Dos PLD y un camello (1/2)

Pablo McKinney

Intentando persuadir a los electores de que el PLD es el infierno, no logrará LFP convencer al electorado de que es el paraíso. No debe uno hablar tan mal del camello que tarde o temprano tendrá que salir a vender al mercado electoral.

Todas las luces y sombras de los gobiernos del PLD pasan por la responsabilidad última de Leonel Fernández y/o de Danilo Medina. Y por  honorables que ambos puedan ser -y en términos personales lo son- ninguno posee de manera exclusiva la categoría de Comandante de financiadores, suplidores casi todos, enriquecidos -aún más si ya lo eran- durante sus gobiernos, como única manera de ganar elecciones y gobernar sin depender de la oligarquía trujillista, de los “nuevos ricos” de los gobiernos del PRD, de los “500 millonarios” de Balaguer, o de los amigos riquísimos del PRM, que de a poco vamos conociendo.

Muchos de los peledeístas que hoy conforman la dirección de LFP fueron durante años parte de la dirección del partido morado, algunos con éticos comportamientos y otros no tanto, incapaces de superar la auditoria visual del antes y el después. ¡Este país es tan pequeño!

Fruto de esta guerra, ahora a todo peledeísta le basta abandonar su partido e ingresar a LFP para comenzar a padecer una amnesia selectiva que en pocas horas le convertirá en un desmemoriado e implacable juez mediático de la ética ajena, prohombre del honor, oráculo de la decencia, aunque en muchos casos los libros publicados sobre su proceder como funcionario, los expedientes mal formulados para que fueran archivados, y las decenas de reportajes de investigación con evidencias casi flagrantes sugieran otra cosa y generen más dudas que las que genera la presencia de un cura en un burdel.

En 2019, convencidos de que para las próximas elecciones 2020 su objetivo no podía ser ganar sino hacer perder al PLD, los señores de LFP, -a semanas de haber abandonado el partido que  a la inmensa mayoría que en 1996 no tenía nombre propio ni fortuna les había proporcionado las calidades y con ellas las oportunidades de negocios (lícitos o no) que en este país presidencialista genera el ser miembro de un gabinete de gobierno-, los muy señores, ya digo, decidieron aliarse a un PRM, que agradecido y generoso le premió con una fuerza legislativa de votos prestados pero de beneficios propios. Continuará

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