Dos candidatas a presidir México: ¿por qué hay cuestionamientos sobre su capacidad para gobernar?

CIUDAD DE MÉXICO, 6 abril  — ¿Están los mexicanos preparados para tener una mujer presidenta?

La pregunta que ha aparecido en encuestas, debates, medios y conversaciones ciudadanas sobre las elecciones del próximo 2 de junio, en las que dos candidatas lideran las opciones para llegar a la Presidencia de México, es una muestra de los prejuicios machistas aún existentes que ponen en duda su preparación como líderes, según analistas políticas.

Esa interrogante sobre lo que piensan los votantes mexicanos, en realidad, lleva implícito un cuestionamiento acerca de si una mujer o, en este caso, de si las dos candidatas mexicanas están preparadas para gobernar el país, la segunda economía de Latinoamérica.

“Cuestionar a alguien por su nivel de estudios, por su experiencia, por sus políticas públicas, eso es válido”, subraya Julia Zulver, investigadora sobre liderazgos femeninos en el Centro América Latina de la universidad de Oxford y en la UNAM, “pero cuestionar a dos mujeres estudiadas, con experiencia en la política, por ser mujeres es donde el cuestionamiento cae en el sexismo, en el machismo”.

En junio, más de 100 millones de votantes mexicanos irán a las urnas en las mayores elecciones de la historia del país por el número de cargos en disputa y, para la presidencia, tendrán que elegir entre tres nombres. Dos mujeres, la oficialista Claudia Sheinbaum (61 años) y la opositora Xóchitl Gálvez (61 años), y un hombre, Jorge Álvarez Máynez, un aspirante joven de 38 años y con menor trayectoria política que las anteriores. El domingo se medirán los tres en el primer debate presidencial.

Todo apunta a que México, un país con un problema crónico de violencia y de violencia de género, será gobernado por primera vez por una mujer, más allá de las interrogantes ventiladas durante la campaña.

“Es una pregunta que no soporto”, rechaza Karolina Gilas, profesora de la facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Tiene toda esa carga de cuestionamiento, de dudas sobre si las mujeres son capaces de ejercer el poder”.

E insiste en que “nadie nunca cuestiona qué tan capaces de hacerlo son los hombres; y si no saben, pues dicen que aprenderán”. La también integrante de la Red de Politólogas y del Observatorio de Reformas Políticas de América Latina de la Organización de Estados Americanos considera que esa interrogante no tendría que estar ni siquiera en la reflexión electoral. Pero ha calado hasta en las propias campañas de las candidatas.

Xóchitl Gálvez, aspirante de la oposición, exsenadora y empresaria tecnológica, abordó directamente el cuestionamiento. “La gran pregunta: ¿México está preparado para tener una Presidenta? Más que preparado, está listo. ¿Ustedes qué opinan?”, publicó en su cuenta de X, antes Twitter, en julio del año pasado cuando aún no era oficializada como la carta de unidad de la coalición formada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el conservador Partido de Acción Nacional (PAN) y el históricamente izquierdista PRD.

Por su parte, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sacó la cara en el mismo sentido por Sheinbaum, su apuesta de continuidad en el proyecto de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional).

“Está más preparada que yo, habla inglés”, defendió el pasado 14 de marzo en una entrevista al Canal Red sobre la reconocida científica y exalcaldesa de la capital mexicana. “Es muy inteligente. Académicamente, es más que yo; yo apenas terminé la licenciatura, ella es doctora. Es una mujer con convicciones, con principios, honesta, tiene muchos méritos”.

The Associated Press consultó a los equipos de campaña de ambas candidatas sobre qué estrategias utilizaron para desvirtuar estos cuestionamientos relacionados con el género. Ninguna de las dos candidaturas respondió.

“Es curioso que las dos candidatas están enfatizando que están preparadas. Yo creo que eso viene de un machismo, una misoginia incrustada en la sociedad mexicana”, reflexiona Zulver, también autora del libro “Feminismo de alto riesgo”.

La investigadora atribuye esos mensajes de campaña a una respuesta anticipada a las críticas que “saben que van a recibir por el simple hecho de ser mujeres en ese cargo, en la Presidencia”. Y plantea un contrapunto: “Es interesante contrastarlo con el hecho de que sí hay muchas mujeres en la política”.

Zulver recuerda que en México hay paridad en la Cámara de Diputados desde 2021, que también hay gobernadoras en 10 de 32 estados o cuatro ministras en la Corte Suprema de Justicia.

Las mujeres mexicanas ocupan el 44% de los puestos en gabinetes ministeriales y el país —en donde el sufragio femenino fue permitido en 1953— es el quinto en mayor participación de mujeres en esos cargos de la región y la Península Ibérica, según el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

La pregunta sobre si una mujer puede dirigir un país como México empezó a plantearse en encuestas de opinión pública en 2004, cuando Marta Sahagún, esposa del entonces presidente Vicente Fox quería lanzarse como candidata.

Roy Campos, presidente de la empresa de sondeos Consulta-Mitofsky, recuerda que volvió a abordarse el tema en 2012, cuando apenas había en el país una o dos gobernadoras, y que se cosechó un fuerte rechazo en torno al 40 o 45%.

Desde entonces y aunque hubo otra candidata presidencial en 2018 con Margarita Zavala, esposa del entonces gobernante Felipe Calderón, no volvió a surgir el cuestionamiento sobre si los mexicanos veían a una mujer como mandataria hasta que llegó la precampaña de estas elecciones.

En 2021, apunta Campos, se replanteó la pregunta cuando el partido oficialista Morena abría sus opciones sobre quién sucedería a López Obrador de cara a los comicios de este años.

Los resultados mostraron un cambio de aceptación —de la mano del aumento de gobernadoras en los estados— que aún se mantiene. Un 80% está de acuerdo con un liderazgo femenino pero, según la lectura de Campos, “están ya influenciados por el hecho de que probablemente será una mujer la que va a gobernar” el país.

Y para el otro 20% que no lo aprueba, el género de las candidatas “no afectará a sus preferencias electorales, porque están más inclinados por su partido o por sus afiliaciones políticas”. Es decir, que votarán igualmente por una mujer.

Asimismo, el Latinobarómetro 2023 de Opinión Pública Latinoamericana recogía que un 64,6% de la población está en desacuerdo o muy en desacuerdo con la afirmación de que “los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres”.

En el padrón electoral mexicano hay algo más de 51,7 millones de mujeres votantes y cerca de 48,2 millones de hombres.

Para Jazmín Carbajal, una optometrista de 28 años que vive en Ciudad de México, aún “hay mucha gente que se niega a que las mujeres estén en el mando”, pero ella defiende que pueden hacerlo igual que los hombres.

La joven espera que tras estas elecciones deje “de ser relevante si es un hombre o una mujer, pues es lo mismo a final de cuentas”.

Otros ciudadanos como Martín Alberto o Claudia Mercado, consultados por AP, coinciden en que el género no es un factor que vaya a influir en su propio voto, pero reconocen que sí ocurre.

“Piensan que tenemos la mentalidad de las personas de antes, los que son más machistas y creen que la mujer no puede gobernar”, apunta el trabajador de la construcción de 40 años, que vive en la popular colonia Jardín Balbuena al oriente de la capital. Para él, “hace falta una mujer presidenta en México” porque una mujer “no se deja llevar tanto por la corrupción, es más sincera, más franca, no se deja llevar tanto como los hombres, como los presidentes pasados”.

Él destaca, además, que la candidata oficialista ha demostrado estar capacitada porque ya gobernó en la Ciudad de México y lo hizo bien.

Mercado, empleada bancaria de 53 años, que vive al sur de Ciudad de México en la colonia Del Valle, cree que este tipo de preguntas no se dan con candidatos hombres.

“Es como dar por hecho que por nacer hombre ya están listos para cualquier cargo”, refuta. “Yo ya estoy lista para tener una mujer presidenta”.

Pero admite que “la mayoría se hace esa pregunta por el machismo que hemos vivido y la misoginia en que estamos envueltos; y no solo en un ambiente así de alto espectro como el gobierno, sino también así en las empresas, yo lo vivo diariamente”.

En la conservadora y religiosa ciudad de Irapuato, en el estado de Guanajuato, Juan José Candelario Vaca no tiene nada claro la presidencia de una mujer. “México es el machismo mexicano; no es lo mismo tener una mujer de presidente municipal o gobernador, que un presidente,” recalcó el activista cívico y exprofesor de educación física. “Son inteligentes (las candidatas), pero no somos Chile y no somos Perú”.

Pese a estos cuestionamientos al género, la analista Giles recalca que hasta ahora en México “nunca una mujer perdió las elecciones por el hecho de ser mujer”, sino que influyen más en los votantes las afiliaciones políticas y lo cansado que está el pueblo de los gobernantes de turno. “Importa cómo se habla de ellas, cómo se las presenta” y en eso sigue viendo un sesgo.

Con todo, el próximo 2 de junio “México mandará un poderoso mensaje al mundo”, ataja Campos.

El presidente de Consulta-Mitofsky es enfático en destacar que no solo será un país dirigido por una mujer, sino uno que ya tiene presidentas en el Instituto Nacional Electoral, en el Tribunal Supremo Electoral, en la Corte Suprema, en el Banco de México, en la Secretaría de Gobernación y en las Cámaras de Diputados y Senadores. “Ya se rompió ese techo”.

AP

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