4-2021, una lectura de la página principal del DOUE delataba la suscripción de un Acuerdo de Cooperación entre el Reino Unido y la UE para la cooperación en el uso pacífico y seguro de la energía nuclear, lo que significa que en la UE aún funciona la Comunidad Europea de la Energía Atómica, siendo distintas las políticas interiores de cada Estado miembro respecto del uso y aplicaciones de dicha energía de fisión, pues algunos (Francia, v.g.) la tienen ampliamente extendida con una gran producción eléctrica, mientras que otros (España y Alemania) tienen su uso muy restringido y en disminución.

Los últimos años han supuesto un debilitamiento palpable del multilateralismo y de la globalización tal como la entendíamos con anterioridad a la crisis del Covid-19 y a la guerra de Ucrania. Los pasados años han supuesto un notable incremento de los precios de los derivados del petróleo, aun con la estabilización antes mencionada, sin que la actual división de intereses geoestratégicos mundiales de las potencias prevea un panorama alentador al respecto. Aunque el precio ha aumentado, los países exportadores de crudo de Oriente Medio han visto reducidos sus ingresos fiscales por esta materia, y los analistas pronostican una constante reducción de los insumos de carbón y de petróleo hasta el año 2050, sin que parece que ese pronóstico sea aplicable al gas. Por otro lado, pese a los pronósticos optimistas, la electrificación general y en particular de la automoción se enfrenta a obstáculos tales como la contaminación de los residuos de litio, la obtención de este material, la autonomía real de las pilas de electricidad, la recarga lenta y sus puntos, así como la posibilidad de desarrollo de energías más baratas y no contaminantes como el hidrógeno verde, incluso con mayor autonomía.

En cuanto a las relaciones bilaterales China-Rusia, estas pueden ser calificadas de buenas en la actualidad, debiendo tenerse en cuenta que la primera tiene grandes depósitos de minerales estratégicos vinculados a las energías renovables, vulgarmente conocidas como tierras raras que, por cierto, abundan en determinadas zonas de España. Habrá que ver si los acuerdos de París y Kioto son seguidos, por lo tanto, por China e India en cuanto a la preconizada descarbonización general. La ciberseguridad es otro tema muy a tener en cuenta en el uso de la electricidad ya que, incluso antes del conflicto de Ucrania, en el año 2015 un ataque cibernético a las estructuras de su red eléctrica, ocasionaron un apagón que afectó a 250.000 personas.

También conviene recordar que el fomento de las energías renovables ha tenido una clara manifestación legislativa a favor en la Directiva de 11-12-2018, sobre el fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables, estableciéndose que la UE se convierta en un líder mundial en la generación de energías alternativas, comprometiéndose a reducir las emisiones de co2 en al menos un 40% de aquí a 2030. Paralelamente, se advierte que el sector de las energías renovables puede ayudar a la recuperación económica, a dar prioridad a la eficiencia energética, a convertir a la UE en líder mundial de energías renovables y ofrecer un trato justo a los consumidores. O sea, todos nos vemos involucrados en esos propósitos futuribles, pero próximos.

Pero, sin ánimo de caer en el eurocentrismo, palabra pareja a la de egocentrismo, hay zonas del planeta, como África, en las que la adecuada utilización del duro clima desértico y de la sabana, incluso en las zonas montañosas y pluviales tropicales, debe llevar a un aumento grande de las fuentes solares y eólicas para obtener energía barata. Pese a ello, hoy por hoy, según las fuentes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, a pesar del éxito de muchos países, las energías solar y eólica solo representaron el 3% de la electricidad generada en África en 2018, frente a 7% en otras regiones del mundo. El suministro de electricidad en África está fuertemente dominado por los combustibles fósiles y, en menor medida, por la energía hidroeléctrica (79% y 16%, respectivamente).

Para terminar, the last but not the least, digamos que, porque aquí vivimos y «pacemos», la UE presenta una complicada situación energética respecto del abastecimiento de los combustibles tradicionales, particularmente del gas en este momento. Hasta que finalice el conflicto de Ucrania, los yacimientos de Oriente Medio y el gas licuado norteamericano se ofrecen como alternativas reales.

Fuente La Razón

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