De la movilización a la concertación: Y haréis justicia

Nelson Espinal Báez

Empezamos a agruparnos desde antes del 2012 explorando fórmulas e ideas de cómo crear un movimiento ciudadano para movilizar la consciencia nacional. Desde el Centro Belarmino en Santiago hasta el Centro Bonó y la UASD en la capital, los encuentros fueron cada vez más frecuentes.

A algunos los empezaron a seguir los organismos de seguridad del estado. Recuerdo, en una ocasión, cuando a dos de ellos los fueron a buscar a una de las reuniones que yo facilitaba en el Centro Bonó. De ahí nació una hermosa amistad con hombres y mujeres de corazón sano y compromiso claro. Y que están en la política porque quieren servir, no servirse.

A partir de enero del 2017 marchamos por todo el país contra la corrupción y la impunidad. Así nació un movimiento, una campaña profundamente ciudadana en sus orígenes.

El 23 de enero del mismo año, el asesor y amigo Nacho Muñoz nos escribió, etiquetándonos por Facebook, lo siguiente:

“Hace un año y medio participé en uno de los proyectos de innovación social y participación ciudadana más apasionantes de los que he vivido hasta el momento.

En verano del 2015 realicé dos viajes a Santo Domingo, República Dominicana, en los que tuve el honor de facilitar múltiples talleres de reflexión, capacitación y co-creación; impartir alguna conferencia; dinamizar distintas reuniones y codirigir una primera asamblea nacional de asociaciones, que dio lugar a que un grupo de personas y colectivos se organizaran y coordinaran para impulsar proyectos comunes.

Por aquel momento, el anhelo era el mismo que el de ahora: ejercer presión desde una ciudadanía organizada que permita modificar las condiciones de injusticia y desigualdad que vive el pueblo dominicano.

Este fin de semana se ha marcado un hito en ese largo camino, y es que uno de los grandes objetivos intermedios se ha cumplido: comprometer a la ciudadanía dominicana a una marcha multitudinaria, para ofrecer una voz contundente en las calles contra la corrupción y contra la impunidad. Miles de personas salieron ayer a la calle en una de las movilizaciones más importantes de la historia de RD. (…)”

El 27 de febrero de ese mismo año, el presidente Danilo Medina reconoció en su discurso a la nación el mal de la corrupción como práctica y cultura rentista e invitó a sentarnos en la mesa a concertar reformas concretas. Aquel discurso fue un punto de inflexión que debimos aprovechar. Siempre he creído, y así lo hemos verificado con investigaciones en el MIT-Harvard Public Disputes Program, que de la movilización hay que pasar a concertación. De lo contrario todo se queda en sueños maximalistas que acaban con unas elites para entronizar otras con los mismos vicios, pero con más carencias. O se quedan en simple desahogos sin capacidad de producir reformas y políticas públicas concretas.

Pero estábamos tan envalentonados y obnubilados por el éxito de las marchas que se empezó a pedir lo antidemocrático, lo inconstitucional: la renuncia del presidente Danilo Medina. Con esa locura le estábamos dando la espalda a nuestra historia, le estábamos dando la espalda al 24 de abril de 1965.

Ante mi molestia, me respondieron: “Nelson, estamos pidiendo eso para negociar”. Ya podrá el lector imaginar mis respuestas. Por supuesto, desde ese momento el gobierno de entonces cerró las puertas y las movilizaciones continuaron por el territorio nacional.

El balance al día de hoy es agridulce. Estoy contento porque se está investigando, porque se están sometiendo a presuntos implicados, pero estoy consternado y preocupado porque estamos frente a otro punto de inflexión y aún no tenemos reformas y políticas públicas concretas. Y sobre todo porque veo demasiado circo y poca sobriedad procesal. Haciendo, en un primer momento, que la forma sea la noticia y no el fondo.

¿Para qué imitar las acciones en la madrugada del ex procurador Jean Alain Rodríguez contra los presuntos implicados del caso Odebrecht?

¿Estamos conscientes que este aparataje se puede ir contra el prestigio y la aspiración de una justicia sana, sobria e independiente?

¿Estamos conscientes de que sin reformas concretas ni sobriedad judicial, de ahora en adelante cada gobierno tendrá su “propia justicia independiente”?

¿Acaso los presuntos implicados eran terroristas o narcotraficantes que había que buscarlos aparatosamente en la madrugada?

¿Acaso el Debido Proceso de Ley no es parte de la aspiración de una justicia sana e independiente?

¿Acaso no fue en los regímenes de Joaquín Balaguer cuando más se violó el Debido Proceso y más se esquilmó la justicia?

¿Seguirán algunos grupos atacando la corrupción del PLD, pero defendiendo a Donald Trump?

¿Seguirán otros atacando a todo el mundo, pero defendiendo a los Ortega de Nicaragua, los Maduro de Venezuela y los Castro de Cuba?

Es igualmente penosa la movilización del Partido de la Liberación Dominicana en el Palacio de Justicia. Ustedes no son una turba agrupada por una insignia, sino el partido fundado por el Prof. Juan Bosch que gobernó por 20 años la República Dominicana. Afortunadamente vi al exvicepresidente Jaime David Fernández Mirabal, corregir a unos manifestantes diciéndoles “los peledeístas no hacen eso”, tratando de rescatar el orden y la mística de 1973.

Si queremos de verdad construir una cultura anti impunidad y una justicia civilista y respetuosa de los derechos es vital combinar la movilización con la concertación. Y levantar la voz a favor del debido proceso en todo momento, en cualquier circunstancia y en todos los gobiernos.

Y haréis justicia.

Estoy contento porque se está investigando, porque se están sometiendo a presuntos implicados, pero estoy consternado y preocupado porque estamos frente a otro punto de inflexión y aún no tenemos reformas y políticas públicas concretas. Y sobre todo porque veo demasiado circo y poca sobriedad procesal. Haciendo, en un primer momento, que la forma sea la noticia y no el fondo.

Fuente Diario Libre

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