Diciembre y enero: dos meses muy caros

Altagracia Paulino

Nunca habíamos tenido un plátano tan caro como ahora. Ni siquiera después del paso del huracán George en el 1998, que, en diciembre de ese año, conseguir un plátano era como ganarse la lotería porque el ciclón desapareció los que habían sembrado y no aparecían ni para remedio.

Pese a que se alega que la tormenta Fiona destruyó buena parte de la producción de la musácea, lo cierto es que hay plátanos, no tanto para satisfacer la demanda, pero aparecen, aunque sean a 45 pesos la unidad, el precio más elevado que haya alcanzado el alimento.

Alguien dirá que nadie se muere por no consumir plátanos, que hay que cambiar a otros rubros, pero no podemos olvidar que la comida es parte esencial de la cultura de los pueblos y que modificar la alimentación se puede hacer por un día, pero no por siempre.

Consumimos siete millones de plátanos por día y cada dominicano come en promedio 250 por año, porque el ecosistema nos provee de ese alimento y está en el centro de nuestro cerebro su ingesta y demanda. Junto con el arroz, es la guarnición por excelencia.

Ningún dominicano que se precie de tal desprecia un buen mangú encebollado. Dejar de comer plátanos es como si cambiáramos de identidad, por lo que lo inteligente es sembrar en enero para cosechar en diciembre y en el próximo enero, ya que el ciclo del plátano es de un año, aproximadamente

El plátano y el “invierno” no son amigos, no obstante, no en toda la geografía nacional las temperaturas bajan tanto, por lo que para garantizar plátanos todo el año debería hacerse un mapeo de las zonas más favorables y propiciar una buena planificación de las cosechas.

Comer plátanos es parte de nuestra identidad como pueblo y no debemos renunciar a ella, es una lástima que en estos últimos 62 días la mayoría de los dominicanos hayan tenido que prescindir de su consumo por los altos precios.

Diciembre y enero son dos largos meses muy apropiados para practicar los conceptos de economía y finanzas. Es oportuno para conocer la teoría del mercado, de la demanda inducida, la inflación, el manejo del dinero, las deudas, el consumo compulsivo, las curvas de los gastos, y la capacidad del ahorro de las personas.

Cada año repetimos lo de la curva de enero, no gastar el doble sueldo, pero nunca el dinero alcanza para hacer frente a la inflación de diciembre, donde el pollo, los huevos y todos los alimentos-no solo el plátano- suben a niveles inalcanzables.

Dicen que la salvación o la perdición son individuales, de ahí se explica porque el conjunto de la población no hace caso a las orientaciones y a la educación financiera.

Las fiestas son una especie de evasión que obnubila a las personas y se vuelve colectivo el estado de frenesí, tanto que hace olvidar a un enero de 31 días, con varios feriados que se perciben más largos de los que son.

Con apenas 13 días la curva de enero se siente tanto que las personas se ven tentadas a tomar préstamos e iniciar y terminar el año con deudas. Es un círculo vicioso que se repite todos los años.

Comentarios
Difundelo
Permitir Notificaciones OK No gracias