Dignidad e Igualdad de las Personas
Por: Luis Fernández
La lucha por la dignidad y la igualdad de los seres humanos y por el respeto de los derechos de todas las personas sin ninguna distinción, adquiere mayor relevancia, en un mundo cada vez más conflictivo y que en muchas ocasiones obliga a las personas a vivir en condiciones difíciles y bajo graves violaciones a los derechos humanos, tal como ha estado ocurriendo en varios lugares del mundo.
A más de 30 años de haber ocurrido, está presente en la memoria histórica de la humanidad, lo acontecido en la república Africana de Ruanda en el 1994, donde en apenas 100 días fueron asesinadas brutalmente 800, ooo personas de la etnia tutsi, equivalentes al 75% de la población tutsi que vivía en ese momento en Ruanda, matanza que fue posible por el odio racial entre las etnias hutus y tutsis y por la inacción de los organismos internacionales.
Este triste y doloroso episodio acaecido en Ruanda pequeña nación situada en el África oriental (26, ooo km2 y 11 millones de habitantes) ha tenido un devastador impacto en el tejido social y económico del país. El gran número de víctimas mortales, el desplazamiento masivo y la turbulencia económica y política han dejado graves secuelas, en un país en que la mitad de la población vive en la pobreza y necesita ayuda para crear trabajo tanto en zonas rurales como urbanas.
El panorama mundial no es nada alentador, la creciente intolerancia a la diversidad política y religiosa y las groseras violaciones a los derechos humanos, han cobrado miles de víctimas inocentes masacradas, tal como recientemente denunció el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), un grupo con sede en Reino Unido, señalando los episodios de violencia ocurridos en la costa mediterránea de ese país.
La Organización no Gubernamental denunció unas 30 masacres sectarias y más de 745 civiles asesinados a sangre fría, por las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno Sirio, contra la minoría Alauita, en las ciudades de Latakia y Tartús, uno de los episodios de violencia más graves desde que se inició la guerra civil en Siria hace 14 años y que atenta contra la frágil estabilidad de esa nación del oriente próximo.
También tenemos el caso del grupo étnico mayoritariamente musulmán de los Rohinya de Birmania o Myanmar estado de mayoría Budista, considerado por las Naciones Unidas como la minoría étnica más perseguidas del mundo, esa persecución tiene sus raíces en la colonización británica de Birmania y en la negativa del Estado postcolonial a reconocer la existencia de un pueblo que existe desde hace miles de años.
Se calcula que un millón de rohinyá vivían en Birmania en el 2017 y en el 2018 más de 723, ooo refugiados Rohinya habían huido a Bangladesh y se asentaron en un enorme campamento de refugiados considerado el más grande del mundo, Amnistía Internacional ha afirmado que Birmania está sometiendo a los rohinyá que quedan en el país a un «régimen de apartheid deshumanizador», y la ONU ha acusado a Birmania de limpieza étnica.
El incremento de la violencia contra la población civil palestina en Gaza y Cisjordania, se ha convertido en un genocidio y en una operación de limpieza étnica, el bombardeo masivo y constante de zonas residenciales (ya se han destruido más de la mitad de las viviendas de la franja de Gaza), de hospitales, escuelas y campos de refugiados reflejan una clara intención de dañar y aterrorizar a la población civil.
La situación global es altamente inquietante, cada vez son más las personas que son víctimas de discriminación y las que se les niegan e irrespetan sus derechos y tienen poco o ningún acceso a los servicios básicos y los recursos, lo que les impide acceso a la educación, al trabajo digno, a la salud limitando su participación en la vida pública y su capacidad de influir en las políticas que los afectan.
Estamos ante hechos que observamos impotentes, la barbarie y el aumento de la inhumanidad y la falta de solidaridad en el mundo, se abren paso sin que nadie los detenga, las detenciones arbitrarias, las persecuciones torturas, ejecuciones, violaciones, traslado sistemático y reclusión de civiles, expulsiones forzadas, ataques o amenazas de ataque, o actos de terror, parecen no tener fin.
Es momento de reflexionar la dignidad humana y los derechos fundamentales de las personas merecen respeto y protección, mas en una época en que estos se ven amenazados por la creciente influencia política de los movimientos y partidos de extrema derecha y sus líderes autoritarios, que ponen en peligro la gobernanza global y el futuro del sistema multilateral y sus valores universales.
Debemos rechazar con firmeza el racismo, el odio, la discriminación, los atropellos, los abusos, las persecuciones y detenciones arbitrarias, los asesinatos y cualquier violación a los derechos de las personas, hay que hacer un compromiso firme con los derechos humanos, la democracia, la acción humanitaria y la solidaridad, de modo que realmente se respeten los derechos y la dignidad de las personas.
Luis Fernández
Político, Escritor y comunicador
Santo Domingo R.D.