Demasiado ruido para una campaña bullosa

Pablo McKinney

Habla muy bien de la sociedad civil -la que somos todos- el rechazo masivo y plural que han recibido algunos artículos de la Ley 1-24 que crea la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) y ha reunido a tirios y troyanos, incluidos los candidatos Fernández y Martínez, quienes criticaron la pieza a pesar de que fueron los votos del PLD y el PFP en el Congreso los que, junto al PRM, convirtieron en ley el proyecto. (Igual ha ocurrido siempre con el rechazo a las tres causales, lo que explica en parte, por qué avanza tan fuerte en Occidente la antipolítica).

Por la manera en que esto fue aprobado, con el apoyo cínico de la partidocracia de oposición, ya dije, uno sospecha que la mano todopoderosa de la Embajada de Estados Unidos tocó la puerta del Gobierno y la oposición, quienes cedieron ante el “áspero norte” de juegos tan pesados (el PLD sabe de eso), pero ahora, bajo la presión ciudadana aceptarán de buena gana las modificaciones, que de no hacerse ordenaría posteriormente el Tribunal Constitucional que se enfrentaría a su primera prueba de fuego.

Viendo la dureza y diversidad de las reacciones, digamos que para el Gobierno esta ley ha provocado un ruido solo superado por el de Úbeda cuando, vencido por el desamor, denunció: “Ruido de tenazas, ruido de escorpiones. Demasiado ruido. Tanto ruido y al final llegó el final”.

A desafinados canturreos de alto costo de la vida, caos del tránsito o inseguridad ciudadana se enfrenta ya el gobierno para, en medio de una campaña electoral, promulgar una ley que toca temas tan sensibles como la intimidad personal y las libertades públicas, y sin que hayamos padecido los dominicanos un 11 de Septiembre que pueda explicarlo/ justificarlo.

Las críticas a la ley se concentran en el artículo 11 que obliga a instituciones privadas o personas físicas a entregar a la DNI todas las informaciones que requiera, -sin mencionar taxativamente la necesidad de la orden de un juez-; y el artículo 26 que sanciona con prisión de dos a tres años y una multa, la violación a esos mandatos.

Los señores lo saben o debieron suponerlo, el “caliesaje” es una prueba superada por la sociedad dominicana, traumatizada aún por una dictadura trujillista y una dictablanda balaguerista de doce años. Sin saberlo, superaron al Sabina, “Ruido escandaloso, ruido, ruido, ruido. Demasiado ruido” en medio de una campaña electoral.

Listín Diario

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