De combustibles y realidades
Ruddy L. González
El precio de los combustibles constituye uno de los ejes que más inciden en la economía dominicana, abatida por los efectos de una pandemia de dos años y ahora por la guerra Rusia-Ucrania. No producimos una gota de petróleo y no podemos prescindir de los combustibles. Estamos sujetos, por tanto, a los precios que rigen el negocio del mercado petrolero a nivel mundial, de los costos del transporte, de la disponibilidad de recursos para comprarlo, de las garantías de suministro de productores y vendedores. Traspasar al consumidor directamente los precios del petróleo –que bordean hoy los US$100 el barril- distorsiona por completo el esquema económico del país, por lo que el Gobierno ha decidido asumir el diferencial, a un costo multimillonario para el presupuesto público. “Aunque estamos ante una crisis internacional, debemos tener la completa confianza de que contamos con una cadena de suministro de hidrocarburos sólida, que garantiza el abastecimiento de los combustibles en cada estación del país”, dijo el Presidente Luis Abinader en su discurso del 27 de febrero, y agregó: “… Es un esfuerzo que ha realizado el Gobierno a través del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes para mitigar el impacto de las alzas de los combustibles… y si bien los subsidios pueden ser una medida que genera muchas discusiones, es la única vía de evitar un mayor golpe a los ciudadanos”. En medio de estas realidades, el Gobierno ha sometido al Congreso Nacional un proyecto tendente a sincerar las escalas costos-beneficios-suministros del petróleo y los combustibles que consumimos, lo que obliga a la sociedad a cerrar filas en favor de conjurar la brecha existente.