Dos años de crisis internacional

Bernardo Vega

El Gobierno de Luis Abinader heredó de su antecesor, Danilo Medina, la gran tragedia de la pandemia mundial. A nadie le agrada no poder salir de la casa ni andar con mascarilla, temiendo que la próxima víctima sea un pariente o amigo cercano. Abinader manejó muy bien la pandemia a través de un plan de inoculación masiva que logró que el grueso de la población se vacunara y esto lo han reconocido organismos internacionales.

Pero cuando se pensaba que el Gobierno del PRM iba, por fin, a poder actuar libre de crisis internacionales, en marzo, con la guerra entre Rusia y Ucrania y que realmente abarca también a Europa y Norteamérica, surgió una inflación mundial acentuada por los altos precios de los combustibles y de la comida básica como el trigo, el maíz y la soya. Nuestro país se había acostumbrado a una inflación no mayor al 4% pero actualmente está en 9%. En la economía con la cual mantenemos mayores vínculos, la norteamericana, su inflación actual es la más alta en cuarenta años, es decir desde 1982 cuando Abinader padre como ministro de Hacienda y el autor de este artículo como gobernador del Banco Central enfrentaron lo que sería conocida como “la década perdida” latinoamericana.

Nuestro actual presidente encontró el petróleo a US$42 el barril, pero pronto llegó a US$100 y actualmente está en los US$90. La expansión del crédito durante los últimos meses del PLD para estimular una economía prácticamente paralizada con motivo de la pandemia, también contribuyó a la inflación y es ahora cuando nuestro Banco Central ha iniciado el proceso de “recoger vela” emitiendo bonos y subiendo las tasas de interés.

Para enfrentar una inflación mayormente importada el Gobierno de Abinader ha optado por un plan de subsidios masivos. El congelamiento de los precios de la gasolina y otros derivados del petróleo ha requerido recursos del presupuesto nacional equivalentes a la construcción de 400 Km. de carreteras. El programa de inversiones públicas ha disminuido grandemente para poder mantener los subsidios y ya el director de Presupuesto anunció que habría que someter al Congreso Nacional uno nuevo que presumimos incluirá financiamientos tanto locales como externos.

Los segundos dos años del gobierno de Luis Abinader ojalá que coincidan con una disminución en la inflación mundial. De lo contrario su popularidad disminuirá. Ya en América Latina las elecciones recientes las ha ganado la oposición, al no poder convencer el gobierno a la población de que no es culpable del nivel de inflación. Por suerte para Abinader, su oposición está compuesta mayormente por partidos con expedientes de corrupción ya identificados. Los pocos casos de posibles candidatos de la oposición no vinculados a la corrupción hasta ahora no han indicado contar con la popularidad necesaria para ganar unas elecciones.

Es dentro de estas perspectivas que en los dos años siguientes Abinader tendrá que enfrentar mayores pérdidas en la venta de energía, al equivocadamente creer que ese asunto se resuelve comprando contadores, en ves de privatizar a las tres empresas distribuidoras, tal y como hizo Leonel Fernández en 1996. También ha incumplido el compromiso público de entregar la administración de las Catalinas a una empresa extranjera con experiencia en el ramo, por lo que es previsible que, si el Estado sigue manejándolas, las Catalina terminarán como el Central Río Haina, es decir que desaparecerán, a pesar de que Haina para su administración contó durante un tiempo con la honestidad y experiencia de un suizo como Gaetán Bucher.

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